Capítulo 15

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Dimitri. Dimitri era el primo de Aldo. Nunca me desagrado, pero tampoco me agradaba, le hablaba bien por que era familiar de mi prometido y, además que para Aldo, él era como su hermano.

-Anee -Me sonrió -Que gusto de verte.

-Igual Dimitri -Forcé la sonrisa.

Me abrazó, al parecer a él si le daba gusto de verme.

-¿Cómo has estado? -Me sonrió mostrándome sus dientes blancos. Su acento italiano era casi inaudible, él tenia más facha de americano que de italiano. Gracias a dios mi Aldo siempre tuvo todo su porte y elegancia italiana.

-Bien, gracias -Sonreí. Le contesté lo más cortante posible.

-¿Ya viste tus horarios? -Dimitri quería seguir hablando conmigo.

Yo no le dije que iba por horarios, apenas y habíamos cruzado tres frases y él me preguntó muy seguro a lo que venía.

-¿Cómo sabes que vengó por horarios?

Dimitri alzó las cejas ligeramente a manera de sorpresa.

-¿Sino a que más Anee? -Titubió con su voz nerviosa, su sonrisa ya no era natural. -¿O me equivoco?

Estudié su rostro por unos segundos, él seguía con sus sonrisa forzada. Lo dejé por la paz.

-Sí, mañana ingreso a esta universidad.

-Bueno, pues te deseo suerte. Voy a estar unas semanas en el país, así que si se te ofrece algo, estaré en la casa de mi tía Amanda.

-Gracias -Sonreí.

Nos despedimos y él se fue.
Pasé a la oficina del director, no se encontraba pero su secretaria me dio todo lo que necesitaba.

Salí y me dirigí a la avenida para tomar un taxi que me lleve de vuelta a casa.

La ciudad parecía muy silenciosa, a pesar que era lunes. Iba pensando en Austin, en como me metí en su vida y él en la mía, lo único que quería era pagar su auto y olvidarme de él antes de que me de más problemas. Recordé algo importante.

-Disculpe señor ¿Podríamos cambiar de dirección? -Le Hablé al conductor.

-Claro, ¿A cuál? -El conductor me miró por el retrovisor.

-A la floristería "Flowers Glam" se ubica en el centro de la ciudad ¿Sabe dónde?

El conductor asintió y cambió la ruta.

Entré a las instalaciones de la floristería, era un edificio de dos pisos. En el momento que abrías las puestas de cristal, se colaba en tu nariz el dulce aroma de todas la flores de ahí.

Me acerqué a la recepcionista, esta estaba sonriente, entendiendo a los clientes y mostrando libros y diseños de flores y arreglos florares.

-¿En qué le puedo ayudar? -Me miró sonriente.

No había formulado ninguna pregunta o excusa. Me quedé en silencio estudiando su cara.

-¿Señorita? -Funció las cejas esperando mi respuesta.

-Este...yo... -Volví a guardar silencio.

-¿Quiere contratar nuestro servicio?

-¿Uhm? -Conteste tontamente.

-¿Que si busca algún tipo de flores o nuestro servicios? -La chica se estaba exasperando.

-No, no. Yo represento servicios mecánicos. Me preguntaba si gustarían contratar el servicio de mi jefe para sus camionetas de entrega -La excusa salió de lo más profundo y tonto de mi cabeza.

-Lo siento señorita, pero nosotros contamos con nuestros propios mecánicos.

-Oh, esta bien. Gracias por su tiempo.

-De nada.

Caminé hacia la puerta, más bien iba corriendo. Las mejillas me ardieron de la vergüenza que acabó de pasar ahí adentro.

Salí y pedí el taxi de regreso a mi casa.

Estaba en mi habitación, escogiendo la ropa que iba a usar mañana. Ya tenía todo listo para mañana.

Me senté en la cama agotada. Fue hasta que recordé la vergüenza de la floristería. Pasé mi mano por la cara y solté una risa ligera.

Entonces Austin mintió, me mintió en arreglar las camionetas. ¿Por qué?

No debería darle tantas vueltas a algo tan tonto como eso. No tiene importancia, no tiene importancia. Me repetía a cada segundo en mi cabeza. Algo muy dentro de mí me decía que era importante, era un presentimiento malo. Tal vez fue el hecho que fue Austin Mahone que me mintió, no fue cualquier persona. Bien sabía que Austin no era un chico de fiar, que no era honesto y no jugaba limpiamente. Me dormí obligándome a decir que, no era importante y que Austin Mahone era el maestro del engaño, y que no debería creerle en todo lo que me dice.

Estaba bajando del taxi, el complejo de edifico estaba frente a mí, estaba lleno de jóvenes estudiantes y maestros muy sofisticado, yo era un punto pequeño en todo este lugar. Con el corazón en el estómago y las rodillas lánguidas, entré a lo que sería mi primera clase de la mañana.

Las clases pasaban lento, ya había olvidado lo que rea ir a la escuela. Una chica bajita, con lentes y el cabello negro y crespo se sentó al lado de mí. Su postura encorvada me decía que era algo tímida e insegura. Algunos ya tenían sus grupito de amigos, y hablaban altamente. Adopté una posición relaja para no sentirme fuera de sitio. La chica estaba leyendo un libro de aritmética, dándome otra característica de ella, era una chica lista y aplicada en sus estudios. ¿Era en serio? ¿Aritmética? No me sorprendería si estuviera leyendo "Los juegos del hambre" o algo así. Troné la lengua, era el momento de socializar.

-Hola -Le dije.

Ella sacó su nariz del libro y me miró sin contestar. Se veía confundida.

-Hola -Repetí.

-Hola -Me respondió en un hilo de voz.

-Soy Anabell -Sonreí.

-Yo, Karla -Me miró sobre sus lentes, aún en su pose encorvada.

Estuve con Karla todo el día, era una chica simpática, pero insegura de sí misma y con falta de personalidad. Era muy lista y tranquila. No estuvo mal mi primer día. Conocí a otro chico llamado Lucas, él también era muy listo y a diferencia de Karla era muy divertido, di gracias por que también estuvo con nosotras, si no, me hubiera aburrido de muerte con Karla.

Mi papá me mandó un mensaje de texto, diciendo que fuera con él a su oficina y le cuente todo de la universidad, era como mi primer día de escuela, quería ser el primero en enterarse de todo.

Así lo hice, saliendo de la escuela, me despedí de los chicos y tomé el taxi directo a las oficinas de mi padre. Entré al edificio y ya ni siquiera tenía que pasar a recepción, ya me conocían y me sentía tan bien que me respetaran así. Entré directamente a la oficina de mi papá y él hablaba por teléfono, me acosté en el sillón de su oficina y revisé mi celular, revisé lo importante y no, no tenía llamas ni mensajes de Austin, un peso menos para mí.

Sons of the Dark [A.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora