♱Capítulo 10.♱

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—Si hubieses ofrecido borrar por completo mis recuerdos del pasado, puede que lo hubiese llegado a considerar- Rin se encontraba recostada por completo sobre la cama de su cuarto. Y su macabra acompañante simplemente la estaba observando.

—No permitiría nunca que alguien olvidase su pasado. Sin el no serías quién eres hoy. Eso lo se muy bien.

Rin cerró los ojos, tratando de imitar a los humanos cuando duermen.

—¿Qué será de ti? -Preguntó Luka— Eres un ser inmortal, tarde o temprano verás a aquel hombre envejecer y dejar este mundo. Son vidas frágiles y cortas. ¿Qué harás entonces?

—He tratado de evadir ese pensamiento. Gracias, Luka.

—Evadirlo no significa escapar de el.

Rin volvió a abrir los ojos. —No soy tan ingenua como crees. Sé bien que vienes aquí cada noche en busca de hundirme en un mar de pecado inmundo. Solo anhelas poseer mis alas.

Luka esbozó una sonrisa muy pacífica.

—No eres ingenua. En este mundo, no. Te has convertido en una persona individual lejos de cualquier clase de manipulación en nombre de aquel a quién alabas con tanta devoción. Lo único que te encadena ahora, son aquellas pasiones que guardas con recelo en tú corazón. Por aquel hombre que no será tuyo. Y está en mi naturaleza sentir empatía por los desafortunados que nunca obtienen lo que piden al orar.

—Y seguramente te habrás alimentado de los desesperados que recurren a ti.

—Todos ellos tuvieron la oportunidad de no hacerlo, el demonio es tentador. Por supuesto, pero la voluntad prevalece por encima de cualquier engaño.

—Empiezo a creer que una vida de engaño no me resultaría tan mala. Si me lograse mentir a mi misma, mi pesar podría ser sobrellevado con gracia.

Después de mucho tiempo, de muchas dudas e incertidumbres. Rin había creído entender que aquello que sentía por Len, resultaba ser amor. Comprendía que era una palabra fuerte, no muchos se atrevían a utilizarla. Pero, entendió que el amor se trataba de un sentimiento, un lugar, un recuerdo, una melodía. Todo ello se lo había enseñado Len.

A diferencia de Kaito, quien le había enseñado la libertad, la admiración, la obediencia y el cariño. Pero eran sensaciones distintas. 

—¿Vivirás al lado de un hombre que no será tuyo, y cuya existencia en este mundo resultará breve?

No tenía respuesta. O más bien si, pero era desgarradora.

—Desdichada seas tu, que no naciste como mortal. Si no como una sierva de Dios.

—Desdichada no, pero mi bendición ha de ser mi condena- Respondió Rin, con claro desgano.

Al abrir los ojos, Rin se dió cuenta de que se había hecho de día, y a su vez que Luka ya no se encontraba con ella.

—Nunca se despide. No es el modo de los demonios.

Decidió que era momento de ponerse de pie, y sobrellevar otro día. Así lo hizo, utilizó uno de sus amplios y despampanantes vestidos de la época, se puso zapatos de tacón bajo y se peinó con un enorme moño blanco. Pero, se detuvo un momento para apreciar su reflejo en el amplio espejo de la recámara. Se vio pero no se reconoció. Ya no era ella, y aunque se parecía bastante había perdido por completo su esencia. Esas ropas, esos zapatos, aquellos perfumes que usaba para camuflar su fragancia y los lazos en su cabello. No eran más que una fachada, que ocultaba su verdad, no solo para los demás sino para ella misma.

Ya no más- Pensó inquieta.

Rin nunca había puesto objeciones, ni con el consejo ni con Kaito. Mucho menos con Len. Su vida giraba en torno a la obediencia. A darle gusto a los demás sin quejarse, a tratar en lo posible de no ocasionar ningún problema. Pero, ahora estaba verdaderamente—Harta.

Con algo de brusquedad, se despojó de sus abultadas prendas y arrancó cualquier decoración de su cabello. Se detalló desnuda por primera vez, ella no consideraba su cuerpo envidiable ni mucho menos. La vanidad era pecado.

Buscó en los cajones las prendas con las que había llegado. Y cuando las encontró las presionó contra su pecho. Sintió su aroma embriagador, recordó que ese era el olor del cielo. Su hogar, al que ya no tenía pensado volver jamás.

Se vistió nuevamente, y mientras lo hacía pudo ver la sombra de sus alas en la pared. —Esto es quien soy. Por favor, ámame de este modo. - Dijo para si misma.

Se hincó al borde de la cama. Y comenzó a orar, solo haciendo eso podía sentir tranquilidad absoluta.

—Señor, perdóname por el pecado que voy a cometer y guíame para emprender el camino correcto. El que yo decida. - Suplicó, mientras sujetaba con fuerza su rosario. —Amén.

Al finalizar, decidió bajar.

El día era tranquilo. Sabía que Gumi no estaba en la casa, sabía que Len la estaba esperando. Y fue en su búsqueda. Lo encontró.
Se encontraba de espaldas a ella, mirando por la ventana sin percatarse de su presencia. Se veía triste a decir verdad, él nunca se lo decía a nadie. Sufría en amargo silencio para si mismo. Y lo había comprobado una noche que lo vió derramar amargas lágrimas en soledad. Pero, al día siguiente la buscó con la misma cálida sonrisa del primer día —Él sufre también.

Ya no más.

Camino sigilosa. Y se sentía completamente fría, aún así no iba a retroceder. Si aquel hombre nunca iba a ser suyo, debía probarlo al menos una vez.

Un amor prohibido surgirá,
juntos nunca estarán.
¿Humanos y ángeles?
Imperdonable.

Rin lo tomó desprevenido. Aprovechando que se encontraba de espadas y con ayuda de una de sus manos giró el rostro del joven. No perdió el tiempo y atrapó los labios de Len con los propios.

Y ya no existía bien o mal. Moral o inmoral.
Lo desafiaron todo. Así debía pasar.

Len sintió que su corazón se detuvo. Su primer instinto fue el de alejarse, pero el sabor dulce que emanaba de los labios de Rin se lo prohibió. No fue capaz de pensar en nada más. Y le correspondió plenamente al beso.

Pero, la realidad siempre vuelve. Len empujó a Rin con algo de brusquedad, y cubrió sus labios con ayuda de ambas manos. Su expresión era de total sorpresa. Quedó paralizado y el rostro de Rin se ensombreció.

Se miraron con desconcierto durante lo que pareció una eternidad. Y finalmente el joven habló.

—Esto...no puede ser.

—Te amo, Len. Quiero entregarme a ti. Darte todo lo que soy, mi verdadero yo. Sin más engaños. Brindarte mi alegría y dolor, mi pasado y presente. Todo a ti puesto que eres de quien me he enamorado con locura.

Aquello sonrojó al joven. Pero enseguida cambió su expresión a una más sería.

—Imposible- Dijo casi en un susurro. Enseguida, comenzó a caminar con intenciones de alejarse del lugar. Pero, fue detenido por Rin, quien agarró su mano.

—Por favor- Dijo la chica casi en un sollozo.

Len se soltó bruscamente del agarre.

—Olvídate de mi, Rin. Me casaré pronto, lo sabes bien- A Len le desgarraba el alma tener que hablarle así, pero ella había entrado en su vida sin avisar, no podía ahora descomponérsela.

—Si mi amor aun vive, no te podré olvidar.

Len la miró con dolor. Lo suyo jamás podría ser.

—Ponte ropa decente para la cena,luces extravagantemente vulgar- Dijo finalmente Len, saliendo del lugar.

Rin no lloró, sonrió con pesar mientras lo veía alejarse.

Perdóname señor.

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♱ Alluring Secret ~Black Vow ♱ (Rin x Len) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora