♱Capítulo 2.♱

1.5K 141 38
                                    


—¿Ah?-De nuevo Rin abrió los ojos. Pero, la oscuridad había reclamado su lugar—¿No he muerto? Al parecer he estado evadiendo lo inevitable. Solo es cuestión de tiempo para pagar por mis pecados y exonerar mis culpas.

Decidió recorrer con mirada curiosa el lugar en el cual se encontraba. Era un espacio realmente pequeño por lo que dedujo que en ese momento estaba siendo prisionera. Pudo sentir algo húmedo y frío en su frente y tardó en  darse cuenta que se trataba de un trozo de tela mojado y a su vez, el cuerpo del ángel reposaba sobre una superficie blanda.

Luego de un rato en aquella posición, reunió el valor suficiente para levantarse—Señor ten piedad- Se apoyó con ayuda de sus brazos en las paredes, para así poder caminar. —No hay manera.

—Esta bien. No hay necesidad de levantarse- Rin quedó fría.

—Sí ya ha llegado mi hora, acaba conmigo.- Pronunció muy tranquila.

—¿Acabar contigo? Dices cosas sin sentido. Estás aquí para recuperarte.

Rin decidió verle, y todo cobró un poco de sentido.
¿A dónde vas?, ¿Te puedo ayudar?- Recordó sus palabras. Mejor dicho, recordó lo que le hizo sentir, aún así aquel lugar no era seguro.Ella asustada retrocedió rápidamente golpeándose contra la pared. —¿Quién eres?, ¿Dónde estoy? Si no estoy aquí para saldar mis pecados, ¿De qué se trata?

El chico intentó acercarse a ella puesto que estaba realmente asustada, pero la reacción de la chica fue algo brusca. Así que decidió mantener la distancia. —Lamento haberla asustado. Me llamo Len.

—¿Len?- Repitió.

—Len Kagamine, y estás en mi casa. Realmente lamento no poder ofrecerte algo mejor. Pero, pronto voy a irme a vivir a otro lugar, y el resto de las recámaras son un verdadero pandemonio.

Rin sintió pánico. Y aunque la presencia de aquel extraño joven la tranquilizaba, no era capaz de olvidar que se encontraba en el mundo del pecado y la lujuria. Ni el mismísimo Dios había podido erradicar las mentiras de aquella especie.

—¿Qué es lo que quieres de mi?- Preguntó Rin.

—Ayudarte. Nada más.

—Los de tu mundo son mentirosos. Desde su exilio del jardín del Edén, se han dedicado a contaminar el mundo. Y yo no quiero volver a caer en la tentación.

Len no entendía bien de que hablaba la chica—Está asustada y confundida.- Pensó.

—Yo no quiero hacerte daño. Juro que mi única intención es cuidar de ti hasta que te sientas mejor.

—Jurar en vano es pecado.

—Gracias a Dios, te estoy siendo honesto. Por favor, ven aquí. Necesitas descansar.

Rin lo dudo durante un par de segundos. Sus palabras no la habían convencido por completo. Aún así no tenía muchas opciones. Y tan pronto dio el primer paso, se dejó caer de rodillas. Aquel mundo la debilitaba.

Len no perdió el tiempo, fue en su auxilio. Sujetó su débil cuerpo con ternura, y la levantó del suelo. Pero Rin se las ingenió para librarse del agarre de aquel hombre y se arrodilló al no poder mantenerse de pie.

—Está bien- Len se arrodilló también para poder quedar a su altura—Si no te sientes cómoda me iré, pero no puedo permitir que te vayas en este estado tan precario. -Él le sonrió dulcemente—Señorita, podríamos llegar a un acuerdo si le parece conveniente.

¿Acuerdo?-Repitió mentalmente—¿Qué es, un acuerdo?- Al parecer había logrado captar su atención. Pero, la dama se encontraba aún bastante tensa y reacia a que se le acercara.

—Es cuando ambas partes obtenemos algo que nos va a favorecer. Entonces, tu permanecerás aquí hasta que te sientas mejor. Puedes o no platicarme de lo que te ocurrió, no te obligaré. Pero, lo más importante en este momento, es que tu estés bien.

—¿Y qué obtienes tu? Si usted no buscase una remuneración no me hubiese ayudado.

—Claro que quiero algo-Aseguró—La complacencia de verla recuperada, señorita.

Rin no entendía. Se supone que el ser humano carece de empatía y era vil, además era un experto mendaz.

El ángel, con un poco más de seguridad, se dedicó a observar el desorden que provocó en aquella habitación. Había dejado caer una repisa y habían libros por el suelo. Además de desgastar la pared y el suelo. Era evidente que su fuerza sobrepasaba a la de los mortales.

—Lo siento. En verdad cause un disturbio.

—¿Sabe?—Preguntó-Si yo despertara en casa de un completo desconocido, hubiese reaccionado de igual modo. Incluso peor, quizás me hubiese arrojado por el ventanal sin preocuparme por mi vida. Luego hubiese corrido. Creciente de total cordura.

Aquello, había provocado una leve sonrisa en el rostro de su invitada. Y eso algo que en el cielo era prohibido. "Se siempre fría, mantén siempre la compostura."

—Tienes una agraciada sonrisa. Empezaba a temer que no pudieses reír.

—No suelo hacerlo, Len.

—Ya que sabes mi nombre. Creo que es justo que yo sepa el tuyo. Es realmente descortés no poder dirigirme a usted sin un previo nombre.

—Rin- Dijo sin más.

—Rin. ¿Y tú apellido?

—¿Apellido?- Repitió con incertidumbre, puesto que realmente no poseía apellido alguno.

Seguramente no lo recuerda.—Está bien. No pienses en eso ahora, por favor recuéstate aquí.

Ella obedeció sin más, manteniendo una distancia prudente de Len.

—Iré por algo para que puedas comer. Necesitas reponer fuerzas. Dicho esto Len le dió la espalda con intenciones de irse, pero unas palabras lo frenaron en seco, justo en el marco de la puerta.

—Gracias.

—De nada.

—Pero, no merezco tu amabilidad ni tu compasión. Si me quedó aquí, te resultará peligroso.

—La deben de estar siguiendo-Len tenía aún más razones para no permitir que se fuese. Se aproximó a su invitada. Ella estaba a punto de decirle algo más pero fue silenciada en aquel momento. Len había tomado una de las manos de Rin entre las propias y se la llevó a los labios para poder plantar un pequeño beso, como si se tratase de una princesa.

—Aquí estarás segura. No permitiré que te hagan daño.-Dicho aquello el hombre se retiró de la habitación, pero solo tardó un par de minutos en volver. Traía consigo una bandeja de plata con algunas cosas.

Entre ellas unas vendas. Rin tardó en dejarse tocar por el joven. Pero, termino cediendo cuando comprendió que solo trataba de curarla. Así estuvieron un rato más hasta que Len consideró que había tratado sus heridas.

—Si no es mucha molestia, desde que te vi he querido preguntar, ¿de dónde vienes?

—De muy lejos- Respondió sin más.

—Comprendo- Decidió no insistir.—Si no quieres hablar de ti, hablemos de lo que comerás.

Realmente no era necesario. Los ángeles no necesitaban comer. Pero, Len sacó una apetitosa manzana roja. Aquello para los seres divinos era una metáfora de la tentación, y en ese momento Rin entendió el porqué.

—Pruébala-Insistió Len—Se que te gustará.

♱ ♱ ♱

♱ Alluring Secret ~Black Vow ♱ (Rin x Len) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora