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LA PRIMERA NOCHE

Las clases estan ya hechas, cada oveja con su pareja. Nos han comunicado que han habido recortes y que no tienen dinero para dos camas o una litera. Que dormirán chicos con chicos y chicas con chicas en una cama matrimonial. Las chicas se ponen a dar saltitos, con la sonrisa en los ojos. Claro, para ellas es fácil, pero yo no quiero dormir con un tío, euggh.

Y habréis supuesto con quien me toca, ¿verdad? Exactamente, con Rubén. Mi corazón late a mil, no entiendo por qué.

Nos acompañan unos profesores hasta nuestras habitaciones. La mía es la 347, y la de mis amigas la 397 (la que está enfrente). Eso me facilitaba mucho las cosas, porque el año pasado me gustaba ir a su habitación, la cual estaba un piso más arriba, y me tocaba ir hasta arriba con los pies desnudos. Ahora las tengo al lado para lo que sea.

La primera tarde se me ha pasado rapidísimo. Los profes se han presentado y no ha habido apuntes ni nada por el estilo. Hay algunos profes que ya tenía del año pasado. Justo los que más mal me caían, hijos de puta. En fin... pues eso. Nada de apuntes, de lecciones, de libros... Luego, después de eso, nos han dejado hacer lo que queramos. Incluso salir unas horas de la universidad. Así que yo y mis compañeros del curso pasado hemos salido a tomar un helado y luego hemos ido a un pequeño museo de arte. Ha estado muy bien.

Aquí estoy ahora. En mi habitación, cambiándome, antes de que viniese Rubén. Como he dicho antes, seguía haciendo calor, por lo que yo estaba sin camiseta y con mis pantalones grises que me iban grandes. Cuando termino de cambiarme, voy al baño y me lavo los dientes para luego tumbarme en la cama y leer un poco.

El libro se titula El lado oscuro y es el primero de una trilogía. Bueno, más bien es el segundo, el primero es El lado falso pero te cuenta cosas que, si no lees el otro primero, no entiendes. Por eso El lado falso lo dejaré para el último. Después de El lado oscuro me leeré El lado salvaje, que es el segundo. El primer libro trata de un niño, que es un código medio (un mago medio blanco, medio negro) y que deberá decidir y descubrir cual de sus lados es predominante o cual quiere escoger. En fin, es interesante.

Son las nueve y diez cuando empiezo y las once menos cuarto cuando Rubén aparece. No me había dado cuenta de sus percings hasta ese momento. Tenía un percing de aro en la ceja, otros dos en la oreja y uno en el labio inferior. Cierra la puerta detrás de él y me saluda:

-Buenas noches, Thomas. ¿Qué lees?-dice con voz suave, que me desconcentra.

-Hola. Ah, ¿esto? Se titula El lado oscuro. -digo trabándome cada dos por tres.

-Ah, yo ya me he leído los tres. Te recomiendo que empiezes por El lado oscuro. Es que, el lado falso...

-Lo sé.-le corto. Suelto una risita muy femenina y me dan ganas de morirme.

-¿Y esa risita? ¡Qué mono!-dice poniendo mofletitos. Carcajeamos a la vez.

-No sé, me ha salido sola.

-Bueno, si no te importa me voy a cambiar.

-No, no, adelante.

Empieza quitándose la camiseta. Sus músculos resaltan bastante. Me fijo en que tiene una serie de tatuajes. En sus dos brazos tiene muchos, indescifrables si no los ves de cerca. Al darse la vuelta, también resaltan los de su espalda. También tiene uno ahí: es un dragón que recorre desde un omóplato hasta el otro. Luego se quita los pantalones. Sus calzónes parecen pantalones muy cortos. Son rojo sangre. Se vuelve a dar la vuelta y se nota todo el paquete.

-¿Puedo dormir en calzónes?

-S..sí, claro. Lo que qui...quieras.

-Vale, gracias.-dice, antes de tirarse de plancha bocabajo a la cama, justo a mi lado. Se da la vuelta y acerca su cabeza a mi hombro. Puedo sentir su aliento en mi cuello, caliente...

Me da escalofríos, pero no quiero que pare. Su mejilla está a dos milímetros de mi hombro. Miro hacia él y él me mira desde abajo. Sonríe inocente y luego pregunta:

-¿Por qué capítulo vas?

-Pues... por La sexta notificación.

-Buff... Ese capítulo es horroroso.

-¿A qué te refieres?

-Que no me extrañaría verte llorar.-dice dulcemente.

-¿Te...?

-No, no me importaría.-dice sonriendo inocente. Contesto a su sonrisa con una de confianza.

-Que majo... ¿A ti no te da un poco de... algo, dormir con un tío?

-Mm... sí.-dice pensativo. Me desincho por dentro, por alguna razón.- Pero si es contigo, no.

Abro los ojos como platos y le miro. El colchón dentro de mí se vuelve a hinchar. Pero... ¿Por qué ha dicho eso? Y, ¿por qué me influye tanto su opinión. El me mira inocente, esa mirada de cachorrito. Es mono... muy mono.

-¿Qué? Eres majo... ¿Eres gay?

-¿¡Qué!? ¡No!-me sonrojo. No soy gay.

-¡Ala! Vale, vale... Es que, si eras gay pedía cambiarme de habitación. -carcajea. Eso me cabrea un poco. No me gusta la homófobia, el machismo, el racismo, etc.

Cierro el libro de golpe, lo dejo en la mesita y apago la luz. El silencio se hace en la habitación y parece oprimirme los pulmones.

-Buenas noches.-digo bruscamente, arruinando el silencio.

-Buenas noches. Por cierto, yo suelo tener pesadillas por las noches.

-Y yo...

-Bueno, pues si tienes cualquier pesadilla, me avisas.

Se recoloca en la cama, bocarriba, con las manos debajo de la almohada. Yo le doy la espalda, en el extremo de la cama. A los diez minutos me quedo dormido.

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Abro los ojos. Estoy inmóvil, en la cama. Miro a mi derecha, ahí está Rubén, con lágrimas en los ojos, con un trapo en la boca y mirándome fijamente. Miro sus manos, encima de su cabeza, atadas. A los pocos segundos me percato de que yo estoy igual que él.

Empiezo a moverme y a agitarme. Grito, aunque el trapo es como una esponja, absorbe mi voz. Vuelvo a mirar a Rubén, está vez a sus ojos. Son color miel. Los tiene aguados, y me mira con compasión. Son preciosos. Tiene manchas de sangre y pequeños cortes por todo el cuerpo.

Entonces se acerca un hombre. Es alto, tiene un pasamontañas negro y viene armado. Con un cuchillo. Rubén empieza a moverse, intentando zafarse del cuchillo. Pero es imposible. El cuchillo es rápido y con un corte certero en la yugular, Rubén está muerto. Y toda su sangre, o ya me ha salpicado o está brotando al lado de mi cara.

Contengo mis ganas de vomitar, sabiendo que así moriría asfixiado. El hombre rodea la cama y se pone a mi lado. Yo no me muevo, me limito a esperar. El hombre se quita el pasamontañas y entonces veo el rostro de mi padre. Está satisfecho, pero no lo suficiente. El cuchillo roza mis labios y va bajando hasta mi garganta cuando...

Abro los ojos. No he gritado ni me he despertado bruscamente, pero estoy llorando. Recuerdo lo que me ha dicho Rubén, pero me callo. Él sigue en su posición, bocarriba y yo me acerco sigilosamente. Coloco mi cabeza sobre su pecho y cierro los ojos. Se está bien, me gusta estar así. Está calentito.

Se mueve y le oigo inspirar fuertemente. Se incorpora un poco y me rodea con el brazo. Eso me sorprende, pero me gusta. Es tranquilizante y me siento protegido.

-¿Qué pasa, Thomas?-dice somnoliento.

-He tenido una pesadilla, horrible.-contesto con un hilo de voz.

-¿Qué pasaba?-pregunta interesado. Parece estar ronco. Me limito a decorar la verdad.

-Un asesino me mataba, aquí. Era mi padre.

-Madre mía. ¿Por qué tu padre?

-Viví con mi madre hasta los dieciocho. Me mudé y a los dos días mi madre estaba muerta y mi padre desaparecido. Mi abuela, su suegra, decía que lo había asesinado él.

-Vaya...

Y así dormimos, abrazados toda la noche. Le conocía de poco, pero ya le trataba como a mi hermano mayor.

Gay BoyzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora