Capitulo 17

241 23 0
                                    

Mi vida no es muy divertida ni mucho menos perfecta. Ser una chica maltratada, acusada y que tiene voces dentro de su cabeza enloqueciéndola; no es nada bonito ni divertido.

Cada día tengo voces en mi cabeza enloqueciéndome, haciéndome ver el mundo desde otra perspectiva, haciéndome sufrir como nunca quise. ¿Sabes? Yo nunca quise ser una chica anorexica, ni mucho menos una chica que sufre cada día, por unos chicos que alguna vez me sonrieron y me hablaron transmitiéndome amabilidad y amigabilidad. Nunca, siempre quise ser una chica feliz, una chica con amigos con los que salir a hacer locuras cada día, hacer bromas entre ellos, una chica normal con una vida normal. Pero se ve que para mi mala suerte, tengo que vivir cada día con esta vida, cada día debo vivir con lo aterrador.

Gisselle Stewart, 18 años, si 18 años, hoy es mi cumpleaños. Mis primeros 13 años los he vivido como una chica normal, una chica con amigos, amigos que ahora deseaba con todas mis fuerzas, algo que nunca podré recuperar.

Quisiera posarme en los ojos de otra persona y ver como me veo en este preciso momento. Sé que perfectamente me podría posar delante de un espejo y ver como estoy. Pero eso no es lo que quiero, quiero saber lo que una persona piensa cuando me ve, ver a una chica escondida entre ropa holgada para esconder su cuerpo, una chica que no sabe ni como va peinada, una chica que no es guapa, una chica que por nadie quiere ser vista. Preferiría ver a una oveja siendo atropellada por un camión, aunque suene mal, que a una chica miserable y devastada como yo.

-Gisselle- susurro la dulce voz de mi madre desde detrás de la puerta de mi habitación.

Me limpié rápidamente las lagrimas y me levanté para abrirle la puerta.

-¿Estas bien cariño?- preguntó al verme.

Asentí con la cabeza y sonreí.

-Solo vine a decirte que alguien te espera abajo.- fruncí el ceño extrañada. Nunca he tenido visita, ¿por qué tenerla ahora?

Extrañada baje detrás de mi madre .

Me paralicé nada mas ver a las personas que se encontraban delante de mis ojos. En la puerta se encontraban Jack y Lol sonrientes mirando hacia mi.

-Gisselle baja- ordenó mi madre. Bajé mirándoles fijamente asustada, confundida y extrañada.

-¿Qué hacéis aquí?-Pregunté.

-¿Así recibes a tus queridos amigos? Gisselle- sonrío falsamente Jack.

-¿Qué hacéis aquí?- insistí.

-Como buen amigo que soy, he venido personalmente a traerte tu regalo de cumpleaños- dijo entregándome una caja grande y fina de color azul. La miré confundida sin querer cogerla.- No seas mal educada y cógela- insistió.

Sin estar del todo de acuerdo la cogí entre mis manos y la mire con el ceño fruncido esperando algún tipo de broma o bomba o... no se algo fuera de lo normal. Son Jack y Lol ¿qué debería pensar? Es raro que tus "maltratadores" te traigan un regalo.

-¿Gracias?- dije aun confundida. Los dos asintieron a la vez, como si todo esto estuviera preparado, como si de repente fueran a salir cámaras diciendo que están grabando una película. Se giraron, otra vez a la vez, y se fueron. Cerré la puerta y me quede ahí, parada, mirando la caja que se encontraba entre mis manos.

No puedo confiar en ellos después de todo lo que me ha pasado con ellos, después de que me secuestraran y me maltrataran en el instituto. Con miedo, subí a mi habitación para encontrar intimidad y ver lo que contenía la caja.

Nada mas entrar a la habitación note algo fuera de lo normal. Juro que la ventana antes estaba cerrada y ahora se encontraba abierta dejando entrar brisa que hacia que las cortinas se mecieran.

Con miedo recorriéndome el cuerpo me acerqué a ella y la cerré mirando antes hacia afuera para ver si me encuentro con algo fuera de lo normal. Pero todo estaba como siempre. Giré para entrar al baño y ver si había algo, pero sin poder hacer esa acción me quedé pasmada en mi sitio mirando fijamente hacia la pared delante de mi.

"Perra", esas son las 5 letras que estaban puestas en mi pared, con letras grandes negras. Sin resistir más, abrí la caja y me encontré con una correa de perros. Mis lagrimas empezaron a recorrer mis mejillas, mi corazón se estrujo con dolor, mis pies flaqueaban y mi cabeza daba vueltas por el miedo que se plasmó en mi interior.

Empecé a deslizar mi espalda por la pared encogiendo mi cuerpo en el piso y mis lagrimas salían sin parar de mis ojos, nunca antes había sentido tanto miedo, nunca había sentido tanta presión dentro de mi, nunca sentí tal sufrimiento.

Todo el dolor recogido todo estos años se plasmó, se recogió dentro de mi haciéndome reaccionar, haciéndome tal daño que jadeos sin permiso salían de mi boca. No se por qué, ni cómo pero me encogí en el suelo, gritando cosas insignificantes.

-¡GISSELLE!- oí el grito de mi madre.-¡Dios mío Gisselle ¿Qué ha pasado?!- dijo preocupada.

No podía responderle ni reaccionar, mi cuerpo estaba en estado de shock.

VoicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora