Rose no podía mentir.
- No puedo hacerlo. Aunque debería odiarte por las cosas que me dijiste aquel día. Por lo que me hiciste sufrir - murmuró, con los ojos llenos de lágrimas- . Nunca imaginé que el divertido plan inventado por tres crías pudiera traerme tanto dolor.
- También fuimos felices, Rose. Muy felices. No sé cómo aprobé los exámenes. Mientras los hacía, solo podía pensar en ti.
- Pero después dijiste que no querías volver a verme.
- Fue un momento de locura - murmuró él, muy cerca de su boca. El calor del hombre la encendía y Rose sintió una lava ardiente creciendo dentro de ella; la prueba de que James Sinclair seguía excitándola como ningún otro hombre. Y él también lo sabía.
- Suéltame. Por favor, suéltame. No quiero hacer algo de lo que me arrepienta más tarde.
- No quiero soltarte, Rose. Siempre he sentido curiosidad por saber si seguía habiendo química entre nosotros. Y así es. No intentes negarlo - dijo James en voz baja, apasionado- . Tienes que decirme la verdad.
- No tengo que decirte nada. ¡No te debo nada!
- Claro que sí. Tú eres la razón por la que sigo solo. Nunca he podido enamorarme de otra mujer en toda mi vida porque tú siempre estabas allí, en mi corazón, recordándome lo que le pasa a un hombre cuando pierde la cabeza.
- Eso no tiene nada que ver conmigo - replicó ella, furiosa.
- Tiene mucho que ver - insistió James, acariciando su cara- . Hay algo en tu cara, en tu cuerpo que me excita más de lo que puede excitarme ninguna otra mujer. Aunque eso no te importa, claro. Porque ya no estás enamorada de mí.
- Exactamente - dijo Rose, apartándose- . Por cierto, ¿cuántas mujeres ha habido en tu vida?
- ¿Te importa?
Claro que le importaba. Le importaba mucho.
- Por supuesto que no - contestó Rose, tomando su copa- . Anoche me molestó un poco verte aparecer sin previo aviso, pero ahora me alegro. Me alegro de que podamos reunimos como dos personas civilizadas para discutir el divorcio.
- ¡Civilizadas! - exclamó James, quitándole la copa- . Yo no me siento nada civilizado. No sé por qué eres tan diferente de otras mujeres...
- ¿Otras mujeres? Él sonrió y Rose sintió un estremecimiento.
- ¿De verdad puedes decir que ya no hay nada entre tú y yo? Sin esperar una respuesta, James terminó la discusión como había terminado muchas otras en el pasado. Buscó sus labios, abriéndolos con la lengua, explorándola. Después, la sentó sobre sus rodillas, como solía hacer diez años atrás. Algo que Rose había echado de menos tantas veces...
- Suéltame - dijo, con desgana.
- Con esos vaqueros pareces la adolescente que me volvía loco. Es difícil creer que han pasado diez años.
- Pero es así. Y me habías prometido no hacer nada.
James apartó el pelo de su cara, con ternura.
- No he hecho nada. Aún - murmuró, estrechándola contra su pecho.
- Suéltame - repitió Rose, nada convencida.
Las manos del hombre la estaban volviendo loca.
- Estoy intentando seducirte, pero es justo. ¿No es eso lo que tú me hiciste a mí hace diez años?
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Una apuesta de amor
RomanceRose se quedó de piedra cuando James volvió a aparecer en su vida... años después de su matrimonio de conveniencia. Ella entonces había amado a James, y había luchado con fuerza para superar su rápida separación. Cuando se puso en contacto con él pa...