CAPITULO VIII- EL ORFANATO

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La gran bola dorada a la que llamamos sol, empezaba a esconder sus ya tenues rayos tras las silenciosas montañas. La noche estaba cayendo, y las calles no eran seguras... y mucho menos, un monte; y por supuesto, sobra decir que una noche plagada de demonios, era aún más peligrosa.

Nada se veía, nada se oía... mas las hojas de los árboles que habitaban aquel lugar, susurraban al viento al ser mecidas suavemente entre las ramas.

La vida que allí continuaba existiendo, se disponía a dormir y descansar: gorriones, búhos...

Sin embargo, aún había seres que continuaban el camino establecido; una pareja: Lucas y Paloma.

-Lucas, ¿No crees que esto va a dejar de ser seguro? Está oscureciendo.

-Sí, lo sé. Pero no hay sitio donde resguardarse. Todo es paja, arboles, piedras, bichos... ¿Dónde vamos?

-Bueno, llevamos mucho tiempo caminando... y vamos en dirección a la base; seguro que nos estamos acercando a algún lugar que como mínimo tenga un techo. Podríamos acelerar un poco el paso aprovechando la poca luz que hay, y a ver si con suerte, podemos ver aunque sea una triste cabaña.

-Las cabañas no son buenas. En todas las películas hay cosas raras que acaban asesinando a quien entra.

-Esto no es una película Lucas, es real. Necesitamos un lugar. ¿Dónde descansamos? ¿En el suelo esperando a que nos maten?

-Estaba de coña amor, se que tenemos que encontrar un sitio pero pff-suspiró Lucas- queda poco tiempo y me empiezo a poner nervioso. De hecho, me extraña que no nos hayan atacado durante el día.

-Estarán buscándonos por otros lados, o estarán haciendo algo. Yo ya no me preocupo de por qué no nos atacan... me conformo con saber que no lo han hecho simplemente.

En ese mismo momento, unos chillidos salieron de entre los árboles, acompañados de lo que parecieron ser batidas de alas. Ya no estaban solos... los habían encontrado.

-Maldita ley de Murphy... bastó con decir eso para que nos encontraran-susurró Lucas en tono rabioso.

-¡Corre!-gritó Paloma

Y empezaron a correr.

Los árboles estaban siendo destrozados al paso de las criaturas bajo los agudos chillidos ansiosos de sangre.

Las hojas y finas ramas que descendían en cascada de los árboles, golpeaban las manos de la pareja cuando las apartaban para evitar que les golpearan la cara. El crujido de la paja seca al ser pisada, sonaba rítmicamente a cada paso de huida y perseguida de ambos bandos... Poco a poco los estaban alcanzando.

Algún que otro tropiezo retrasaba la huida y aumentaba la adrenalina de la pareja. El sol estaba por ocultarse, y Paloma envió una fugaz mirada al brazalete que yo les había dado; "usar la luz"... pensó. Ella no sabía a qué me refería exactamente.

Y por fin, llegaron al final del bosque; lugar en donde los rayos de luz que quedaban, dejaban de pasar tímidamente entre las ramas, para poder brindar un ambiente de luz acogedor. Sin embargo, debían descender por una pendiente en la cual, perderían mucho tiempo para evitar caer rodando. Merecía la pena el intento ya que...

-¡Mira Paloma!

-¡Un edificio!- exclamó ella-¡Vamos!

-¿Y si es peligroso?-respondió él analizando otro posible punto.

-¡No lo sabemos Lucas! ¡Esto sí que es peligroso!

Y de pronto, los demonios asomaron detrás de ellos, abalanzándose salvajemente. En ése momento, Paloma echó una fugaz mirada al brazalete mientras notaba la poca luz que quedaba a causa del anochecer. En menos de un segundo, y casi instintivamente, Paloma lanzó un potente flash usando la luz con el poder de los brazaletes, cegando a todos los demonios que allí se encontraban.

Viaje al infierno II-Tierra malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora