39. El perro que aprendió a correr

2K 137 11
                                    

Una gran disculpa, no se cuando deje de escribir pero vi que se siente tan bien volver, espero y se estén cuidando! No salgan de casa si no es necesario. 💕

La niña en mis brazos tenía un duelo de miradas con Brec que se arreglaba sus labios, Hayes estaba frustrado y no quería hablar, el chico del cel, creo que de costumbre, estaba agarrando los rizos de Brec mientras los enrollaba en su dedo índice aún sabiendo que era demasiado incómodo para todos los que estábamos en la cabina.

–Vamos a salir de aquí, ahora mismo —hablé fastidiada, en voz baja, Hayes me miró, sin entender su expresión, seguí con lo que quería. Aunque era obvio que quería hablar sobre lo que había dicho Brec. No era buen momento.

Comencé a ver a mi alrededor y casi me río de mi misma por recordar que ya me había tocado estar en una situación así. Encerrada en un elevador atorado, asustada y con un arma temblando en mis manos, mi cabello empapado de champán con una pizca de sangre cálida recién salida de un cuerpo frío y sin vida.

Los elevadores contaban una salida superior y solamente era poder treparme en los cables para poder llegar al piso que deseaba que no estuviera a una gran altura.

Bajé a la infante poniéndola en la esquina y me monté arriba de los posa manos, viendo la figura cuadrada de metal, pude encontrar un apoyo para poder agarrarme y con impulso comencé a patear con suficiente fuerza para que se comenzara a levantar.

–Mierda, esto es cansado —me quejé cuando mis manos enrojecieron después de varios intentos.

Si estuviéramos en esa situación de hace unos años lo harías con más ganas, vamos inútil.

–Te ayudo —sin pedirlo, Hayes se montó donde mismo y comenzó a aplicar fuerza empujando con sus piernas y después con sus manos, aunque quede embobada cuando las venas de sus manos comenzaron a marcarse.

Si bueno, eso fue fácil porque no estás sola.

Después de unos segundo el metal cayó estruendosamente al suelo de la cabina y dejando ver el gran hueco donde efectivamente se veía la gran distancia de los niveles que habíamos bajado y en cada tanto metros se encontraba dichos pasillos.

–Gracias —no lo miré pero me apoyé de su hombro —demasiado fuerte— para poder impulsarme arriba y estar arriba del elevador. Logré ver el piso que no estaba tan lejos pero si iba a ser necesario tener que trepar; me asomé a ver a las personas restantes —. Tendremos que trepar, no es tanto pero es la única opción.

–Con que podamos salir de aquí —habló Brec, cansada.

–Hayes, ayúdame a alzar a la niña —extendí mis brazos e hizo lo que dije, aunque fue un poco pesado tenerla en mis brazos, al estar arriba se aferró a mi haciéndome sobresaltar por como me abrazaba, como se atreve.

–Brec —Hayes entrelazó sus manos e hizo que la rubia pusiera su pie sobre sus palmas, para después impulsarla hacia arriba. Y aunque con resignación me agarró de las muñecas, le sirvió para poder subir.

Hizo lo mismo con el chico desconocido para que Hayes quedara al último. Y aunque se montó encima de las barras, aún así extendí mi mano para servirle de apoyo, detallando que fue demasiado fácil pero lo escuchara quejarse cuando subió.

–¿Estas bien? —le pregunté inconscientemente mientras agarraba sus manos viendo lo rojiza que estaban.

–Sí, no te preocupes —me sonrió de lado pero le faltaba la sinceridad. Y eso me hizo sentir fatal. Peor fue cuando retiró su mano con lentitud.

•Amor Expirado || (STA#2) || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora