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Me dejaron aquí por un largo tiempo, lo sé porque no pude evitar dormirme. Me siento mal, mi estómago da vueltas. Debe ser por la "comida" y los nervios... no lo sé. Al menos no estaba más atada en la silla.
Debo decir que golpear al tipo grandote y bestia, fue muy satisfactorio. Quizás sea lo último que disfrute. No creo que me dejen salir, no después de lo que hice.

Por fin, abren la puerta... es el chico, el jefe. Tiene la cara marcada, el labio medio cortado y un poco lastimado el ojo. Pobre, pienso. Hay que ver porqué se pelearon. En realidad no lo conozco como para tenerle pena, solo se que si confio en este tipo podría salir. ¡Ugh...qué agotador se hace esto!
Entra otro más, su cabello está repleto de rulos, tiene cara de enojado y me mira feo hasta que le dice algo al otro que se encuentra detrás de él. Ambos están alejados pero atentos, no necesitan las máscaras, ya los vi a todos.

El jefe se apoya contra la reja, ya abierta y me mira. Su mirada me intimida, más con esos ojos claros. Yo me siento avergonzada, ya que está todo sucio, tuve que orinar en el suelo.

SÍGUEME! - Me ordena. Esto me sorprende y me alivia. Espero ser liberada.
-¿A.. -Se da media vuelta, mirándome medio molesto. -¿A dónde me llevas?
-Solo te cambio a un lugar mejor que ese basural... -Por un momento ya me había ilusionado. -Gracias. -Dice. Lo miro confundida. -Por lo de ayer..no me lo esperaba.
-Ah...si, pues... creí que necesitabas ayuda.
-¿Ya lo habías hecho antes? -Prefiero no contestar. -Intuyo que si... parece que estas llena de sorpresas. Mmmh lo hiciste bien. -Yo solo lo escucho y lo sigo.

Me señala que me siente en la silla que está junto a la mesa de la habitación, le hago caso y me siento. Él se acomoda contra la pared. Por suerte hay una cama decente.

-Si quieres ir al baño, la puerta que está atrás tuyo...no es la gran cosa pero sirve. -Pasan algunos segundos y yo simplemente lo miro. -¿No dirás nada?
-¿Qué quieres que diga? Estoy secuestrada, ¿Recuerdas? -Se sonríe, levemente y se toca la barbilla con una de sus manos.
-Dije que te sacaré de aquí. Confía en mi palabra, ahora te debo una.
-O sea que si no hacia eso... muerta terminaba. ¿Eh? No entiendo. No entiendo porqué no me dejan ir de una vez por todas. No le diré a nadie, de verdad lo digo. Déjenme en una carretera, dónde quieran, pero libérenme de esta tortura. Yo no tengo nada que ver con la otra mujer.
-Kate. Basta.
-No. Claro que no. Deben estar buscandome, será peor para ustedes. Nadie tiene dinero de quiénes conozco, menos lo tendrán para salvarme a mi. ¿No es eso lo qué quieren? ¿Dinero? Porque si es eso lo que te detiene, además de no creerme, de no darme la oportunidad de confiar en MI palabra.
-Mañana serás libre. No podemos quedarnos aquí. -Me quedo sin palabras, no sé cómo reaccionar. -¡Qué raro! ¿No festejas? Es lo que quieres. -Solo lo miro.
-Eso espero. -Le digo. Él procede a arreglar su cabello despeinado, toma la otra silla y se sienta a mi lado.
-Nunca me presenté contigo. Me llamo Thomas. Si necesitas algo, me avisas. Solo tienes que decir mi nombre. ¿Ok? -Él como que se prepara para salir y no pude evitar no hablarle.
-¿Por que me dices tu supuesto nombre real?
-Porque confío en que te callarás la boca. Me diste tu palabra.
-Si. Así es.
-Entonces no me hagas dudar de mis acciones. Yo decido qué sucederá contigo.
-Esta bien. Lo siento. No estoy pensando con claridad. No sé si lo notaste pero no suelo ser secuestrada con frecuencia.
-Hahaha. Tienes sentido del humor. Me gusta eso de ti Kate. -Justo cuando intenta levantarse, decido hablar.
-Sabes... -Se detiene y me mira hasta ponerse en una posición más relajada. -Todo esto me recuerda a mi hermano. Él estaba metido en esta clase de cosas y.. él era lo único que me quedaba.
-¿Por qué?
-Bueno... Mis padres murieron en un accidente de tránsito, en el que estaba yo también presente, a los trece años. Los vi morir. Y.. estuve completamente sola todo este tiempo, más allá de que me ayudarán algunos, me tocó vivir con mi tío, no me quedaba otra opción que independizarme y alejarme de ese tipo asqueroso. -Algunas lágrimas se escapan de mis ojos.
-¿Cómo eran tus padres Kate? -Tomo aire por la nariz. Y decido contestarle.
-Ellos... ellos intentaron hacer lo mejor al criarnos, si no fuera por el divorcio, quizás no hubiesen estado peleando tantos años.
-Mmm. ¿Qué hay de tu hermano?
-Mi hermano tenía veinte, sin embargo, nunca le importé. Porque si así fuere, él no me hubiese dejado sola. Pero era muy terco, vivía con sus amigos.
-Me conmueves Kate.
-Pasé por cosas terribles, muy malas, pero ir a buscar a mi hermano y encontrarlo muerto de una manera... tan desagradable... mi único hermano de sangre, lo único que me quedaba. Es increíble pero pasó.
-Hmmm. ¿Por qué me dices esto Kate? ¿Para darme pena?
-No. Tu no me conoces. Pero estar aquí, vivir en carne propia un secuestro con hombres complemente desconocidos. Me hizo revivir, cada maldito momento que viví. Y cuando digo esto, hablo de todo lo malo, de todo lo que me dañó.
-Lamento que eso te sucediera Kate.
-No estoy segura de que lo lamentes, ni siquiera creo que sientas culpa o empatía.
-Cuidado con lo que dices. Cuida tus palabras.
-¿Por qué? ¿Realmente debo creer el cuento de que viviré? Conozco a tu clase de gente. Sé de lo que son capaz. Lo sé. -Levanto poco a poco el volumen de mi voz, la rabia me invade, mis ojos se encuentran llorosos.
-Dije que confíes en mi. No quiero retractarme. Estás furiosa, lo entiendo, esta bien. Pero no busques lo que no quieres encontrar... -Se levanta bruscamente de la silla, empujando la mesa.
-Thomas.
-¿Qué? -Intento calmarme.
-Verte a ti en todo esto. Ver a alguien como tú, compasivo. Me hace creer que aún puedes alejarte de este ambiente de mierda y no terminar como mi hermano lo hizo. -No aguanto contener mis lágrimas.
-¿Qué te hace creer que no quiero esto? No soy tu hermano.
-Claro que no lo eres. Ni siquiera te conozco.
-Exacto. No necesitas información de mi, ni de mis colegas. Si me llego a enterar que hablas con uno de ellos, y quizás cae en tu jueguito, no tendrás compasión alguna. -Dejo de mirarlo.
-Lo que digo es verdad.
-No me interesa. No insistas más. Te irás y punto. -Cierra la puerta de un golpe y luego con llaves.

Me relajo completamente y continúo llorando con intensidad, la angustia recorre todo mi cuerpo. Me recuesto en la cama y busco la forma de relajar mis músculos por un rato.

****
Cuando me dirijo al baño, veo que hay ropa limpia en la mesada y un espejo colgado en la pared. Veo el reflejo de mi rostro golpeado, con un moretón en mi mejilla, bastante inflamado tanto que dejé de sentir dolor. Todo mi delineador está corrido por mi llanto.
Comienzo a pensar en todo lo que le conté sobre mi vida, absolutamente innecesario. Debí callarme la boca. No entiendo que me pasó.
Aprovecho para bañarme, dejando correr el agua tibia que me quitaba la suciedad, la mala energía.
Me visto con la ropa que me dejaron. Una musculosa blanca, bastante pegada al cuerpo, un pantalón estilo militar de negro, botas negras y una especie de camisa militar, también negra. Se ve que habrán tenido a alguna chica que trabajaba con ellos, pienso. Al menos me queda cómodo y estoy limpia. Lo que más me sorprendió que la ropa interior también me quedó perfecto tanto que me genera vergüenza.

Decido acostarme porque no me queda otra cosa por hacer. Y me pregunto a mi misma: - ¿En verdad me dejarán salir de aquí? Porque una sensación bastante recurrente, me dice que no.

Maniático AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora