CAPITULO II-LUZ NOCTURNA

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Una vez hubieron comido, la pareja descansaba viendo la tele en su habitación tumbados en la cama. Como no había ninguna película con la que desconectar un rato del mundo decidieron ver las noticias.

-Las mismas cosas de siempre... Corrupción, asesinatos, violaciones... éste mundo está cada vez peor-se lamentó Lucas.

-Ya... yo ya no veo casi las noticias... a veces esas atrocidades me recuerdan a... bueno, ya sabes-contestó Paloma agarrando aún más fuerte el brazo de Lucas.

-Parece mentira que haya pasado tanto desde aquello. A cualquiera que se lo contemos... vamos, como si de un chiste se tratase.

-Ya... pero no fue ningún chiste. Si no es por Samuel y Kaad... aún seguiríamos allí.

-No pienses más en eso Palomita, ahora estamos aquí. El hotel, la playa, la fiesta, las vacaciones.-matizó Lucas- A mi también me quedó grabado eso a fuego en mi mente pero no se,...

-Tienes razón, dejemos el tema-rió ella dándole una palmada en el pecho- mejor descansemos un rato para tener energías para esta tarde ¿quieres?

-¿Tienes sueño?

-Un poco... entre el viaje, y lo que comimos, me ha entrado-contestó sonriendo.

-Bueno, pues venga, a dormir un ratito.

Y los dos se recostaron con el objetivo de cargar las pilas. Plácidamente, durmieron... o al menos uno de ellos. Esta vez, fue Paloma quien tuvo... una pesadilla.

Todo estaba oscuro y poco a poco, comenzó a divisarse el lugar en donde Paloma se erigía de pie: un suelo cobrizo, entre un montón de rocas y algo que pretendía imitar a un cielo color rojizo.

Al fondo, en el horizonte, se encontraba una figura de aspecto humanoide. En realidad, Paloma no podía verla, pero sabía que había alguien allí... o más bien algo. A la velocidad de un vehículo de alta cilindrada la figura comenzó a acercarse a Paloma mientras su postura continuaba inmóvil, de pie, como si estuviera flotando. Algo sumamente tétrico cuando se sabe que nadie puede moverse sin utilizar los músculos.

A escasos diez metros, la figura paró de golpe y, envuelta en una oscura niebla, fue tomando forma. Y ahí estaba: el señor del infierno, el que controlaba todo ser que allí habitaba y quien la llevó al infierno... el mismísimo diablo.

Paloma no podía oír nada más que el propio eco de sus gemidos aterrorizados mientras el diablo la observaba riendo.

-¡Todo arderá! ¡Volveréis a donde os pertenece y yo conseguiré lo que me corresponde!-gritaba enloquecido entre carcajadas.

Paloma consiguió correr por fin y comenzó a huir. Ya no había suelo, ya no existía cielo... solo un fondo negro por el que ella corría mientras unos alocados ojos la perseguían flotando en el aire. Paloma no dejaba de correr y de pronto, desapareció el perseguidor. Dio media vuelta... nada. Miró hacia arriba... nada. Continuó la marcha y... ahí estaba él otra vez, mirándola a cinco centímetros de su cara pudiendo incluso oler su putrefacto ser.

-Paloma...-se alcanzaba a oír entre ecos- Paloma... Paloma...

La voz de Lucas intentaba despertarla desde el otro lado mientras la mirada de aquel ser la paralizaba de terror. Pero poco antes de despertar, advirtió algo en los ojos del diablo. Esos oscuros ojos de los que emanaban sobras... una niebla negra... esos ojos no eran del diablo al que ella por desgracia conoció. Eran los ojos del diablo, si... pero de momento eran los ojos de...

-¡Paloma, despierta!

-¡AH!-gritó Paloma incorporándose de golpe y regalando un cabezazo a Lucas que lo tiró de la cama.

Viaje al infierno II-Tierra malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora