"-¿A dónde vas?, ¿Te puedo ayudar? "
"Sin saber por qué su mano aceptó."
En la tierra no existía amor más inmaculado. En el cielo no había romance más impuro.
Ella era una servidora de Dios.Él un simple humano. Nunca debieron encontrarse. Al hacerl...
~No puedo más. Necesito verte, déjame sentir tu dulce mirada.~
Rin los veía de lejos.
El hermoso vestido de Gumi había llegado, justo ese día. Después de haber probado el fruto prohibido escondido en los labios de Len. Se veían felices. Len sujetaba de la cadera a Gumi. Y ella observaba alegre su vestido, que lucía un maniquí a la vez que con su mano derecha palpaba las finas telas.
El ángel lo supo, no podría vivir viendo aquello. Quizás en el pasado le hubiese bastado solo con permanecer al lado de su amado, en silencio viéndolo amando a otra mujer, pero ya no podría, lo tenia claro. Tanto le había costado ser consciente del amor que había crecido dentro de ella. Ya no lo iba a ignorar, debía de ser egoísta por primera vez.
—Si mi amor aún vive, no te podré olvidar. -Recordó sus propias palabras.
No lo iba a olvidar, no quería hacerlo.
Len sintió que lo estaban observando. Así que giró tras de sí, no había nadie. Solo logró reconocer una fina y blanca pluma en el suelo.
—Len, es precioso. Muchas gracias. - Gumi distrajo a aquel hombre de sus pensamientos.
—De nada. Sé que lucirás hermosa.
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***
La noche finalmente había llegado. Luka apareció, como se había vuelto costumbre. Lo que realmente desconcertó a aquel ente fue que, Rin al parecer la estaba esperando.
—¿Cómo estás, Rin?
—Luka, creo que ha llegado el momento de que me cuentes la historia completa.
—¿De qué hablas?
—¿Qué hiciste para estar con la novicia a la cual le profesabas amor?, ¿en qué te convertiste?
El rostro de Luka se deformó. No esperaba que Rin la azotara con tantas preguntas. Pero, pudo intuir de que se trataba. Ya conocía en carne propia lo que seguía.
—Me convertí en un ser que sabía despertaría deseo en aquella dama. Y así fue, me deseo tanto que el día que iba a recitar sus votos sagrados, decidió escapar a mi lado. Seguía siendo yo, en carne de lo que ella anhelaba poseer. Me convertí en un apuesto hombre, de azulada cabellera y rasgos provocativos.
La rubia suspiró. Se puso de pie detrás del espejo del cuarto, del mismo modo que en la mañana. Y pese a que esta vez si se reconoció, no le gustó lo que vio. El rostro del virginal ángel, desbordaba tristeza. Luka reconoció lo que estaba sintiendo. Se acercó a ella y la sujetó de los hombros.
