Capítulo 4

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Para evitar que el entrepitoso timbre de llamada dejara de sonar y calmar mis nervios, contesté sin mirar la pantalla, teniendo ni la menor idea de quién era.

—Diga— susurré, como si estuviera en una misión de vida o muerte.

—¡Eliot, mi amor!, ¿ya has olvidado a tu sexy y candente novia?

Solté una carcajada, siempre salía con sus ocurrencias.

—¡Camila!— chillé, emocionada.

—Perra, ¿por qué no me has llamado?— su voz sonó más como un reclamo que una pregunta.

—Lo siento, han pasado muchas cosas desde que puse un pie aquí, estoy estupefacta.

—Supongo que ya has descubierto los secretos morbidos de los chicos, qué aterrador.

—Tengo la intuición que sólo es el comienzo— me quejé en voz alta.

—Descuida, Lena. En algún momento te toparás con Ally y todo estarás bien— sonreí, agradecida. Tenía razón, Alicia también rondaba por donde ahora pasaré más seguido, espero encontrarme con ella pronto.

—Gracias, Cami. Creeré en tus palabras.

Miré en dirección a Connor y aún permanecía ahí, al parecer se aplazó la conversación con su amigo. Volví a mirarlo detenidamente mientras Camila mencionaba que mi cambio de College estaba en boca de todos, y maldita sea, fue inevitable fijarme que tiene una muy linda sonrisa.

—¿Has conocido a alguien?— me sobresalté por su repentina pregunta.

—Conocer a alguien... esto, n-no. En realidad s-sí, pero no nos hemos presentado, ya sabes.

—No puedo creerlo. ¿Te gustó ese alguien?— pude casi ver su expresión desde el otro extremo de la línea, la conocía muy bien.

—No, me parece guapo, es todo— soné desinteresada.

—Lena, daría mi postre favorito por todo un año con tal de que mis padres me permitan hacer lo mismo que tú— estaba más que segura que se refería a vivir rodeada de hombres.

—Pervertida— le regañé.

—¡Oye!, hablo de hacerte compañía, idiota— quiso defenderse. Me reí con fuerza, realmente sabía cómo librarse de las acusaciones.

Al percibir un movimiento detrás mío, vi a Connor despedirse y al parecer iba de camino a la fraternidad ya que tomó el mismo camino el cual usé para llegar aquí. Me alerté, tendría que llegar antes que él para que no se levanten sospechas.

—Cami, me tengo que ir, estoy fuera de la cárcel de Shawn, bye— me apresuré a despedirme sin darle muchos detalles.

—Cuídate, y no te olvides de llamarme— hizo un mohín.

Sonreí apretando los labios y tuve que colgar, debía pegarme un pequeño maratón para llegar a tiempo a la fraternidad.
Una vez que había llegado a la entrada, opté por usar el ascensor, y sí, aquel inmenso sitio era poseedor de un ascensor del cual no me di cuenta hasta cuando lo tuve que necesitar, como ahora. Presioné frenéticamente los botones al segundo y de un golpe se abrieron las puertas para permitirme entrar en él. Me lancé dentro sin pensarlo dos veces, y en ese mismo instante vi girar la esquina a Connor, al parecer recién había pasado la entrada y se veía muy distraído con su celular a mano, justo cuando él iba a alzar la mirada hacia el ascensor, las puertas se cerraron. Segundos después me di cuenta que había tenido contenido aire en mi garganta y exhalé de manera dramática. Las puertas se abrieron para indicarme que había llegado al piso y corrí a la habitación de Shawn, saqué las llaves para que pudiera quitar el seguro de la puerta de manera veloz una vez que estuviera frente a la puerta y poder estar a salvo. Me sentía perseguida, como si estuviera en una película de suspenso. Escuché el ding del ascensor e instantáneamente puse la llave en la chapa de la puerta, Connor está muy cerca. Con mis manos temblorosas logré abrir la puerta de manera torpe, a la vez que me empujaba en el interior, y sin tirar la puerta para cerrarla.

Atrapada en la fraternidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora