Capitulo 7

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La casa estaba repleta de cajas, los niños abrían cada caja cuando necesitaban algo. No se molestaba en preguntar si podían, solo lo hacían y, Geoffrey y yo debíamos volver a guardar todo como estaba.
La mudanza iba en pie, la mayoría de las cosas ya se las habían llevado a Inglaterra, solo faltábamos nosotros, la ropa, los juguetes y una que otra cosa de la cocina, sala y habitaciones.
-¿Tienes los boletos?-le grité a Geoffrey desde adentro del baño.
-¡Si!-respondió también a los gritos-. No, Megan, deja eso.
Reí mientras me secaba el cabello. Me coloqué la ropa que llevaria ese día para el vuelo y luego me cepillé los dientes. Cuando hube acabado, salí del baño con las pocas cosas que me quedaban por empacar para llevar y las metí en la maleta.
-¿Mami?-preguntó Ashley peinando una Barby.
-¿Qué pasa, Ash?
-¿Megan y yo tendremos habitaciones separadas?
Megan alzó la vista para prestar atención ella también.
-Eh, no sé-me encogí de hombros-. Papá ha visto la casa, yo no sé nada.
Las dos cabecitas giraron hacia donde estaba Geoffrey. Él iba guardando y a medida que lo hacía, Austin iba sacando.
-Deja eso-le quitó una rasuradora de la mano-. Eso también- un peine-. Ya, basta, Austin.
-¿Y esto que es?
-Gel para el cabello.
Megan y Ashley comenzaron a reir.
-Eso lo usan las nenas.
Me tapé la boca para no reir con ellos.
-No es cierto. Deja, Austin, voy a enojarme.
-Tú nunca te enojas-le dijo el niño.
-¿Quieres probarme?-alzó una ceja.
-Perdona, está bien.
Ya estaba aburridos, no tenían nada con que entretenerse. Y hasta que se hiciera la hora de irnos al aeropuerto, los tres debían quedarse siempre cerca nuestro, porque un segundo que nos dábamos la vuelta, ya estaban destruyendo algo por ahí.
-¿Ashley y yo dormiremos en habitaciones separadas?
-No lo creo, cariño-le dijo Geoffrey mientras tomaba a Austin entre sus brazos-. Hay una habitación grande donde pueden dormir las dos, creo que pintura rosa, muebles nuevos y quedara hermosa, lo prometo- dejó a Austin al otro lado de la habitación-. Te quedas aquí, niño maldito.
Reí por lo bajó y cerré una maleta pequeña donde iban todos los cosméticos. Geoffrey volvió a lo que hacía, mientras Austin observaba desde lejos y las niñas peinaban a sus muñecas.
-¿Has guardado todo?-me preguntó Geoffrey.
-Si, Rojas, ¿tú?
Justin cerró una maleta y alzó la cabeza para luego sonreír y decir:
-Ahora si.
-¿Nos vamos?-preguntó Austin.
-¡Quieto ahí!
Austin bajó la mirada y me reí. El niño había estado molestando todo el día, aunque era el mayor de los tres, era el más molesto, o mejor dicho, travieso.
La mayoría de nuestra ropa, se la habían llevado antes, lo que nos quedaba a nosotros, eran algunas mudas de ropa que habíamos estado usando los últimos días que pasamos en casa. Por eso, solo teníamos cuatro bolsos, porque todo lo demás estaba ya en Inglaterra.
El aeropuerto estaba repleto de gente. Les habíamos advertido a los tres pequeños que se quedaran cerca de nosotros que no se alejaran para nada, que no hablaran con nadie más y que se comportaran. Geoffrey estaba de un humor no muy agradable, creo que debían ser los nervios. Austin estaba completamente insoportable de la ansiedad. Ashley y Megan se comportaban como dos señoritas, cada una con una muñeca distinta en la mano. Y yo, bueno, yo estaba algo nerviosa.
¿Les había comentado que Caroline accedió a mudarse con nosotros?
Ella era la niñera desde hacía demasiado tiempo como para que los niños la quisieran tener siempre en sus vidas, y cuando le comentamos que debíamos irnos a vivir a Inglaterra, ella casi se había abandonado al llanto cual bebé. Dijo que como ella no tenía a sus padres vivos y su hermana ya tenía una familia estable, ella estaba dispuesta a irse con nosotros si queríamos contratarla. ¿Cómo decirle que no a ella? Si es la mejor niñera que hemos tenido, ama a los niños y los niños la aman a ella, entonces, nos la llevamos con nosotros a Inglaterra.
Al subir al avión, Austin se sentó con Caroline, Geoffrey con Megan, y Ashley conmigo. Apenas el avión comenzó a moverse, Ashley se quedó completamente dormida, Austin comenzó a patear mi asiento desde su lugar.
-Hijo, compórtate-lo observé desde el hueco de los dos asientos-. No patees aquí que tu hermana está durmiendo.
Caroline lo regañó sutilmente y minutos después de hacer morros y molestar un momento, se sumió en un profundo sueño.
La cabecita de Ashley descansaba sobre mi brazo derecho, mientras que yo me concentraba en ver una película que me iba aburriendo y de a poco cerraba mis ojos. Un toque en mi hombro me hizo volver a la realidad.
-¿Qué pasa?
-Estoy aburrido.
-Aii, Geoffrey, déjame dormir.
-Quedan dos horas, ______. Juguemos a algo.
-¿A qué quieres jugar?-pregunté sin comprender.
Geoffrey asomó su cabeza al pasillo vacío del avión y volvió a dedicarme su mirada.
-Vamos al baño.
Todos en el avión estaban dormidos, a excepción de mi marido, que por supuesto no era para nada normal.
-Estás loco.
Volví a acomodarme en mi asiento y cerré los ojos mientras regulaba mi respiración.
-Amarga-susurró Geoffrey en un cantito-. Mi esposa es una aburrida, amarga, vieja antipática.
Fruncí el ceño y decidí ignorar sus estúpidos insultos.
-El tiempo te ha quitado la diversión, _____-siguió susurrando-. ¿Te dormiste, vieja?
Por un lado, tenía ganas de ponerme de pie y llevarlo a rastras al baño, para que viera que no era ninguna vieja antipática y aburrida. Pero por otro lado, tenía que quedarme en mi lugar, con mi hija durmiendo a mi lado.
-Viejita dormilona-canturreó en un susurro-. Aún recuerdo cuando eras joven y hacíamos estupideces. Es ahora cuando me da tristeza que te hagas vieja, pierdas la diversión y tomes pastillas para los nervios.
Abrí los ojos de golpe y volteé a verlo.
-¿Qué pasa, abuela?
-Disculpa, pero que yo sepa, tú eres mayor.
-Pero a mi no se me nota. ¿Has visto esas arrugas en tus ojos?
-No es gracioso, Geoffrey. Vas a conseguir que me enfade contigo.
-Anda, vieja enfadosa.
-¡No es divertido!-levanté un poco la voz, pero no tanto como para despertar a los demás.
-Vamos al baño y demuestrame que no eres una vieja aburrida.
-Vuelves a llamarme vieja y te juro que no respondo a mis actos.
Geoffrey rió y volvió a acomodarse en su asiento.
-Está bien, abuela, me quedo callado.
Fruncí el ceño y lo miré de mala gana antes de acomodarme de nuevo en mi lugar. Al cabo de unos minutos, me quedé completamente dormida.
El vuelo duró alrededor de seis o siete horas, aunque cuando aterrizamos, pareció haber sido un maldito vuelo de tres días. Los niños estaban completamente odiosos y de mal humor, a Geoffrey no le agradaba la idea de tener que lidiar con ellos medio adormilados y con mala cara, y también se había puesto odioso. Lo que parecía ser un lindo viaje, comenzaba a ser horriblemente horrible. Caroline y yo, tuvimos que lidiar con todo, mientras que Geoffrey caminaba más deprisa y nos dejaba con los niños y algunos bolsos.
-Voy a matarlo apenas lleguemos a casa-dije apretando los dientes.
Todo ese mal humor, esas ganas de aniquilar a mis propios hijos y esposo, se esfumaron cuando el auto negro de Geoffrey se detuvo frente al portón de nuestra nueva casa. Decir casa, era poco. Eso era una terrible mansión blanca y negra


La Bella Y la Bestia{Segunda Temporada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora