Capítulo 15

113 6 0
                                    

Mi cabeza no dejaba de interrogarme acerca de por qué Tomás no había intervenido o por qué no salió en defensa de alguna de las dos. Tampoco entiendo su comportamiento, pero esas son cosas que no puedo decirlas y tengo que masticarlas y luego tragarlas.

*Conversación de WhatsApp*

[7:56 PM] Tomas: Perdón por lo de hoy.

[7:56 PM] nell: no es nada,perdóname vos a mi por desmayarme,no se tal vez no comi bien

[7:57 PM] Tomas: Tengo que decirte tantas cosas Nell, pero en verdad no puedo.

[7:57 PM] nell: entonces para que me decis que me tenes que decir algo sino lo vas a hacer?

[7:57 PM] Tomas: Nunca dije que no lo iba a hacer. Dije que no puedo, no que no quiero, es algo complicado.

[7:58 PM] nell: no amas a yaznia, no?

[7:58 PM] Tomas: No lo hago, pero no puedo dejarla.

[7:58 PM] nell: peor es mentir o fingir

[7:59 PM] Tomas: Ya sé. Cambio de tema, ¿estás en casa? ¿Querés qué cenemos juntos?

[8:00 PM] nell: si estoy en casa, y lo demás no se si será buena idea

[8:00 PM] Tomas: Voy en camino :)

*Fin de la comunicación*

No pasaron veinte minutos de la conversación que alguien tocó el timbre. Al acercarme al mirador de la puerta pude observar a una silueta masculina quien se encontraba de espaldas en la entrada de casa, era él. Sinceramente no creía que iba a venir.

Al abrir, unos instantes más tardes de haber llamado, sus brazos, sin pensarlo, una vez más, me estaban rodeando muy fuerte.

-¿Qué hacemos? ¿Salimos o nos quedamos? –Dijo por fin mientras no dejaba de mirarme.

-No tengo muchas ganas de salir. –respondí mientras me sonrojaba por su mirada. –Perdón murmuré-.

No entendía porqué me miraba tanto, ya me conocía, al no entenderlo comencé a observarme yo misma discretamente.

-No entiendo –Dije-.

-Yo tampoco. –Contestó negando con la cabeza.

-¿Qué cosa? –Argumenté confundida examinándome-.

-Nada, no importa.

-Mejor entremos a encargar pizza. –Dije mientras pasaba a la casa.

-Sin aceitunas por favor, las detesto. –Respondió siguiéndome.

Cenamos con María. Era increíble. Ellos se llevaban tan bien. Verlo sonreír a ambos era tan placentero.

-¿Vemos una película? –Preguntó mientras lavaba los vasos.

-Tal vez, o una serie.

-¿How i met your mother? –Consultó enarcando su gruesa ceja derecha y un pequeño hoyuelo al costado de la comisura de su boca comenzaba a aparecer.

-Es mi serie favorita -dije emocionada-.

-¡Legendary! –Exclamó imitando a Barney Stinson, lo cual me dio mucha risa-.

-Está bien, ponela –Respondí riendo.

-¿Cómo? –Su cara se tornó pervertida por dos segundos, aunque luego continuó divertido y asintiendo para sí –Está bien señorita, ¿por cuál capítulo vas? –Siguió mientras rápidamente buscaba en mi computadora una página para verla.

-En el que Ted termina con su novia de bachillerato, Karen, por haber encontrando un aro de Robin en su cama. -Dije mientras lo esperaba en el sillón abrazando mis rodillas.

-Sin dudas capítulo diecisiete temporada cuatro. -Me respondió con total seguridad, mientras hacia algunas conexiones de cables desde la computadora al televisor.

-¿Cómo estás tan seguro? ¿Acaso te sabes los capítulos de memoria o lo buscaste en Google?

-Ninguna de las dos opciones, pero si tuviera que elegir alguna sería la primera. -Agregó mientras guiñaba su ojo derecho y sonreía, al mismo tiempo que se colocaba el capitulo.

No podía creer que con él estaba compartiendo mi serie preferida. Teníamos algo en común, ambos éramos muy fans de ella. Qué loco ¿no?

Es tan raro que en ese instante se cruzó por mi cabeza que no podía ser real, que no estaba compartiendo un gusto mío con él, pero al intentar despertarme me di cuenta de que todo era más verídico de lo que podría en algún momento imaginar, porque ambos estábamos sentados en el mismo sillón viendo un capítulo de nuestra serie. 

No suelo compartir mis gustos o pensamientos con alguien, por el sólo hecho de que son de mi vida y me pertenecen, no me gusta compartirlos, pero por primera vez me gustaba hacerlo.

El capítulo dieciocho terminó, y él se quedó dormido en el otro extremo del sofá. 

Busqué mi manta de constelaciones sin hacer demasiado ruido, y lo arropé suavemente. 

Me detuve a contemplarlo unos instantes mientras colocaba cariñosamente mi frazada sobre su cuerpo reposado en el sillón. Lo observé con dulzura, entretanto examinaba su respiración serena, sus pestañas gruesas y largas también descansaban. Ese momento para mi era como la mejor obra de arte, podía estar horas y horas viéndolo dormir. 

El sueño también se apoderó de  mi, pero antes de ir a mi habitación decidí acurrucarme en la otra punta del sofá presionando mis rodillas sobre mi pecho. 

Simplemente, compartimos una noche. Una noche sumamente diferente a todas. 


Un viaje al tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora