Bailando con el diablo

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Hacía cuatro meses que paraba con la familia de Karl. Me sentía en casa en ese polvoriento bar ayudando en los quehaceres y en la barra. Las mujeres de la familia eran fuertes y defendían su lugar y a sus hombres a como dé lugar y no tenían miedo a disparar si hacia falta. Ellas me enseñaron a disparar y a manejar el cuchillo que siempre llevo en la cintura. La vida es dura cuando no tienes recursos, yo los tenia pero aprender como seria vivir sin ellos era una gran enseñanza. Sin embargo esta gente sabía cómo divertirse.

Las noches estaban llenas de baile, tragos y anécdotas y las mañanas de un fabuloso remedio casero para la resaca y de trabajos para la familia y el bar. Fue en esa época cuando hicieron lo que ellos llaman La Gran Reunión. Una noche, de 365 días al año una sola noche las bandas olvidan sus conflictos y se reúnen para pasarla bien, allí se arman nuevas alianzas y se arreglan viejas cuentas.

Con las chicas nos arreglamos pero no demasiado. Use unos jeans ajustados algo gastados una camiseta blanca y botas negras. Peine mi pelo salvaje y a penas me maquille.

Los chicos nos llevaron en sus motos y yo fui con John todo el mundo sabía que teníamos algo aunque no éramos pareja y a nadie le importaba.

Llegamos a un gran descampado, había motos camionetas y coches por todos lados. El rock sonaba alto, había un par de barras donde servían cerveza de la buena y donde podía comprar cigarros, porros y otras cosas.

Tomamos algo con las chicas dejando que los hombres arreglaran sus asuntos y nos pusimos a bailar, me gustaba soltarme, moverme sin sentido. Bailábamos entre nosotras y nos reíamos. Cuando mis piernas no dieron más me separe del grupo para encender un cigarrillo. Fume la primera calada y me dio frio, así que me frote los brazos, entonces sentí una chaqueta de cuero ponerse en mis hombros. Mire hacia un lado y lo vi. Jodidamente hermoso. Pelo rubio larguísimo, barba rubia larga. Ojos celeste cielo. Su cuerpo era una masa dura y su cara de ángel era el engaño mejor hecho desde la invención de los engaños. El mismísimo diablo. Ethan Brooks.

_ gracias diablo_ dije acomodándome dentro de la chaqueta oliéndola. Olía a perfume caro, a cigarros y a hombre.

_ No hay de que paloma..._ susurro en mi oído y mi piel se erizo. Cambiaron la música a una balada suave y él me tomo de la mano y me pego a su pecho. Bailábamos mientras intercambiábamos el cigarrillo de boca en boca.

_ me volviste loco bailando esta noche_

_ me gusta divertirme_ susurre a su pecho

_ a mí también paloma..._ su voz ronca hacia que mis bragas se desintegren_ lo tuyo con John ¿es legal?_ pregunto

_ ¿importa?_

_ follo mucho pero jamás con una mujer ajena_

_ no tengo dueño... no... no es legal diablo..._

_ me gustas... eres diferente nena... sé que no eres de por aquí se te nota la clase y la educación a la legua..._

_ no soy de aquí... esto es solo una parada en mi viaje_

_ ¿viaje hacia donde?_ habíamos dejado de bailar y me tenía entre su cadera y la camioneta

_ debo volver a Los Ángeles a cumplir mi destino_ dije levantando los ojos hacia el

Su mirada celeste me devolvió lujuria

_ pasa la noche conmigo... déjame sentirte, quizás no volvamos a vernos cuando te vayas... _ no termino de hablar, no me dejo responder y su boca estaba tomando la mía con furia

_ déjame avisarle a las chicas_ susurre en sus labios

_ te espero aquí_

Me acercerque a May y dije que me iba con Ethan, ella me miro y asintió con la cabeza pero toco mi hombro y dijo

Alma SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora