CAPÍTULO 2

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-Pensé que podríamos ir a tomar un café, por los viejos tiempo -confesó un poco desilusionada- pero si no tienes tiempo, lo entiendo.

El escritor se quedó pensativo durante uno segundos. Sabía que aceptar era revivir más recuerdos, pero ¡qué más daba ya! Todos los sentimientos que había intentado reprimir por esos dos años estaban otra vez al descubierto. -Claro, claro que puedo. Yo solo lo decía por ti. -Dijo. "Te tienen que estar esperando en casa" se tragó.

-No, por mí está bien. Conozco una cafetería cerca de aquí a la que podríamos ir.

-Genial, pues vamos, entonces.

Beckett intentó sentar en su sillita a su hijo, pero éste protestaba e hacía fuerza con sus piernas para que su madre no lo sentara. -Cariño, por favor, siéntate. Si está aquí al lado. -Como respuesta obtuvo el llanto de su hijo.

-Creo que no lo vas a convencer -objetó Castle.

-No, yo creo que tampoco. -dijo Kate cogiendo de nuevo a su hijo en brazos. Se acomodó al bebé bien para poder agarrarlo solo con una mano y, así, poder empujar el carrito de su hijo con la otra.

-Yo lo llevo -se ofreció el escritor mientras le quitaba de las manos la sillita.

-Gracias -murmuró. Castle asintió.

El camino hasta la cafetería transcurrió en silencio. Ninguno de los dos se atrevía a decir nada. Ni sabían qué decir, o sí pero el miedo se lo impedía.

Ya dentro y cada uno con su café, Rick, decidió romper esa tensión. -¿Cómo se llama? Creo que no me lo has dicho -Castle tomó una de las pequeñas manos del bebé, que sostenía Kate, en su regazo. El bebé cerró su manita atrapando el dedo índice de Rick.

-Se llama Alex

-¿Alexander? -preguntó desconcertado.

-Sí -afirmó y se apresuró a explicarse -¿Te acuerdas de aquel caso en el que la hija de la víctima decía tener sueños en los que veía el futuro? -Castle asintió. -Me dijo que, en un futuro, un tal Alexander me salvaría la vida. Y Alex llegó justo cuando más lo necesitaba.

El escritor se quedó con la duda de a quién se refería con "Alex" si al bebé o al padre de éste, pero no quiso preguntar. Mientras menos supiera de aquel hombre mejor. Así que, se limitó a asentir. -Es un nombre muy bonito.

-¿Lo dices porque también es tu nombre? -preguntó la detective con una sonrisa. Claro que en el nombre de su hijo había algo más que no se había atrevido a decir.

-Puede ser, inspectora.

Los siguientes minutos transcurrieron mientras, Kate y Rick, hablaban de la paternidad de Ryan, había tenido una niña preciosa hacía un año; la futura paternidad de Lanie y Esposito. De cómo iban las cosas por la comisaría y de la gira de Martha con sus alumnos de teatros.

La conversación, se vio interrumpida por el llanto incesante del bebé. Beckett intentaba calmarlo pero el pequeño no dejaba de llorar. Supuso que otra vez le dolería las encías. Castle, al ver que no podía tranquilizarlo, le pidió permiso y lo tomó en sus brazos. Luego, metió su dedo índice en la boca para que el pequeño lo mordiera. Poco a poco el llanto del bebé remitió.

-Me acuerdo que esto, solo tenía callada a Alexis por 5 minutos. -Recordó. Kate sonrió. Y a Castle se le escapó un "¡ay!" que hizo que Beckett sonriera. -Me clava los dos dientes de abajo, ¿sabes? -Dijo explicándose. -Y duele. Muerde fuerte. -Sonrió. Ese niño le estaba recordando algunos de los mejores momentos de su vida. Alexis de bebé. Alexis de niña. Alexis a su lado. Alexis siendo su niña.

Después de media hora, los dos adultos se levantaron, Rick pagó a pesar de las protestas de Kate por pagar ella. Ella había sido la que lo había inventado y por tanto, tenía que pagar. Pero poco le sirvieron, pues el escritor se le adelantó.

Ya en la puerta, Kate y Rick, se miraban, diciéndose con sus ojos los que no se atrevían a decir con sus palabras. A pesar del tiempo, tenían siguiendo esa conexión, la conexión que hacía que todo lo de su alrededor desapareciera, quedando solo ellos dos.

Pero pronto tuvieron que volver a la realidad. Alex, desde los brazos de su madre, hacía gorgoritos para obtener la atención de Rick. Nada más el escritor le dedicó una palabra, el pequeño le echó los brazos. Castle no lo dudó y lo tomó.

-Parece que le has caído bien -dijo con una sonrisa Kate.

Eso parece -repitió el escritor. Después de acariciarle la carita y darle un beso en la frente, Castle de devolvió el bebé a Kate.

-Me ha gustado encontrarte -confesó la detective.

-A mí, también.

Los dos se volvieron a quedar en silencio. No querían decir nada que estropease ese encuentro. No decir nada de lo que habían intentado evitar durante toda la tarde.

-Bueno,... -dejó caer Rick -será mejor que me vaya -Kate asintió.

-Sí, será mejor que yo también me vaya, pronto le toca la cena a Alex. -el escritor sonrió.

-Pues ya no te entretengo más. Adiós, Kate -se despidió con una sonrisa, una sonrisa fingida.

-Adiós, Castle - dijo Kate antes de darse la vuelta y caminar en el sentido contrario al que había llegado. Y en ese mismo momento, se arrepintió de no haber aprovechado aquella tarde. Miró hacía atrás buscando al escritor, pero, éste, ya se había ido. Beckett suspiró. Y se alejó sintiendo una presión en el pecho.

Rick había salido a toda prisa de allí. Necesitaba alejarse o diría algo que se terminaría arrepintiendo. Volver al loft no era una opción. Estar solo era lo que menos quería en esos momentos.

Caminó y caminó sin prestar atención hacia donde se dirigía. Tan solo quería caminar como si por cada paso que diese al frente, un poco de su dolor se disipase. Caminó hasta que sus pies se lo permitieron, acabando por sentarse en un banco, frente al East River.

Y allí sentado, recordó aquel 7 de mayo: el día que dejó la comisaría.

Último caso. Es lo que había decidido al recibir la última llamada de Kate. Ése sería su último caso en la 12th. Y ya estaba resuelto. Tocaba despedirse.

Antes que nada se dirigió al despacho de Gates. Después de unas cuantas palabras y alguna que otra excusa inventada, se despidió, agradeciéndole haberle dejado participar en los casos y estar allí de consultor. Aunque perfectamente sabía que si no hubiese sido por su amistad con el alcalde no habría sido así.

Después de salir del despacho de la capitana, se reunió con Ryan y Esposito. Les pidió que lo acompañasen a la sala de descanso junto a Beckett.

-Bueno, chicos -comenzó Castle- este era mi último caso. -Ryan y Espo comenzaron a protestar. -Ya tengo información más que de sobra para mis libros. Así que, puedo dedicarme a escribirlos sin tener que perseguir a Beckett a todos lados.

Los dos detectives comenzaron a decirle que ya no se trataba de sus libros, sino en lo que habían creado. Eran un equipo. No se podía ir así como así. Además, si era por la información, hacía bastante tiempo que había obtenido suficiente como para dejar la comisaría. ¿Por qué ahora?

A lo que el escritor respondió que ahora necesitaba más tiempo, quería escribir más de un libro al año. Además, con la partida de Alexis a la universidad, quería aprovechar y viajar. Conocer más el mundo. Y estaba Jacinda. Habían comenzado a tener una relación. Y él, viajaría hasta donde ella, por trabajo, tuviese que hacerlo. Los dos detectives, salieron enfadados de la sala. Dejando a Kate y a Rick solos. Ésta había permanecido en silencio desde que Castle había soltado que se iba.

REENCUENTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora