Capítulo 18:

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-¿Escucharán lo que hablamos?- me preguntó Michael -Porque en ese caso estamos jodidos-.

-No lo creo- respondí mirando hacia todos lados en busca de cámaras de seguridad -De todas formas hoy haré todo antes de las cuatro-.

-Antes del juicio- aclaró para sí mismo. Se quedó mirándome un largo rato y luego sonrío.

-¿Recuerdas la primera vez que hablamos?- preguntó y negó con la cabeza -Fuiste la primera chica que escuche decir qué le gustaba mi cabello. Estaba asombrado-.

-Lastima que ahora no pueda decir lo mismo- le dije señalando su cabello completamente despeinado, sucio y mal teñido. Él rió y continuó hablando.

-Sentía cierta conexión entre nosotros. Pero no la típica de "¡Dios! Es perfecta, tengo que salir con ella. Somos el uno para él otro"- dijo con una vocecita finita -Algo más cómo: "Ella cambiará mi vida, está hecha para eso"-. Sus palabras me llegaron directo al corazón.

-Y mírate- me señaló -Sin ti no estaría en la cárcel en este momento-. Reímos a carcajadas luego de eso.

-Lo que quiero decir...- hizo una pausa como buscando las palabras correctas -Sin ti mi vida sería un aburrimiento. Nunca cambiaría el día que te conocí, Antonella-.

-Te besaría, pero eres mi hermano- le dije aguantando las lágrimas. El sonrío.

-Y hay un cristal entre nosotros- susurró a lo que reí.

Nos conocíamos hace poco, pero teníamos tantos recuerdos juntos. Mi favorito era uno en especial.

Fue una noche lluviosa, uno de los primeros días qué pasaba en la casa de Michael, luego del incidente con los demonios.

-¡Michael!- grité entre sollozos. Era la tercer noche que pasaba en esa casa lidiando con los demonios, y sinceramente ya no podía más con los golpes.

Sentí cómo él pestillo de la puerta se movía desesperadamente.

-¡Sácale el seguro!- me gritó él de afuera. Me levanté rápidamente del suelo y corrí hacia la puerta. La abrí con las manos temblorosas y lo ví.

Sentí cómo una energía llenó el cuarto e hizo desaparecer a los demonios. La alma de Michael era más pura que la de Eiden. Abrí la boca para decírselo, pero decidí guardarlo.

Lo abracé fuertemente y lloré en su hombro.

-¿Estás bien? ¿Te hicieron mucho daño?- me preguntó separándose de mí. Asentí con la cabeza rápidamente y luego volvió a rodearme con sus brazos. En momentos como esos me preguntaba cómo pude sobrevivir sin un hermano antes.

-Eres el mejor hermano del mundo- le dije separandome de él. Él sonrió pero negó con la cabeza.

-Tú eres la mejor- dijo -Traeré algunas mantas hasta aquí y dormiré aquí para acompañarte-.

-No es necesario- le dije, aunque en el fondo si quería que duerma en mi habitación. Él se alejó de mí en camino a su habitación mientras me sonreía.

-Te quiero, hermano mayor- le dije sonriendo, ya que él era dos años mayor que yo. Era la primera vez que se lo decía desde que nos conocimos.

-Yo más, pequeñita-.

-¿En qué piensas?- me preguntó Michael sonriendo.

-En nada- le contesté y miré la hora en mi telefono -Ya me tengo que ir-.

Él hizo pucherito.

-Lo que voy a hacer es por ti, tonto. No hagas puchero-. Reímos, él luego suspiro.

EIDEN (novela de Calum Hood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora