Capítulo 79

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La abuela me despierta de mi encantador sueño. Mi sueño con el pasado. Cuando mis padres y yo éramos... una bonita familia. Con problemas, si, pero al menos... bueno, al menos no como ahora. La miro algo despistada, ¿Qué quiere? ¿No me dice siempre que duerma? Miro la hora en mi móvil, son solo las diez de la mañana. Y bueno, es sábado y he terminado las clases.

- Venga, cielo, despierta tienes que ver esto. - me dice moviéndome
- Ok abue, ya- digo molesta mientras me incorporo, ella sale al salón y cuando abro bien los ojos me doy cuenta de lo que tengo rodeándome.

Rosas rojas. Por toda la habitación. Se mezclan con amarillas, que también son de mis favoritas y están repartidas por todo el suelo de mi habitación yo miro todo incrédula ¿de donde salieron tantas? No puedo evitar sonreír al imaginar quien las mando. Jimin. Él ayer estuvo aquí con flores, esto seguro es obra de él.

- Tengo que reconocer que se lo esta currando- dice el abuelo desde la puerta, yo río en voz baja divertida.

Me levanto de la cama con miedo a pisarlas, camino despacio y cojo dos de ellas, las huelo, me encanta. Miro hacia fuera, en el salón. Y allí también hay. Me acerco sonriendo y negando con la cabeza.

- Cariño, ¿se puede saber quien envío esto?- pregunta mi madre desde la cocina mirando fascinada- en la notita no pone nombre- dice sosteniéndola en la mano, me acerco corriendo y se la arrebato.

Pececito.
Dijiste que con un ramo no te compraría, así que he probado con mandarte cien más.
Fui estúpido y solo espero que me perdones.
Tu tiburón.

Sonrío como tonta enamorada, vuelvo a leer y suspiro como si estuviera en un sueño. No conocía ese lado romántico de Jimin. Pensé que ni existía esa parte en él. Miro que mi madre sostiene un ramo en la mano y las mira curiosa.

- ¿Y porque me han enviado uno a mí?- me pregunta confusa
- ¿No te viene con notita?- le pregunto, ella niega y yo sonrío- esto... ha sido Jimin, mamá, seguro es su manera de volver a ganar puntos contigo
- ¿Puntos conmigo? ¿ese niño cree que caeré por unas rosas?
- No, mamá. Él solo... te quiere hacer ver que no es tan mal chico a pesar de lo que paso. Y te quiere hacer ver que me quiere- susurro por último
- Me da igual. Como quiera no quiero que estés con un drogadicto
- Mamá, el no es drogadicto, ¡yo ya te explique!- digo con la necesidad de defenderle
- Si, pero aún no me gusta, lo siento amor. - suspira- vamos a recoger esto, tu ve duchándote que te tenemos que ir al hospital, en una hora operan a papá, recuerda- yo asiento con la cabeza y echo un último vistazo a las rosas.

Entro a mi habitación con mi abuela detrás que me mira curiosa, yo sonrío y me tiro en la cama, me incorporo y recojo varias flores del suelo. Mi abuela se sienta a mi lado y me observa.

- ¿A ti que te parece abue?- le pregunto sentándome
- Muy romántico.
- Entonces... ¿debería perdonarle?
- No lo se, cariño. Tu eres grande, debes tomar tus decisiones, si crees que esto es suficiente para volver con él hazlo, pero sabes que tu madre no esta de acuerdo con esa relación...
- Si, pero tu acabas de decir que soy grande- digo sonriendo
- Ay cielo, solo espero que no te equivoques - me dice, me acaricia el pelo y se levanta hiendo hacia la puerta
- Abue ¿Quién trajo las flores?- pregunto curiosa
- Los de la floristería, cuando llegaron diciendo que traían un encargo para ti nos sorprendimos, y no veas como nos quedamos cuando vimos que entraban y entraban dejándolas esparcidas por todo el salón, fue graciosa la cara de tu madre- dice sonriendo- venga, báñate que nos tenemos que ir.

Suspiro. Yo también espero no equivocarme.
Me ducho rápidamente y me visto, salimos de casa de camino al hospital en metro, que por suerte solo son tres estaciones, mientras voy comiendo por el camino sin importarme la mirada de otros. Solo tengo un pensamiento en la cabeza. La operación que le harán a mi padre. Cuando llegamos al hospital nos dejan pasar a su habitación, solo podemos estar cinco minutos con él. Cuando entramos lo noto nervioso y le abrazo.

- Papi, prométeme que todo saldrá bien- le susurro, él me mira y sonríe
- Mi... prin...cesa- dice haciendo pausas con esfuerzo- te quiero- dice más claro, yo suelto una pequeña lagrima
- Y yo, te adoro papá- vuelvo abrazarle y le dejo paso a mis abuelos que le abrazan fuerte. Por último lo hace mi madre que parece no querer dejarle ir y eso hace que se salten las lagrimas.
- Venga, no nos pongamos mal, la operación saldrá bien- dice intentando sonreír, mi padre sonríe con animo y me mira y me guiña un ojo.

Salimos de la habitación y nos quedamos en la sala de espera, veo como se llevan a mi padre al quirófano, me pongo nerviosa, muy nerviosa. Reprimo las ganas de llorar, tengo que ser fuerte, me repito. Recibo un mensaje de ánimo por parte de Lorena, sonrío. Ojala y ella tenga razón. Ojala todos tengan razón.
Las horas se me hacen eterna, el médico dijo que duraría alrededor de cinco horas la operación, miro el reloj. Solo han pasado dos. Mi abuelo se pasea de un lado a otro y mi abuela parece sumergida en sus pensamientos, es la primera vez que la noto tan seria... y triste. Miro a mi madre, ya es el tercer té de relajación que se toma. Yo solo permanezco sentada en el mismo sitio, observando la gente pasar, deseando no estar allí.
Cuatro horas. Ya la desesperación en nosotras se acelera, estamos ansiosas por saber algo, pero nadie nos dice nada, todos parecen seguir su vida con ritmo normal, como si ahora no estuviesen abriéndole la cabeza a una persona con riesgo de... morir. Ahora es mi abuelo quien permanece sentado y yo me paseo de un lado a otro, también he recibido mensajes de Marta y Mónica y otros más de Lorena diciéndome que podría ir a hacerme compañía, pero realmente no quiero.
Cinco horas. Dios y esta maldita gente no nos dice nada. Vamos, ya deberían de estar acabando, veo como dos enfermeras corren en dirección quirófano, me asusto, pero niego con la cabeza, ni que fuera solo a mi padre a quien operarán hoy. Mi madre viene junto a mi abuela de la capilla, estuvieron al menos veinte minutos allí rezando. Cinco horas y medias. Mi abuelo pide desesperado a una enfermera información pero esta dice que no puede decir nada. Ya la operación debería haber acabado ¿Por qué no nos dicen nada?

- Ya no puedo más- dice mi madre con desesperación, veo como el doctor viene por el pasillo
- Ya viene- digo poniéndome recta y el corazón va a mil por los nervios

El doctor se acerca nervioso, serio. Triste. Se me escapa una lagrima. Él se detiene delante de nosotros, que le miramos ansiosos, se encoge de hombro y nos mira uno por uno sin saber como comenzar a explicarse, parece sentir vergüenza. Yo me temo lo peor, ya no hace falta que lo diga en voz. Y comienzo a sollozar fuerte.

Y así....el tiburón se enamoró del pececito. Jimin y ___(1° Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora