002. Mejor sé mi amigo.

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Carl en multimedia.

Los pasillos del instituto siempre me hacían recordar mis años anteriores, como aquel primer día cuando recién entré a la escuela y alguien del equipo de baloncesto femenil quiso darme un balonazo, gracias a un maravilloso instinto que había desarrollado debido a todos los años dedicándome a la fotografía logré pararlo justo antes de que diera en el blanco y me sentí como una especie de ser supremo cuando todos a mi alrededor me vitorearon cómo si acabara de hacer algo que nadie más había podido hacer con anterioridad.

Las personas a mi alrededor sonreían como de costumbre, la típica parejilla de tortolos que llevaban dos años saliendo y aún seguían siendo igual de felices, el famoso trío de mujeres atractivas con faldas ceñidas a las caderas que cada año volvían con más fuerza y un nuevo corte o peinado que deslumbraba a todos los chicos de la escuela, aquí entre nos... Incluso a mí me sorprendía como siempre encontraban peinados que les quedaran bien.

¿Qué? ¿Acaso nunca se equivocan?

Por mi parte yo también tenía amistades, no era precisamente una persona tan sociable que era amiga de todos, pero tampoco era una marginada.

Con Dory, mi amiga más cercana en el instituto la vida era menos aburrida. Todos sabemos que tener amigos es una de nuestras distracciones favoritas.

Aunque cuando se trata de tener que ir a la escuela en tu última semana en Lordesville, la escuela te recuerda todo aquello que dejarás en cuanto tus pies pisen un nuevo territorio, una nueva ciudad y eso justo en este momento me está deprimiendo de forma rápida e innecesaria.

Pensar en que ya no podré dar clases y tips en el club de fotografía, ayudar a ilustrar el periódico escolar o que tendré que alejarme de todas aquellas personas que prestaron su sonrisa a mí, a mi oficio, que aportaron alguna cosa con tal que ayudar a la extraña causa de la fotografía de la sonrisa.

Realmente no deseaba alejarme de todo.

Con el trabajo adicional de mi padre, el viaje y el cambio constante eran una tradición, a pesar de esto no nos habíamos mudado desde que mamá murió, cuando eso sucedió el coronel Lenny decidió permanecer en Lordesville todo el tiempo que pudiera, quería alargar la partida, irse de esta ciudad significaba dejar ir a mamá, también; esa era otra de las razones por las que no estaba segura de estar preparada para irme.

No había un día que no quisiera tener una vida más común de la que tengo. Pero luego recuerdo que hay personas que tienen las cosas mucho peor y me tranquiliza saber que lo peor para mi persona es simplemente un cambio de hogar, cuando realmente otros no tienen de comer, beber o vivir...

—Hola, Misty—Saludó Dory con una sonrisa deslumbrante interrumpiendo mis pensamientos. Una sonrisa que me decía que al irme me convertiría en una completa desconocida en cuestión de un par de días. No era tonta, nuestra amistad no era la mejor de todas, teníamos un montón de altibajos y no hablábamos de todo, era más como una compañera, nos ayudábamos mutuamente en las clases para pasar las materias, nos acompañábamos una a la otra cuando era momento de hacer compras, trabajábamos en el restaurante de mi hermana Cream y éramos las creadoras de una de las columnas del periódico escolar.

Pero aún así ella seguía teniendo una vida estable y yo era yo; así de simple.

Y tanto ella como yo estábamos conscientes de que nuestra amistad quedaría en el olvido en cuestión de días, sin mi presencia en nuestra amistad probablemente terminaríamos rompiéndonos.

—Hola, pescadito—Imité y caminamos dentro del instituto atrayendo las miradas de varios de los alumnos.

Todos y cada uno de los estudiantes de la escuela asistían sin falta los viernes por la noche para comer el buffet de Bluster's. El restaurante de mi hermana Cream, quién desde que había abierto nos dio empleo.

Fotógrafa de Sonrisas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora