Capítulo 4

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Frankie seguía sin dar crédito a lo que sus ojos estaban viendo.
-¿Sara...?- Y al pronunciar el nombre, todos miraron.
-Max, por favor.- Colgué el teléfono y lo guardé.
Todos siguieron mirando mientras Peter era el único que no estaba sorprendido.
Max!- Reaccionó Jennifer al fin y se abrazó a mi con fuerza.
Empecé a reír rápidamente y la estreché contra mi.
-Jennifer...- Me separé ligeramente de ella. -Estás igual, no has cambiado...- Seguí sonriendo.
-No puedo decir lo mismo, me tienes que poner al corriente de todo.- Soltó riendo ligeramente mientras pasaba su mirada por mis brazos lentamente.
Uno a uno fueron pasando por mis brazos. Cada abrazo que recibía era con más fuerza del anterior. A pesar de todo, parecía que se lo habían tomado bien, a excepción de la pelirroja. Frankie seguía sin hablarme, tan solo me miraba, me mantenía la mirada y alzaba sus cejas intentando articular palabra. Pero, siempre aparecía alguien y me empezaba a hablar cuando iba a decirle algo a ella. Tan solo manteniendo nuestras mirada, mi pulso se revolucionaba.
Salimos del aeropuerto, y empezaron a repartirse en los coches. Hugo, el novio de Stephanie, estaba fuera esperando. Ella se acercó a él para darle un beso, algo que era normal y, así, aprovechó para decirle algo al oído. Probablemente le habría contado que ya Sara había pasado a la historia. Se acercó hacia mi y sonrió.
Max! ¡Qué alegría volver a verte!- Apretó mi mano y me estrechó con uno de sus brazos.
-Hugo.- Sonreí. -Igualmente, tío.-
-¿Ha ido bien el viaje?- Se apoyó en su coche mientras observé que Peter guardaba mis maletas en su coche.
-Muy largo. De América hasta Londres se me hizo bastante largo, menos mal que me quedé dormido.- Empecé a reír. -Y por lo demás, no puedo quejarme. Al fin estoy en mis tierras de nuevo, con mi gente.- Aproveché para pasar uno de mis brazos por los hombros de Stephanie y apretarla contra mi cuerpo mientras los tres reíamos.
-Me alegro de que hayas llegado bien.- Sonrió mirándome.
-Gracias, de verdad.- Le devolví la sonrisa sin llegar a mostrar mis dientes.
-Bueno, vamos a repartirnos en los coches, ¿no?- Interrumpió Erica.
-Claro. ¿Si os pido que me dejéis conducir uno, me dejaríais?- Opté por poner mi cara más inocente y, en ese momento, Peter empezó a reír acompañado de Stephanie, Nicole, Jennifer y Hugo.
-Yo te dejo el mío, Max.- Soltó Peter. -¿Quién se viene con nosotros? ¿Frankie y quién más?-
¿Frankie? ¿Frankie tenía que venir con nosotros?
-Jennifer y Nicole.- Solté antes de que pudiera saltar otro.
Estaba claro que ellas iban a venir si venía Frankie en el coche. Al menos, con ellas dos podría hablar, aún habiendo tensión. Era evidente que iba a haberla. Pero, podría defenderme con ellas presente más Peter.
-Las llaves, guapetón. Que si no, veo complicado que podamos llegar.- Sonreí mostrando mis dientes.
En ese momento la pillé. Noté como se quedaba mirando mi blanca dentadura. En el momento que nuestras miradas se encontraron, la apartó. La apartó rápidamente. Agaché la mirada y mordí mi labio sin darme cuenta.
-Eh, tú.- Silvó Peter para llamar mi atención. -Cógela.- Y me tiró las llaves a la misma vez que hacía un gesto con sus ojos.
Asentí lentamente y abrí la puerta del piloto para montarme en el coche. Todos me imitaron y empezaron a subirse en él. Era un peugeot 208 en color negro. La verdad, estaba demasiado bien el coche. No era ni muy grande ni muy pequeño. Aunque, me quedaba con mi audi A5 coupe en negro que me había regalado mi tío Mark cuando cumplí los 20 años. Pero bueno, estaba bien el coche.
Poco a poco fui condiciendo mientras las chicas y Peter me iban contando cosas.
-¿Te acuerdas de aquella noche que salimos? Nos entraron con 3 tíos a lo largo de la noche...- Comentó entusiasmada Jennifer. -Era muy fuerte, ¿vale? En mi vida me había pasado eso.-
-Que a mi sí, ¿sabes?- Agregó Nicole mientras todos reíamos.
-Aquí quien tiene experiencia en entrarle a la gente es Max.- Soltó Peter.
-No hay que pasarse tampoco, Peter...- Empecé a reír sin poder evitarlo. -Pero sí es verdad que consigo a quien me propongo...- Miré a Frankie por el retrovisor. Lo que no esperaba era encontrarme con su mirada en absoluto.
En ese momento, se hizo el silencio en el coche. Se podía cortar la tensión que había dentro de él.
-Cada vez que salíamos, nos acordábamos de ti, Max. Ponían alguna canción de las tuyas y era en plan "esta le gusta a Sara". Porque no sabíamos que estabas en proceso de ser Max...- Se encogió de hombros Nicole.
-Ooh, que bonito.- Alcé mis cejas poniendo cara de niño inocente.
Poco a poco, fuimos llegando. Entramos en la calle donde estaba la casa de Peter y aparqué justo en la puerta. Los demás chicos que iban en los otros coches, se habían ido para sus respectivas casa a arreglarse porque, por la noche, habíamos quedado a modo de darme una bienvenida que no era necesaria. Pero, insistieron hasta tal punto de convencerme.
-Bueno, nos vemos dentro de un par se horitas, Max.- Se acercó a mi Jennifer. -Me alegro de verte...- Se abrazó con fuerza y nos dejamos un beso en la mejilla.
-Nos vemos luego.- Sonreí separándome.
-Ponte guapo...- Me guiñó el ojo Nicole y empecé a reír.
-Te haré caso, no te preocupes.- Le dejé un beso en la mejilla a Nicole, también.
Y, en ese momento, no sabía que hacer. ¿Me acercaba y la abrazaba? ¿Mantenía las distancias? ¿Le daba dos besos?
-Nos vemos luego.- Soltó totalmente cortante.
-Adiós.- Le respondí sin más, quedándome con las ganas de sentir el contacto de su piel.

Al cabo de unas horas, ya había dormido un rato y me había metido en la ducha. Cogí la toalla y la coloqué sobre mi cintura mientras pasaba una de mis manos por mi pelo. Me miré al espejo y me quedé observando las cicatrices que tenía en mi pecho. Aquellas cicatrices que marcaban mi libertad. Cogí aire, y coloqué perfectamente los piercings que tenía en los oblicuos. Pasé la toalla lentamente por mis brazos. Me encantaba como estaban decorados ahora. Aunque, ya tenía en mente el siguiente, como era de esperar... Coloqué mis calzoncillos y, luego, comencé a buscar la ropa. Pero, como era de esperar, no me la había llevado. Salí hacia mi habitación, y allí me coloqué los pantalones. En ese momento, el timbre sonó. Como siempre, iba tarde. Era algo normal en mi. Abrí la maleta mientras escuchaba las voces de Jennifer, Nicole y Frankie entrando. Busqué mi camiseta de botones favorita y, al cogerla, no podía estar más arrugada porque entonces no habría camiseta. Me coloqué los pantalones bajos, con la tira de los calzoncillos que pudieran verse y luego, abroché el botón junto con la cremallera. Agarré el bote de colonia que Peter me había dejado y me coloqué unas cuantas gotitas por el cuerpo. Por último, antes de salir en busca de la plancha para planchar la camisa, me coloqué los calcetines y unas deportivas. Pasé la mano por mi pelo y me lo coloqué hacia la derecha. Tras ello, al fin salí. Bajé las escaleras y me encontré con Peter de frente.
-Cabrón, así me hundes.- Encogió sus hombros y negó. -Así no...- Empezó a reír.
Negué riendo sin poder evitarlo y entré en el salón.
-¿La plancha está caliente, Peter?- Alcé la voz para que me escuchara mientras él se ponía los zapatos.
-.-
-Buenas noches, chicas.- Sonreí mirándolas mientras las pillaba recorriendo mi cuerpo con su mirada.
Aguanté la risa y rápidamente todas respondieron.
-Buenas, buenas...- Soltaron a la vez.
Reí por dentro y, aún, note la mirada de Frankie clavada en esos dos nuevos piercings que había aparecido. Estaba embobada, y era agradable por una parte. Aún me deseaba o, eso me hacia creer. Desenchufé la plancha de la corriente tras planchar la camisa y les hice una seña a las chicas que se levantaran mientras colocaba mi camisa.
-Vámonos, chicas.- Sonreí mirándome una última vez al espejo.
-Presumido...- Susurró Peter.
-Capullo.- Empecé a reír.
Me dirigí hacia la puerta, y en ese momento, la sonrisa fue quitándose de mi cara cuando observé a aquella dos personas justo delante de mi. ¿Qué coño hacían allí?

Todo lo que somos son balas.{CAPDB#2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora