Capítulo 5

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Lo primero que siento en el contacto de nuestros labios es el calor de su piel contra la mía. Lo segundo de lo que me percato es lo blandos que son y como parecen amoldarse a la perfección contra mi boca. Y lo tercero es lo mucho que me gusta esta sensación y me pregunto cómo es posible que haya podido aguantar tanto tiempo sin hacerlo antes. Así que, después del contacto inicial, que apenas son unos segundos, resurjo de mis cenizas como un ave fénix y le agarro por el cuello de la camisa para acercarle más a mí.

Y me da la sensación de que ha estado midiendo cada paso, porque siento como se relaja contra mi cuerpo en un suspiro de satisfacción.

Nuestras bocas se exploran, jugueteando con las lenguas. Los labios se acarician, se pellizcan. La reacción química producida por la mezcla de nuestras salivas es una bomba explosiva que me llena la boca de algo maravilloso.

Me siento yo de verdad, liberada de todos esos miedos y prejuicios que nos hacen ser menos como nosotros mismos y más como pensamos que los demás esperan que seamos. Es una sensación tan llena de paz, profunda y liviana al mismo tiempo, que creo que si él no estuviera sobre mí impidiéndolo, estaría flotando ahora mismo.

Estoy tan inmersa en el beso, en las sensaciones que este me produce, que el sonido de mi móvil sonando me resulta como un jarro de agua fría sobre un fuego crepitante. Lucas gruñe contra mi boca, alargando varios segundos la separación de nuestros labios, pero finalmente se levanta y se sienta a un lado. Estiro el brazo y busco el bolso, que se encuentra en el suelo en un lateral del sofá.

Contesto sin mirar quien llama.

-¿Si? -mi voz aún suena ahogada por los besos.

-¡Leeeeen! ¿Para qué coño quieres el móvil? -me grita Laura desde el otro lado del auricular. -Llevamos horas escribiéndote al whatsapp y no contestas, so perra.

-Pues, si no os he contestado, será que estaba ocupada, joder -respondo de malas maneras.

- Oye Leni, no te pongas así que solo estábamos preocupadas por ti -me dice ella en tono conciliador- ¿Qué estabas haciendo?

-Ayyy -gruño- ahora mismo no puedo hablar, ¿vale? -miro de reojo a Lucas que me observa con una mezcla de frustración y deseo en los ojos - ¿Querías algo?- pregunto impaciente.

-No, bueno. Era para decirte que hemos quedado todas a las 9 en el Deluxe, ¿vale? -hace una breve pausa- Ya nos ha contado Sof lo del Doctor Martín.

-Eeeeh, vale. Sí. Nos vemos allí.

-Vale, anda. Ya nos cuentas luego.

-Sí, ciao.

-Adiósssss, perri.

No he soltado casi el teléfono cuando Lucas se abalanza sobre mí de nuevo.

-¿Quién era? -me pregunta al tiempo que me da suaves mordiscos en el cuello.

-Era mi amiga Laura -respondo en un ronroneo, cuando sus labios dejan de hacer virguerías sobre mi piel.

-Mmm, y ¿qué quería? -él parece muy concentrado en las partes de mi anatomía que no están ocultas por mi ropa.

-Saber si iba a reunirme con ellas a las 9 en un sitio al que vamos mucho.

Sigue besando, mordiendo, probando mi piel mientras yo me restriego contra el cuero del sofá a causa de las sensaciones que esto me provoca.

Al girar la cara hacia el televisor para ofrecerle el otro lado de mi cuello, veo que el reloj digital marca las 19:30, lo que me hace salir del trance lujurioso al que este hombre me está sometiendo.

-Ay, Lucas. Espera- le aparto suavemente empujándole por los hombros.

-¿Qué pasa? -pregunta él intentando evitar mi empuje.

-Para, que tengo que irme.

-¿Irte? -repite él alarmado - No, no. Ni de coña.

-Sí, sí. Para, por favor. -le empujo un poco más fuerte y finalmente se aparta totalmente de mi.

-¿Por qué tienes que irte? -me pregunta él con un tono de voz un poco infantil.

-Porque he quedado -sentencio mientras me levanto y recoloco mi ropa.

Él me mira desde el sofá mientras me bajo un poco el jersey de punto fino que llevo y cojo el bolso y el abrigo.

-¿Me das tu número de teléfono? -me pregunta.

-Nos vamos a ver el lunes en el hospital -contesto riéndome un poco por su actitud.

-Ya, bueno. Acabarás dándomelo. Lo sabes, ¿verdad?

-Ja ja, eso está por ver.

Me inclino y le doy un suave beso en la mejilla y me dirijo hacia la puerta. Cuando estoy rodeando el sofá, él se levanta y me acompaña hacia la salida.

-Nos vemos el lunes, entonces -dice él.

-Claro. Hasta el lunes -respondo con una sonrisa. Y me doy la vuelta para coger el ascensor.



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