George se hallaba sumamente ansioso. No sabía que esperar, además, en su mente, millones de teorías se formulaban, y algunas eran mucho más macabras que otras, es decir, se trataba de Terry, tenía que tener malas intenciones, ¿no? Un poco mareado, por el vacío que sentía en el estomago, decidió sentarse en la banca más cercana. Casi de inmediato, una figura corpulenta se paro frente de él. George volteó hacia arriba para ver de quién se trataba, y se topo con unos ojos verdes que lo miraban desafiantes. Él, se limitó a suspirar y ponerse de pie.
―Supongo que tenemos una platica pendiente.― Indicó George.
―Lamentablemente, sí.― Asintió Terry.
―Bien. Venga, suéltalo.― Lo animó el chico, que ni siquiera estaba seguro de querer escuchar la verdadera razón de su acción.
―Primero, discúlpate por el puñetazo que me pegaste, hermano.― Terry lo miró expectativo, esperando las palabras que tanto ansiaba escuchar.
―Ni en sueños. Venga, primero explícame y te prometo que si me parece una buena razón me disculparé contigo.
―Bueno, en realidad, gracias a mí, tú y ella siguen juntos, el plan de Amelia era lo suficientemente bueno, para haberlos separado, pero no, yo fui la falla del plan, a propósito, claro esta. ¿Estás seguro que quieres saber por qué? No creo que sea agradable de escuchar.― George asintió, indicándole que estaba de acuerdo. ―Bien, lo hice porqué Liz me gusta y demasiado, es más, la quiero. Pero, George, ella es feliz contigo y no soy tan egoísta e inhumano para arrebatarle su felicidad por un capricho mío. Si ella está bien, entonces yo igual. Eso es todo. Lo hice por ella.