Capitulo 25

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Me llevé las manos a la boca al ver mi habitación. Estaba completamente cambiada, ya no estaba mi cama vieja, ni mi escritorio.

Ahora mis paredes estaban pintadas de un color beige, mi cama era mas grande y mucho más alta, tenía la cabecera con Diamantes negros incrustados en la tela blanca y las mesitas de noche a los costados eran iguales; blancos con diamantes en mitad de ellos con los que se abren.

Mi escritorio a pasado de ser miniatura a ocupar gran parte de la pared, el también era blanco con la silla negra con algunos detalles en blanco.

Lo que mas me impresionó fue en la pared donde antes ponía "perra" ahora estaba repleta de letras negras que según he leído hay dichos y escritos de mis escritores favoritos.

En la pared donde se encuentra la puerta estaba apoyado el armario que era negro y con los abiertos blancos.

-Me encanta- dije llena de lagrimas. Era precioso. Nunca imaginé que mi habitación podía ser tan bonita, todo estaba precioso y era muy de mi estilo.

Mi padre se acercó a mi y me abrazo.

-Felicidades mi niña- susurró en mi oído. Le apreté mas junto a mi y le di las gracias.

Siempre voy a estar agradecida con mis padres.

-También me he tomado la libertad de sacar tu cámara llena de polvo- dijo mi madre andando hacia mi nuevo escritorio, y en definitiva encima de el estaba mi cámara. Se acercó a mi con ella en manos y me la entregó.

-¿Haces fotos?- me preguntó Alex. Asentí limpiándome las lagrimas. Mire mis canon 5D, la cual a mis padres les costó un riñón comprármela.

-Si, hace mucho era una de sus pasiones. Se la pasaba echando fotos a cualquier cosa- dijo mi madre abrazándome por los hombros. Asentí de acuerdo con ella con mi vista en la cámara.

Es verdad que mi cámara fue una de mi cosas favoritas en un pasado, después de lo que ocurrió ya no la volví a coger, solo en una ocasión que el paisaje me llamo mucho la atención.

Alex sonreía mientras miraba como mi madre me abrazaba, sin poder aguantarlo me separe de mi madre y abracé a Alex.

-Gracias- dije consciente de que él también es parte de esto,  de la sorpresa y de mantenerme junto a él mientras ellos hacían todo esto. Siempre le voy a estar agradecida, nunca nadie antes me había dado tanta importancia como lo hace él.

-No debes agradecerme, haría cualquiera cosa para verte sonreír- me susurró y vi como mis padres salían de la habitación. Nerviosa me separé de Alex y me limpié las lágrimas.- Me he impresionado al saber que haces fotos.- dijo mirando mi cámara provocando que yo también baje mi mirada a ella.

-Si, mis padres me la compraron cuando tenía 15 años y solo tenía una cámara pequeña...- paré suspirando sin quitar mi mirada de la cámara entre mis manos- me la pasaba siempre haciendo fotos a cualquier cosa y editándolas durante toda la noche- sonreí melancólica mirando mi cámara- Cuando mis padres me compraron esto fue el mejor día de mi vida, porque es la que los profesionales tienen y no todos tiene el privilegio de tenerla- reí bajito. Levanté la mirada y vi cómo Alex me miraba con una sonrisa que adornaba su perfecto rostro.

-¿Sabes?- asentí para que prosiguiera- Cada vez me gustas más- susurró y sentí como mi estómago se contraía dándome una placentera sensación.- Eres una chica muy delicada Gisselle, eres una flor marchitada con posibilidad de revivir- me dijo dejándome sorprendida. Se empezó a acercar a mí con miedo e inseguridad en su mirada reflejada. Miedo e inseguridad que yo le había echo sentir por culpa de mi miedo e inseguridad. Algo que yo no quería hacer, algo que yo desearía no tener pero lo tengo trayendo la consecuencia de no poder darle a alguien que me está demostrando cariño lo mismo.

Me aleje de él sabiendo que no podía, no podía abrazarle ahora, porque las voces han vuelto, y están diciendo cosas de las cuales son ciertas. Una lagrima recorrió mi mejilla y la atrape antes de que el notara que estaba llorando, baje la mirada y negué con la cabeza.

-¿Puedo abrazarte?- volví a negar porque sabía que si hablaba mi voz saldría muy baja y entrecortada por culpa del nudo que se me había formado en la garganta.

Vi cómo paraba de andar y llevaba sus manos a su espalda.

-¿Me tienes miedo?- preguntó. Pero yo me quedé callada sin saber qué responderle. ¿Le tengo miedo a él? No, tengo miedo a mis oscuridades, a las voces atormentadores que me persiguen.

-No- contesté.

-Gisselle, nunca te haría algo malo. Prefiero que antes me pille un camión a hacerte daño.- levante la mirada sin evitarlo y vi cómo su rostro cambiaba a uno preocupado.- ¿Por qué lloras?- dijo volviendo a acercarse pero guardando un poco de distancia.

-No creo poder contártelo ahora- dije y vi cómo en sus ojos, en los cuales todo se reflejaba como si del agua del mar se tratara, la tristeza.

-Lo sé, y sé que te lo e dicho muchas veces, pero debes saber que puedes contarme cualquier cosa como si fuera tu mejor amigo.

-¿Lo eres?- pregunté.

-Soy todo lo que quieras que sea- contestó y produjo que sonriera.

Siempre me voy a estar arrepentida de tomar el cariño que él me está proporcionando, pero me es imposible no hacerlo. No me lo merezco, lo sé, pero de alguna manera su cariño me trae tranquilidad y seguridad, mientras las voces no están.

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