Capítulo 4

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"¿Por qué?" Esa es la gran pregunta que todos nos hacemos, y la mayoría de las veces no encontramos una respuesta coherente o probable.

Cuando somos chicos, nos interrogamos el por qué de todas las cosas; pero a medida que crecemos esos por qué de antes cambian; siempre nos podían responder cualquier tontería que luego íbamos a estar contentos de obtener una respuesta. Pero cuando pasa el tiempo los mismos "por qué" te torturan, te golpean y te hacen pensar. Como por ejemplo, ¿por qué la vida nos quita las mejores cosas que tenemos? Una vez leí: ''Nunca valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos'', y esa es nuestra realidad, ya que nunca valoramos a las personas que tenemos a nuestro alrededor, porque tampoco nunca nos imaginamos lo que podría pasar si ellas no estuvieran, pero a su vez jamás nos ponemos a pensar cuanto las queremos. Es irónico qué la vida te quite algo que te hace feliz; y por eso puede ser que en un minuto pasamos de tenerlo todo a no tener nada, y ahí es cuando llega el famoso "¿por qué?". La vida en si es un enigma, está llena de incógnitas que muchas veces son casi imposibles de resolver, es como un rompe cabezas de millones de piezas, que te va a costar mucho trabajo completar y seguro te falte alguna pieza, pero solo tenes que ordenarlas bien con paciencia, y en algún momento vas a terminarlo y te vas a dar cuenta que es algo muy hermoso. "El que busca, encuentra",dicen ¿no? Pero, si encontré algo y lo pierdo ¿qué pasa? ¿Después voy a volver a encontrarlo? Muchas veces cuando perdemos algo, después vamos a encontrar algo muchísimo más valioso, porque la vida es una rueda ¿no?

-¡Nell, Nelly! ¿Dónde estás? -El grito ofuscado e impaciente de María me detuvo justo a tiempo.

-Estoy en el baño, ya salgo -Grité con precisión, y me sequé un par de lágrimas frías que se me escaparon. Limpié todo la sangre que derramaron mis débiles y delgadas muñecas.

-¿Podés apurarte Nell? Vino alguien que quiere hablarte- Lo primero que pensé al oírla pronunciar las primeras palabras, fue que ya lo descubrió. Pero no, me equivoqué una vez más.

-Sí abuela, ya salgo. Me estaba bañando -Mentí, otra vez mentí. Estúpida yo. -Sos una estúpida y cobarde Nell- Me dije a mi misma con razón alguna. ¿Cuándo voy a aprender a enfrentar esa maldita realidad? El mundo es de los valientes, dicen los sabios. ¿Será por eso que no me siento parte del mismo?

Salí .Vi una mujer que estaba de espaldas hacia mi. Por lo que podía ver, llevaba un traje muy elegante y tal vez un tanto anticuado color beige, pegado a su cuerpo perfectamente, marcando algunas de sus predominantes curvas. Sus zapatos eran negros con un poco de plataforma. Y su cabello recogido, formaba un perfecto rodete, sin que se le escape ningún pelo demás. No la conocía, hasta ahora.
Su presencia era elegante, y dejaba una pequeña estela en el aire de su dulce perfume. Cuando la vi por primera vez, lo primero que se me vino a la mente fue que venía del colegio. Pero no, me confundí.

Tosí un poco, para que notara mi presencia. Se dio vuelta, y pude ver su rostro. Sus ojos color miel parecían que tenían rayitos de sol. Su nariz fina y respingada. Sus pestañas arqueadas y largas. Tenía un cutis tan perfecto, tan lindo, ni una arruga y mucho menos alguna marca de acné. Sin duda la envidiaba. Ella era perfecta, parecía una muñeca.

La abuela nos dejó solas.

-¡Buen día!- esbozó una sonrisa; dejando ver su dentadura blanca y perfecta, como ella- Me presento soy la abogada Josefina Medina -me tomó la mano, y me la agitó con delicadeza- estoy aquí de parte de Marcos Stayn.

-Si, si -Respondí rápidamente absorta por todo lo que estaba sucediendo-No lo conozco, ¿quién es ese hombre?- Era raro teníamos el mismo apellido, y su nombre me sonaba familiar, me sonaba cercano y muy.

-Disculpe, tal vez me equivoqué -Miró una carpeta y leyó el nombre nuevamente en voz alta- Sí, Marcos Stayn -dijo con seguridad, moviendo la cabeza con señal de aprobación- Si tal vez no me equivoco es su tío, porque es primo hermano de su padre Ezequiel Stayn, él me mandó para pedir su tenencia, ya que usted quedó huérfana, y lo siento mucho, -hizo una pequeña pausa bajando la cabeza en señal de pésame, y continuó- pero su tío quiere tenerla a cargo.

-Disculpe, pero creo que usted se equivoca. Nunca escuché el nombre de mi supuesto tío y mucho menos lo vi. Además el juez Pedro Agustín, le ha dado mi tenencia a mi abuela cuando mis papás fallecieron -Estaba enojada. ¿Quién era ese tal Marcos para pedir mi tenencia después de tantos años que la tiene María? Me imaginaba que era un hombre viejo y con mucho poder adquisitivo que vivía en las afueras del país.

-Lo siento mucho, pero le vuelvo a repetir que a mí me manda su tío, el primo hermano de su padre. Él me ha comentado que nunca la conoció personalmente, pero que sabía de su existencia, y que por eso como familiar cercano quiere su tenencia y quiere que usted señorita Nell -Me miró a los ojos fijamente- vaya a vivir con él a Lanús, en Buenos Aires. -Lo dijo con un tono de exigencia que me asusto, pero sin levantar su dulce voz.

-No quiero ir, y mucho menos con ese hombre. No lo conozco. Me quiero quedar con mi abuela -Argumenté levantando mi voz, pero al hacerlo no me di cuenta.

Por más que tratara de recordar, el nombre no me venía a la mente, y mucho menos su rostro. Tenía miedo. Ya me había adaptado a vivir en Santa Fe, y ahora no podría soportar irme a Buenos Aires con un extraño que dice formar parte de mi familia. No fui. Y tampoco nunca voy a ir.

Medina no insistió, luego seguimos discutiendo sobre el tema y finalmente se despidió con la misma sonrisa que se presentó. Solamente dijo que ella misma le comunicaría al señor Marcos Stayn lo ocurrido, y dejaría al criterio de él la decisión de su sobrina Nell.-Esas fueron sus palabras textuales.

Un viaje al tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora