Capítulo 2

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Han pasado seis meses desde que Aldo murió. He tratado de no derrumbarme, es tan difícil, lo extraño cada día más.
Mi padre me dice que tengo que salir de mi luto hacia Aldo, pero no puedo. Me dice que sólo tengo diecinueve años, que mi corazón es aún muy joven y que la juventud cura todos los males del corazón.
Ingresaré el próximo lunes a la universidad, necesitó distraerme, ya deje que pasara mucho tiempo perdido, solo encerrada, sin que el sol me pegue en la cara. Me veo al espejo y sólo veo a una chica más pálida y con unas enormes ojeras debajo de los ojos y delgada, baje bastante de peso tras la muerte de Aldo.

Mi padre se tomó la molestia de inscribirse en una universidad carísima, dice que todas sus actividades y clases harán que poco a poco mi mente se despeje; pues bien, ni con doce horas de escuela me bastarán para dejar de pensar en él.

Mi teléfono comienza a vibrar.
Es la madre de Aldo.

-Hola -Contesto.

-Hola linda ¿Como has estado? -Me pregunta con la voz apagada.

Cambió totalmente desde que su hijo murió, era una señora muy alegre y viperina.

-Creo que voy progresando. Gracias -Le digo en un tono fingido de estar mejor.

-Me alegto tanto hija -Su voz ya no demuestra otras emociones -Linda, te marcaba para decirte que tengo unas cosas para tí.

-¿Cosas para mí? -Pregunto confundida.

-Sí, he estado limpiando el cuarto de mi hijo y me gustaría darte unas cosas -Se le quiebra la voz.

-¿Como? ¿Ya regresaron de su viaje por Europa? -Pregunto.

La mamá y hermana de Aldo se fueron de viaje por toda Europa para sobre llevar la pérdida de Aldo. Me invitaron pero me negué, yo no estaba emocionalmente bien, y no quería arruinarles el viaje llorando cada cinco minutos.

-Sí, ya regresamos Anee, por eso te he llamado, para preguntarte si podías venir por estas cosas de mi hijo, sería bueno que tu te las quedaras.

-Sí, gracias Amanda. Te parece bien si voy por ellas el jueves, esque tengo muchas cosas que hacer.

-El jueves esta perfecto. Espero que también te quedes a tomar el té, Luci te quiere ver. -Me dice con su voz recuperada del llanto.

-Claro. Gracias y saludame a Luci -Me despido.

-Sí, yo le paso tu saludo. Gracias Anee, cuidate. -Se despide y cuelga.

El jueves llegó rápido.

Últimamente me he estado despertando temprano, miro el reloj, marcaban las siete treinta. Me quedé recostada despierta hasta las ocho en punto.
Me levanté, tome ropa interior limpia y me dirigí a la ducha.

Salí y escogí algo no tan sencillo, me puse un vestido liso blanco con rayas negras y un suéter negro ligero y valerinas negras.
Bajé a la cocina y como de costumbre mi papá no estaba, estaba en su oficina, era el accionista mayoritario de una empresa de equipo médico para hospitales.
No tomé nada, tomaría el té en casa de Amanda.
Salí y tomé un taxi, me daba vergüenza decir que a mis diecinueve años, tenía un ferrari precioso rojo en el porche de la casa, por no saber conducir, ni siquiera tenía licencia de conducir.

Toque el interphone de la mansión de los Rigatzzo. Contestó la hermana de Aldo.

-¿Quien es? -Dijo con su voz gruesa igual a la de Aldo.

-Hola Luci, soy yo, Anee. -Saludé a la chica.

La chica de veinte años dio un pequeño grito de emoción. Al menos alguien se recuperaba de una pérdida enorme.

Sons of the Dark [A.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora