Capitulo 16

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Fruncí el ceño sin comprender qué hacía mi vecino en casa a esa hora. Venía con un traje impecable y su cabello bien peinado.
-¿Qué necesitas? -pregunté sin dejarle paso a la casa.
-¿Puedo pasar?
-Te he preguntado algo -sonó muy duro, lo sé.
Se acomodó la corbata y luego me sonrió.
-Necesito pasar si quieres saberlo.
-Bueno, antes dime a qué vienes.
-Te estaba buscando a ti, te encontré, ahora necesito entrar.
Fruncí mi ceño nuevamente y dejé caer todo mi peso sobre una de mis piernas. Crucé mis brazos sobre mi pecho mientras lo escuchaba reír profundamente. Me empujó a un lado y cerró la puerta tras sus pasos.
-¿En qué planta tienes las habitaciones?
-¿Disculpa? -Pegué un alarido.
-Lo que has escuchado, _______.
-Oye, eres un hombre de familia, no seas asqueroso. Tengo tres hijos y un marido al cual amo, no voy a acostarme contigo -le grité intentando alejarme de él.
Me tomó por la muñeca bruscamente y me acercó a su cuerpo.
-¡Suéltame y vete de mi casa! -Grité enojada.
-Espera, espera, tranquila. Pareces una nena de diez años, ¿qué edad tienes?
-Eso a ti no te importa.
-¿Qué edad tienes?
-Veinticuatro, ya vete.
-No.
-Eres un viejo verde asqueroso. Me doblas la edad y me vas a violar, ¿es en serio? No sé ni cómo has hecho para entrar, pero te juro que voy a denunciarte, viejo depravado.
Dos de las criadas se asomaron a la sala. Me observaron atentamente e hicieron una seña de llamar a la policía o no. Negué con la cabeza.
-Tenemos público, eso es aún más excitante.
-Vete de mi casa y suéltame, maldito seas.
Me soltó la muñeca e hizo amago de tomarme entre sus brazos, pero me moví rápido y me alejé de él. Se quejó mientras se aflojaba el nudo de la corbata.
-Váyase o llamaremos a las autoridades -dijo una de las criadas.
-Vale, ya me voy. ______, creo que correspondo que me acompañes a la puerta.
-La tienes detrás de ti, viejo.
El corazón me latía descontroladamente. Le abrí la puerta principal y quiso acercarse a mí, con una mano sobre su pecho, lo aparté. Pero cuando fui a cerrar la puerta tras él, me plantó un asqueroso beso y antes de alejarse de mí, me mordió el labio inferior. Cuando logré cerrar la puerta, las lágrimas ya corrían por mis mejillas.
-¿Le hizo daño, señorita? -Preguntó una de ellas.
Negué con la cabeza y corrí por mi móvil que estaba sobre la mesita de café de la sala. Marqué el número de Geoffrey y respiré varias veces seguidas antes de sentarme sobre el sillón mientras las lágrimas corrían por mis mejillas.
-Amor estoy en medio de una importante junta te llamo luego.
Sorbí mi nariz para contestarle.
-Te necesito -susurré entre sollozos.
-¿Qué ocurre? -Preguntó alarmado-. Espera un segundo -sentí su voz alejarse-. Disculpen, debo atender este llamado.
Una puerta abrirse, otra cerrarse, una abrirse, otra cerrarse y nuevamente volví a oír a mi Geoffrey .
-¿Por qué estás llorando, cariño?
-Ven a casa -supliqué lastimosamente.
-No puedo, estoy en una junta de negocios muy importante, ¿qué es lo que te ocurre?
-Daniel.
-¿El vecino?
-Si -murmuré temblando.
-Deja de llorar y explícame.
(...)
Sentí el todoterreno doblar velozmente por la calle de nuestra casa y a continuación una frenada. La puerta se cerró de golpe y al instante entró Geoffrey a la casa.
-¿Dónde está ese imbécil? -Gritó cerrando la puerta de un solo golpe.
Una de las criadas apareció en la sala y le señaló desde donde yo lo miraba.
-Cariño, por Dios... -corrió hasta mí y se sentó a mi lado-. Estoy aquí.
Me acomodé en su pecho y seguí llorando entre sus brazos, me sentía más protegida, más segura.
-Juro que voy a matarlo.
-No me ha hecho nada -murmuré acomodando mi cabeza en el hueco de su cuello.
-Voy a matarlo de todas maneras. Viejo desvergonzado.
-Te juro que yo no...
-Yo sé, amor. Confío en ti y lo sabes.
(...)
-¿Qué te pasó aquí, mami? -Preguntó Megan cuando la arropaba.
-Me golpeé muy fuerte.
-Ow, ¿va a sanarse?
-Claro que si, mi vida. Ahora a dormir.
-Te quiero, mami.
-Yo a ti, mi princesa.
Le apagué la luz y salí al pasillo a la vez que Geoffrey salía de la habitación de Austin. Bajé los hombros y me sentí débil. Lo vi sonreírme de costado y estiró ambos brazos. Era mi turno de correr en busca de ese tierno abrazo.
-Te amo.
-Yo a ti -murmuré mientras me cargaba.
-Ha sido un día muy largo, vamos a dormir.
Asentí con la cabeza mientras él comenzaba a caminar conmigo en brazos.
-Sé que no quieres hablar del tema, pero deberíamos ir a hablar con su esposa, ______.
-No, Geoffrey .
Entramos juntos al baño, me dejó de pie frente al lavabo, busqué mi cepillo de dientes y le pasé el suyo. Tendí mi cepillo y él colocó dentífrico en este, luego en el suyo.
-No quiero destruir una familia.
-Él mismo la está destruyendo.
-No vamos a meternos en eso.
-Él no tiene por qué venir a casa y querer obligarte a acostarte con él.
-Ya pasó -dije metiéndome el cepillo en la boca-, ¿quieres hacerme llorar de nuevo?
Me observó a través del espejo y negó con la cabeza. Bajé la mirada y me seguí cepillando los dientes a la par de él.
-Vas a enfermarte -le dije cuando se metió en la cama solo con ropa interior.
-Claro que no, porque tú vas a abrazarme y dormiremos calentitos.
Me reí levemente y apagué la luz de la habitación. Acto seguido, me acosté a su lado.
-Quieras o no, hay que hacer una denuncia.
-No quiero y no vamos a hacerla.
-No por lo que te dijo, por entrar en propiedad privada. Y si no hago una denuncia por acoso sexual, es porque tú no me lo permites, sino te juro que...
-Ya cállate y a dormir.
-No quiero dormir.
-Ya te pareces a Austin.
Se rió y luego se acercó más a mí. Me abrazó y me atrajo a su cuerpo, apoyé mi cabeza en su pecho y cerré los ojos levemente. De a poco iba a quedarme dormida, ya estaba segura, estaba con mi hombre, con mi salvación.
-Sé que todo está saliendo mal, pero te prometo que pronto volveremos a estar bien. Solo confía en mí.
(...)
Me desperté con Geofffey a mi lado y eso no era bueno. Él debía estar trabajando y si ambos estábamos durmiendo, los niños no habían ido al colegio. El sol ya estaba sobre la ciudad, alumbrando casi toda la habitación. Me senté en la cama y le golpeé el brazo a Geoffrey .
-Nos hemos quedado dormidos.
-Nada de eso -me dio la espalda.
Salí corriendo de la cama y lo sentí quejarse cuando lo dejé completamente destapado. Llegué a la habitación de Meg y estaba bien arreglada, ella no estaba allí. Y las otras dos estaban iguales. Decidí bajar las escaleras cuando vi a Geoffrey en la puerta de nuestra habitación.
-Antes de levantarte, pregunta.
-¿Qué? -Fruncí el ceño.
-Me tomé la semana libre. Megan, Austin y Ashley ya se fueron hace mucho. Vuelve a la cama en menos de diez minutos si no quieres que te lleve cargada en mi hombro.
-Uy, que malote.
-Va en serio.
Me reí levemente y bajé dos escalones.
-Huele a desafío -murmuró entrecerrando sus ojos.
-Es un desafío, cariño.
Se rió levemente.
-Tengo una idea -dijo en un cantito-. Ya que te has levantado con ganas de jugar, voy a cubrirme los ojos y contar hasta diez, tú tienes que esconderte.
-¡Ai, si! Amo ese maldito juego -dije emocionada.
Se rió y volteó para apoyar uno de sus brazos sobre la pared, su cabeza cayó allí y comenzó una cuenta regresiva. Corrí escaleras abajo y empujé la puerta de la cocina, me encontré con todos los que trabajaban allí, desayunando.
-Buen provecho -dije mordiendo mi labio inferior.
Una de ellas rió y siguió con su café. Abrí la puerta de la lavanderia y allí me metí. Volví a cerrarla y me metí en un armario donde solo entraba si estaba abrazada a mis rodillas.
-¿Está aquí? No voy a decirle que me dijeron.
Me reí en silencio y me metí allí, cerré la puerta y contuve el aliento.
-¿Dónde te has metido?




La Bella Y la Bestia{Segunda Temporada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora