Capítulo 10

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Un silencio se tornó en esa pequeña habitación. Me moría de ganas de hablarle, de decirle que aunque lo niegue lo estaba empezando a querer. Pero otra vez no pude, no puedo decirle que lo quiero porque tengo miedo.

Las palabras querían escapar de boca como pequeños estallidos, pero por suerte no resultó así. Quizás era momento de mi primer te quiero hacia él, pero no estaba preparada, y gracias a Dios, aquellas sílabas quedaron dentro mio una vez más.

Tengo miedo. Miedo a hablar. Miedo a equivocarme. Miedo a abrir mis ojos. Miedo a vivir, simplemente... Pero ¿qué es el miedo? Es un sentimiento nulo, frío, de desconfianza, oscuro, que la mayoría de las veces nos hace perder muchas oportunidades o que nos deja simplemente en nuestro mundo, nuestro espacio, nuestra mente, nuestra vida; para ser más precisa; dejándonos encerrados y sin darnos la posibilidad de no poder buscar una salida o una puerta de entrada para empezar el camino. En el mundo existen muchos miedos, como por ejemplo al agua, a estar en espacios cerrados, a los insectos, etc; pero los peores miedos son los de poder ser feliz y aquél miedo a sonreír. ¿Y por qué? Porque el hombre teme a conseguir algo y después en un típico -cerrar de ojos- lo pierda todo. Y en ese momento es donde actúa esté sentimiento nulo; el miedo; perdimos la oportunidad de hacer algo, de expresarnos, de preguntar de ver, de sentir y de vivir.

Jueves. Viernes. Sábado. Domingo. Sin noticias del chico de los dientes blancos como nieve. Lunes, rutina de nuevo. Colegio.

-Buen día chicos, -me pareció oir la voz potente y clara de la directora entrando al curso, acompañada de una nueva alumna, sin dudas no me equivocaba- les presento a Nicole, quien a partir de hoy comenzará a estudiar con ustedes hasta que finalice el año lectivo escolar.

Esa mañana estaba un poco dormida, más de lo habitual, no tenía la capacidad de coordinar cualquier cosa que me dijesen, entonces me recosté en mi banco, quedándome semidormida. Cuando escuché a la directora que dijo el nombre -Nicole- abrí mis ojos lentamente y luego levanté la mirada, y para mi gran sorpresa y desgracia, era la amiga del chico del accidente. Sí, hablo de él.

Ella se sentó al lado mío, ya que todos tenían compañeros y yo no. Estaba tan cansada que no fui capaz de saludarla, y eso hizo que pareciera indiferente hacia ella, aunque ella si lo hizo.

-Hola Nelly, ¿cómo estás? -Mencionó Nicole con una sonrisa un poco ancha, la envidiaba porque el uniforme le quedaba divino, mientras que yo parecía una monja. -Entiendo que no quieras hablar, pero yo no tuve la culpa de lo que pasó. Tampoco tengo la culpa de estar acá en este colegio, no fue casualidad, la verdad es que no sabía que venías a acá, y como nos mudamos a un par de cuadras y mis papás decidieron que era mejor que venga acá.

-Hola Nicole,-dije haciendo mi mayor esfuerzo. -entiendo, y en verdad me alegro de tu mudanza. -Me di vuelta dándole la espalda y apoyé mi cabeza sobre la pared del salón como lo hacía habitualmente.

-Tomás te extraña, -sentí su mirada clavada en mi, pero no la vi- cuando le cuente que vamos juntas al colegio me va a llenar de preguntas jaja-Dijo para si misma mientras ordenaba sus útiles sobre el banco.

No le di importancia a lo de Tomás, dije que ya no me interesa y no quiero saber nada sobre él, así que, ¿qué más?, ya está, tenia una nueva compañera que era amiga de él, y eso tal vez iba a ser un problema más.

Todos sabemos que cuando querés olvidarte de alguien, te sale su nombre hasta en los sobrecitos de azúcar de una estación de servicio, literal. En fin, yo pienso que de cualquier forma el destino se empeña en recordarnos sobre lo que queremos hacer, y también para que nos planteemos si en verdad estamos seguros de esa decisión, ya que la mayoría de las veces no tomamos la correcta.

Un viaje al tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora