Capítulo 8

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-Anabell, tienes como veinte años, ya deberías saber conducir -Dijo cuando se terminó de burlar de mí.

-Simplemente no sé ¿De acuerdo? -Le dije enfadada.

-¿Tu papá nunca te enseñó?

-Si no estaría siempre poniendo su empresa y su despacho primero, tal vez lo hubiera hecho hace mucho tiempo -Le dije fría mirando por la ventana.

Austin guardó silencio.

-Bien, pues tu primer tarea será aprender a conducir -Tocó mi hombro.

Lo miré, me sonreía, como si se hubiera lamentado por preguntarme eso.

-Me da miedo -Admití.

-No hay nada de que temer cuando tienes al mejor maestro de la historia -Dijo con un aire de grandeza.

-Es bueno saberlo -Sonrió más ampliamente -¿Cuando me presentarás al mejor maestro de manejo de la historia?

La sonrisa de suficiencia fue borrada inmediatamente de su cara y la mía apareció.

-Lo tienes en frente muñeca -Tocó la punta de mi nariz.

Ya no dije nada más, no quería pelear con él y mucho menos hacerlo enojar.

-¿A donde vamos? -Pregunté después de un rato.

-Vamos a recoger unos papeles que necesito -Dijo con su mirada al frente.

-¿Y para qué me necesitas en esto?

-Porque necesitó que los revises, si todo esta en orden, las cantidades y montos que estarán marcados.

Austin giró en una esquina y paró en frente de un edificio con aspecto muy tenebroso y solitario.
Parecía un edificio de apartamentos.
Bajamos y Austin tocó el timbre número cinco.

-¿Sí? -La voz del otro lado del interphone respondió.

-Hola, estoy aquí por un encargo -Austin explicó.

-¿Que tal el clima ahí afuera? -La voz femenina preguntó.

-Como siempre, pero aún así, siempre traigo sombrilla -Austin respondió.

No entendía nada de lo que estaban hablando ¿Sombrilla? Austin no llevaba ninguna sombrilla.

-¿Puede decirme su nombre? -La voz habló.

-No, prefiero presentarme personalmente -Austin parecía responder con fastidio.

Ahora lo entiendo, era una contraseña. ¿Qué tan malo será para tener una clave de ese tipo? El choque eléctrico de miedo recorrió mi espina dorsal.

La puerta principal del edificio hizo un ruido indicando que estaba abierta. Me tomó por la muñeca y me llevó por las escaleras de caracol en medio del edificio.
Sí, había departamentos, pero estaban deshabitados.
Subimos hasta el último piso del edificio. Austin tocó la puerta y gritaron un "Adelante" Entramos. Había un hombre gordo y canoso sentado detrás de un escritorio. A los costados de este había dos hombres grandes y fornidos con lentes, son a los tipos que se les denomina como "Gorilas" El hombre gordo fumaba un puro y observaba a Austin. Yo estaba tras su espalda, era una cosita asustada, no había notado que Estaba apretando su mano con fuerza.

-Mahone -El hombre saludo -Te demoraste unos minutos de más -El hombre río entre dientes y humo. Su acento era italiano, parecido al de Aldo - Eso es bueno muchacho, no esta bien que a tu edad seas tan recto en tus asuntos.

Austin se limitó a sonreír.

-Dejemos de habladurías y pasemos al trabajo -Hizo una seña con su mano gorda y morena para que nos sentemos frente de él.

El hombre tronó los dedos a sus gorilas de los costados.

-Los papeles del joven Mahone -Ordenó.

El hombre de la derecha los sacó de su traje negro.

Austin los revisaba lenta y meticulosamente.

-Todo ha sido mandado a tu bodega Austin -El hombre habló.

-Oh sí, aquí esta el cargo extra -Austin murmuró.

-Negocios son negocios hombre -El hombre le dio una calada a su puro.

-Revisalos Vida -Me extendió la carpeta.

Por lo que decía la carpeta, contenía ventas, transacciones y adeudos. Comencé a revisar que las cifras cuadraran. Austin compró refacciones de autos con este sujeto. Se gastó una buena suma de dinero.

-¿Qué tienes de nuevo Tony? -Austin preguntó.

-Por ahora nada, Austin. En cuanto me lleguen las fotos y la información, yo en persona te lo haré saber -El señor que ahora tenía nombre "Tony" se lamentó.

-Esta bien Tony, es todo -Austin tomó la carpeta junto con mi mano y se levantó.

-¿Esta todo en orden Vida? -Austin me miró.

Asentí con timidez.

-¿Nueva secretaria Mahone? -Tony preguntó con una sonrisa de picardía en su cara.

-Digamos que me debe una cuenta -Austin dijo con simpleza sonriendo.

-Cuidate nena, a el gran Austin Mahone nunca se le ha escapado ninguna.

Asentí sonriendo con timidez.

-Así que hazme un favor y no caigas en su red -Me guiñó un ojo.

-Sin remedio -Austin negó riendo entre dientes.

Salimos del edificio sombrío y nos subimos a su flamante auto.

-¿Las cuentas estaban en orden Anabell? -Austin preguntó con la vista al frente.

-Sí, por lo que pude notar se complementan con los adeudos y transacciones, así que todo cuadró, y por lo.... -Me callé de golpe.

¿Austin como sabía que yo tenía una carrera técnica en contabilidad? Yo no se lo había mencionado y él me llevó a eso, a revisar las cuentas de sus negocios.

-¿Y por lo qué? -Austin me insitó a continuar.

-¿Austin como sabías que yo sé de contabilidad?

Tensó la mandíbula.

-De acuerdo. Yo, leí tu expediente académico -Admitió.

-¿Cómo lo hiciste?

-Los expedientes académicos de toda la ciudad están el línea Anee, sólo hay que saber buscar bien y tener acceso a unas claves -Me guiñó un ojo.

-¿Qué más leíste de mí? -Le dije con cierto enfado.

-Sólo eso, lo juro -Hizo una cruz sobre su pecho con sus dedo.

-¿Por qué lo hiciste?

-Porque tenía que saber que sabes hacer para que trabajes -Me levantó la voz.

De acuerdo esos sí me dolió.

-Austin, yo sí te voy a pagar los desperfectos de tu auto. Y dejame decirte que no soy una inútil como tu piensas -Sentía mis ojos con lágrimas en los bordes -Yo puedo trabajar duro, no soy incompetente ni una niña de papi como tu piensas. No tenías que invadir la privacidad de mis documentos para asegurate que no soy una hueca sin cerebro que no es capaz de trabajar. Te voy a cumplir, pero sí vuelves a hacer una cosa como esa, te juró por mi madre que me iré. Porque tu no sabes que esto es para mí, para probarme que no soy lo que tu dices: una niña mimada y consentida.

Austin me escuchaba atento, su cara no expresaba nada. Algunas lágrimas rebeldes se deslizaron por mis mejillas. Trataba de sostenerle la mirada, pero me temblaba el labio inferior.

-Disculpame por favor -Apenas lo oí susurrar.

Esperaba otra reacción, seguramente mi cara se deformó en una de asombro. Austin no era el tipo de hombre que se disculpara.

-Sí, te perdono -Murmuré.

-Ese será tu trabajo Anee, serás quien lleve las cuentas de mis negocios: pagos, ventas, cambios y demás. Mi secretaria.

Su secretaria.

Sons of the Dark [A.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora