Abro los ojos y por un momento me siento desconcertada, luego me doy cuenta de que estoy en el hotel, en Chile. Me estiro lentamente y tanteo la cama en busca de mi marido, no está. Me siento y aparto las sabanas, escucho el correr del agua dentro del baño. Me estoy haciendo pis encima, así que corro y me meto en el baño.
-¿_____? ¿Eres tú?
-Soy yo, Geoff.
-Buen día.
-Buen día –digo sentada en el inodoro.
-¿Qué ocurre? –Asoma la cabeza y se ríe de mí.
-¡Geoffrey!
-Perdona, no sabía –dice entre risas y mete la cabeza en la ducha nuevamente.
-¿Has visto a los niños?
-No, me desperté hace veinte minutos.
No respondo y me despojo rápidamente de mi ropa. Un tierno frío me recorre el cuerpo y sin pensarlo dos veces corro la mampara y me meto en la ducha para encontrarme a Geoffrey desnudo.
-Así que mi esposa se ha despertado juguetona –dice con los ojos cerrados y bajo el agua.
-Tenía frío. Ponla más caliente.
-Estás loca. –Se ríe.
Luego de una ducha con mi marido, una ducha algo intensa, me visto con un short de jean y una blusa suelta blanca. Cepillo mi cabello frente al espejo mientras Geoffrey se viste en la habitación y está viendo las noticias. Tomo el secador de pelo y lo enciendo para secarme un poco el cabello.
-¿Pido el desayuno o salimos a desayunar con los niños?
-Con los niños –grito por encima del ruido del secador.
Geoffrey no responde, pero sé que ha escuchado. Así que termino de secarme el cabello y me cepillo los dientes. He decidido no maquillarme, no tiene sentido. Aunque si me paso manteca de cacao por los labios y luego apago la luz del baño para salir de allí.
-Hablé con Caroline.
-¿Qué dice? –Me pongo las ojotas y me siento en la cama mientras me ato el cabello en una coleta.
-Que los niños se han despertado hace ya un buen rato y están bañados, así que peina a las niñas y bajan a nuestro encuentro.
-Yo quiero peinar a mis hijas –me quejo.
-Siempre las peinas tú, deja que Caroline haga su trabajo.
-Me dan celos.
Geoffrey se ríe divertido de mí y se sienta mi lado para ponerse sus ojotas azules.
-¿Llevas traje de baño debajo?
-No-oo –digo en un cantito.
-Pues deberías.
-¿Por qué? Claro, si se puede saber.
-¿Por qué crees tú?
Me río y lo empujo con el costado de mi cuerpo. Maldito tonto. Así que me pongo de pie y subo una de mis maletas a la cama.
-¿Es la misma maleta que llevabas cuando te quedaste en la pista de despegue?
-Ni me lo recuerdes.
-Eras tan testaruda.
-Y tú un engreído.
-¿Un qué? –Alza una de sus cejas.
Abro la maleta y comienzo a revolver para encontrar mi traje de baño rosa pálido. Le repito el adjetivo calificativo a Geoffrey y él vuelve a preguntar por qué he dicho eso, me río de él y lo llamo anciano. Se pone de pie y me cuelga sobre su hombro.
-Oh, no, no, ¿qué haces?
Geoffrey se ríe y rodea la cama para tirarme donde no haya ropa ni maletas, se abre paso entre mis piernas y comienza a mover sus dedos sobre mi vientre. ¡Mierda, cosquillas no!
-¿Qué dices que soy?
-No, espera, espera. –Me retuerzo en la cama y río sonoramente.
-¿Un qué?
-Un anciano engreído.
-Tendrías que haber cambiado eso... -ríe y sigue con las cosquillas.
-Ai, Geoffrey, no, ya para.
Me río intentando quitar sus manos de mi panza y a él le divierte que no me pueda zafar de sus cosquillas. Cuando ya me he abandonado a las lágrimas de diversión, Geoffrey dejó de fastidiarme.
-¿Sigo siendo un anciano?
-Siempre serás mi anciano pervertido.
-Eso merece más cosquillas.
-No por favor. –Hago morros y se me escapa nuevamente la risa.
Me besa suavemente en los labios y se quita de encima de mí para ponerse de pie y abotonarse la camisa. En eso, suena el teléfono de la habitación.
-¿Holi?
-¿_______?
-Hola, Caroline.
-Oh, pensé que me había confundido. –Se ríe levemente-. Los niños ya están listos, ¿bajamos?
-Si, Geoffrey y yo bajamos en unos dos o tres minutos.
-Está bien.
La llamada se corta y me salto de la cama.
-¡Hay que bajar, Geoffrey!
-Deja de gritar o van a echarnos de aquí.
-Pensé que no escuchabas, anciano.
Se ríe divertido y me golpea el trasero al pasar por detrás de mí. Me río también y busco mi cartera con la vista. La veo sobre la silla y corro a buscarla. Veo a Geoffrey meterse algo en el bolsillo y luego abre la puerta.
-Vamos, muévete.
Salgo corriendo de la habitación y volteo a ver como una sonrisa juega con los labios de mi marido. Cierra la puerta de la habitación y me toma la mano. Llamamos al elevador y mientras esperamos Geoffrey se dedica a acariciarme el dorso de la mano con su pulgar. Llega el elevador y nos metemos allí para bajar a la planta baja. Cuando salimos vemos a mis tres hijos con Caroline que está acomodándose la hebilla de su cinturón.
-¡Mami! –Grita Ashley y corre hasta nosotros.
Suelto la mano de Geoffrey y me agacho para abrirle los brazos a Ashley, atrás la sigue Megan, pero Austin corre hacia Geoffrey y le abraza una pierna. Las dos niñas se me cuelgan en el cuello y hablan a la misma vez.
-¿Quién quiere desayunar en Mc. Donads?
-Yoooo –dicen los tres a la vez.
-Que sano es ese lugar –digo a Geoffrey con desaprobación.
-Es lo que a ellos les gusta, no seas cascarrabias.
Pedimos un taxi para ir hasta el lugar de comida rápida. Geoffrey está casi tan emocionado como los niños y parece verdaderamente un estúpido. Frunzo el ceño al verlo pedirse lo mismo que los niños. Nunca un café o algo así. No, el quiere su juguito de naranja.
-No lo mires así, se va a enojar –susurra Caroline divertida.
-A veces es peor que los tres niños juntos.
-Déjalo –dice en un tono descuidado-. Los niños aman cuando él es así.
Ruedo los ojos y sigo observando desde mi lugar. Luego veo como Geoffrey le señala a Ashley nuestra mesa y ella corre hasta nosotras.
-Dice papi si no es mejor desayunar afuera.
Veo como Geoffrey me observa desde el mostrador y ruedo los ojos en su dirección.
-Dile que como el prefiera.
Ashley sale corriendo y llega al lado de Geoffrey. Luego él alza la vista hacia mí y me hace seña de que vayamos afuera. Con Caroline nos ponemos de pie y buscamos una mesa afuera. No hay mucha gente, son las diez y cuarto de la mañana, queda todo un día por delante.
-¿Cómo se han portado los niños anoche?
-Bien, muy bien. Se quedaron dormidos apenas los arropé. El viaje los ha dejado hecho polvo.
Me río levemente.
-De seguro que sí. Yo estaba igual y eso que había dormido bastante.
Ella se ríe al tiempo que Geoffrey regresa con una bandeja en mano y Austin viene trayendo la otra. Ashley y Megan se sientan al lado, Austin se ubica al lado de Megan. Caroline queda en la punta, yo en el medio y Geoffrey a mí lado. Adultos frente a niños.
-Mira, viene con juguete.
-Pareces un maldito niño estúpido.
-Cambia esa cara –dice frunciendo el ceño-. Pedí esto porque Megan quería la princesa espacial.
-¿Princesa espacial?
-No preguntes, ella solo la quería.
Desayunamos tranquilamente. Megan no ha dejado de hablar desde que estamos sentados y Austin se ha tragado varios regaños de parte de Geoffrey porque el niño no sabe cerrar la boca para masticar, por último se enoja y se cruza de brazos mientras aparta su desayuno.
-Termina con eso o no hay playa.
-Papiii –dice al borde de las lágrimas.
-Termínalo.
Empujo a Geoffrey y le frunzo el ceño.
-No te metas, tiene que aprender a comer.
Mierda, a veces odio esto. La tarea de criar niños no es nada fácil, ni una pizca. Caroline comprende que ella no debe meterse, esto es cosa nuestra. Ashley es la más santa, solo porque Megan no sabe dejar de hablar por un maldito nanosegundo.
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La Bella Y la Bestia{Segunda Temporada}
FanfictionPrologo Todo había comenzado con una pequeña e ilegal subasta, donde la huérfana era _______ Linderman. Donde Geoffrey había ido a conseguir a la mujer que haría que él pudiera ver de nuevo a sus hermanos menores. Sufrimiento, pérdida de familiares...