Por fin había llegado el día. Por fin volvía de nuevo a España y había terminado mi tercer año de carrera en medicina. Realmente todo iba bien. Hice la prueba de acceso aquí en América cuando vine con mi tío Mark, y fue lo mejor que hice. Desde luego, cómo pasaba el tiempo. Aquello era increíble. Habían pasado demasiadas cosas desde que me vine aquí con mi tío. Algunas eran muy buenas, otras, buenas y, algunas por desgracia, horrorosas. Pero ahora no tenía tiempo de pensar en eso, cerré la maleta y en ese momento asomó mi tío la cabeza por el marco de la puerta.
-¿Vamos? ¿Estás bien, nervios?- Alzó su ceja y empecé a reír mientras cerraba la maleta y luego la ponía en el suelo.
-Estoy bien, estoy bien. Vamos.- Tiré de la maleta y caminé con él hasta el coche.
-Nada más que te bajes del avión y enciendas el móvil, quiero que me avises de que has llegado bien, ¿entendido?- Amenazó con su dedo en mi dirección ya que no podía mirarme al mantener la mirada en la carretera.
-Entendido.- Asentí lentamente mientras veía a lo lejos el aeropuerto. Al cabo de unos minutos, me estaba despidiendo de mi tío Mark.
-Nos vemos dentro de un tiempo.- Sonreí abrazando a mi tío. -Ten mucho cuidado.- Se separó y asentí.
Cogí los papeles y me acerqué a la puerta de embarque. La azafata comprobó que todo estuviera en orden y me dejó pasar. Giré un poco mi cabeza y volví a despedirme con la mano de mi tío. Guardé los papeles en mi mochila y entré al avión. Busqué mi asiento y, por suerte, era al lado de la ventana. Coloqué mi mochila en el compartimento que había justo arriba de los asientos y me coloqué el cinturón. Me acomodé en el sillón y justo en ese momento, empezaron a dar las explicaciones por si había algo que fuera mal durante el viaje. Poco a poco, el avión fue avanzando, lentamente hasta que cogió velocidad y consiguió despegar.
Una vez que estuvimos sobrevolando las tierras de América en dirección España, alcé un poco la mirada para asegurarme de que no había nadie detrás y, así, poder echar el sillón hacia atrás sin molestar a nadie. Y así lo hice. Miré por la ventana, y era realmente precioso. Además, era por la noche y tan solo se veía las brillantes luces de la cuidad por debajo de nosotros. En ese momento, ella apareció en mi cabeza. Su pelo rojo, sus tatuajes, aquella noche... Pero, rápidamente sacudí mi cabeza e intenté sacármela. Verían también a Stephanie, a Nicole, a Erica, y por supuesto, a Peter. Tenía ganas de llegar por ver cual sería la reacción de cada uno de ellos al ver mi nuevo aspecto. Tan solo estaba al corriente de todo, Peter. Las luces del avión no estaban por apagarse, por lo que le pedí a la azafata un antifaz para poder dormir hasta llegar a Londres para coger el siguiente avión. La escala en Londres era de tres horas, donde al menos, tendría wifi para hablar con mi tío y con Peter. Apenas acabábamos de salir, y aún con casi siete horas de viaje por delante, estaba demasiado aburrido.
Después de estar casi todo el viaje dormido para no pensar en nada, era el sonidito de la voz del piloto quien me despertaba para anunciar que estábamos llegando y que por favor, nos pusiéramos los cinturones. Y así fue, me quité mi antifaz y me abroché mi cinturón de nuevo. Ahora quedaba esperar tres horas más para poder viajar hasta Barcelona donde tenía que coger otro vuelo hasta Sevilla. En Londres, cuando pedí mi café bien cargado para así estar alerta de todo, cogí mi móvil y busqué la señal wifi en la que podría conectarme. Accedí a la primera que pude ver. En el símbolo de WhatsApp se podía observar un chivato en rojo con el número 5.000 inscrito en él. "¿¡5.000!?" Entré en él rápidamente y ahí me di cuenta de que me habían metido en un grupo mientras estaba sobrevolando el océano Atlántico.
Después de estar en Londres haciendo la escala necesaria y avisando a mi tío de que había llegado a Londres, volví a coger los papeles para embarcar en el avión que ahora aterrizaría en Barcelona. Entré de nuevo en aquel avión y esperé. Los vuelos se estaban haciendo realmente pesados. Apenas tenía nada que me tuviera entretenido por bastante tiempo. Pero, el vuelo de Londres a Barcelona pasó mucho más rápido de lo esperado. Eso, en parte, era bueno. Mucho menos tiempo para poder llegar al fin.
Al bajar del avión, tan solo tenía una hora de espera, gracias a Dios. Así que me apresuré en encender el móvil y abrir WhatsApp para hablar con mi tío. "Estoy en Barcelona, tengo poco tiempo. Cuando llegue a Sevilla te aviso." Y lo envié. Me acerqué a la cafetería más cercana y compré otro café, de nuevo. Controlé la hora y comencé a notar de nuevo los nervios. Respiré hondo para intentar tranquilizarme. Apenas me ayudó... Y, sin poder evitarlo, su pelo rojo apareció en mi cabeza lo que hizo que mordiera mi labio inconscientemente mientras sonreía mirando al suelo... Al volver en mi, miré a ambos lados para mirar que no había nadie observándome...
Entregué los papeles, por última vez y, cuando me los devolvió, suspiré con ganas para entrar en el avión. Busqué mi asiento y esperé. Esperé poniéndome de los nervios lentamente. Supuestamente todos estarían esperándome en el aeropuerto nada más salir y, Peter, sería el único que me conocería. ¿Estaría ella? ¿Se habría dignado si quiera a aparecer después de tres años...? Negué para no hacerme ilusiones y pasé mis manos por mi cara dejando varios segundos mi manos sobre esta. Ahora era el viaje más corto de todos. Ahora tenía que pasar más rápido que ninguno o me daría algo malo allí dentro. Estaba con mucho cansancio pero, merecería la pena. Los volvería a ver. Me adentré en mis pensamientos y cuando quise darme cuenta, las luces que indicaban que habían que ponerse el cinturón, se habían encendido. Me agarré con algo de fuerza a los posabrazos que había a ambos lados y, de nuevo, suspiré.
A los pocos segundos, el avión había aterrizado y las puertas se estaban abriendo. La respiración se aceleraba por cada paso que daba. Guardé los papeles en mi maleta de mano y esperé a que la cinta transportadora trajera mi maleta. Nada más verla aparecer, la agarré y la puse en el suelo de un pequeño tirón. Ahora sí, ahora iba en busca de ellos. Encendí el móvil y le puse la tarjeta del país en el que ahora estaba para que no me costara demasiado dinero. Nada más metí el pin, lo primero fue mi tío, y el segundo Peter. "Estamos en frente de la puerta." Recibí al instante. Sonreí y empecé a bajar las escaleras. Al llegar abajo, ahí estaban todos. Pero no, me había equivocado. Ella era la primera en verse. Ella estaba en primera fila pendiente de cuando Sara saliera, pero no era así.
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Todo lo que somos son balas.{CAPDB#2}
RomanceYa todo ha cambiado. Nada es igual ni para Sara ni, mucho menos, para Frankie y sus amigas. En ese viaje todo a cambiado radicalmente. ¿Por qué no lo descubres tú mismo?