Capítulo 21

2.4K 163 55
                                    

La noche había sido fuera de común comparada con mis rutinas habituales que había establecido desde que decidí ser Eliot, y no precisamente por cómo me encontraba ahora, robándole un beso a Connor. Me refiero al como disfruto pasar a su lado, inclusive siendo chico.

Me acerqué un poco más para seguir contemplándolo unos largos segundos más, mientras lo observaba, venían a mi mente muchas preguntas como ¿realmente llegaría a conocerlo siendo yo misma?, ¿y le gustaría mi verdadera yo?, ¿cómo reaccionará al saber todo lo que he ocultado hasta ahora? Miles de preguntas me inundaban el pensamiento, pero en ninguna tuve una pizca de certeza en acertar con mis respuestas imaginarias.

Realmente estaba viviendo mi etapa, la etapa en que conoces un chico y te gusta lo suficiente como para robarle un beso aún sabiendo que si se despertara se iría todo a la borda. Connor ha hecho que mis decisiones no sean exactamente prudentes.

Me tumbé, girando al lado contrario, exhausta de pensar sin parar, de no saber que pasara mañana, de que en pocas horas regresaré a Boston, recordar mi niñez, mis padres...

Odio admitirlo pero me encuentro en una negación interna, como si en cualquier momento la voz de mi mamá me dará un regaño por dormir tanto tiempo, y que pondría fin a esta alocada historia que al parecer es mi actual vida.

Sentí como Connor se removió a mi lado y cerré los ojos de golpe. Dio un largo suspiro, y se escuchaban unas pequeñas quejas provenientes de él que cada vez se intensificaban más, a la vez que sus movimientos eran más inestables. Tenía una pesadilla.

Me giré a verlo, me empezaba a preocupar que no se detuviera después de pasar un rato, cada vez empeoraba su sueño. Vi su cabello humedecido, y unos cuantos mechones marrones pegados en su frente. Titubeé en despertarlo o no, pero realmente no me dejaba en paz verlo de esa forma. Lo zarandeé del hombro y musité su nombre para poder hacer entrarlo en razón. Abrió de golpe los ojos, sobresaltado. No sé qué cara debí haber tenido para que Connor me sonriera con los labios, tranquilizándome.

—Lo siento por el susto, campeón. Sólo fue un mal sueño, estoy bien.

Sin si quiera preguntarle, sabía que me encontraba angustiada. Sonreí brevemente, asintiendo con la cabeza.

—¿Acaso tratas de devolverme el susto por lo que pasó antes de llegar aquí?— quise hacerle una pequeña broma para que se relajara, hacerle olvidar el sueño perturbador que haya tenido.

Connor apretó los labios. Oh, oh, mala señal.

—No es lo mismo, Eliot. Estaba a punto de verte morir— me escrutó con su mirada.

Reí sin humor, más bien una risa nerviosa.

—Ya me disculpé por eso, además— callé al ver que puso su peso en los codos, quedando a mi altura.

—Todo el mundo tiene secretos, no te disculpes.

Mordí mi labio y asentí lentamente con la cabeza.

—¿Tú también los tienes, Connor?— tuve una fuerza de voluntad sobrehumana para volver a encontrarme con su mirada.

—No tienes idea.

Sonreí. ¿Qué clase de secretos tendría Connor? Imagino a un Connor de unos doce años agarrando sigilosamente una bolsa pequeña de gomitas de mascar y guardándolo en su bolsillo para después de unos días admitirle al cajero y finalmente pagar el costo de sus gomitas. Esto realmente pasó con él, gracias a las tantas bromas de Shawn a Connor.

—Pero hay secretos que no se pueden revelar, ni siquiera hacerte acuerdo de ellos a ti mismo.

Ladeé la cabeza, y recordé mi situación.

Atrapada en la fraternidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora