Apenas la chica le abrió la puerta, sin desperdiciar ningún solo segundo, tomó su rostro entre sus manos y la besó con pasión. La adrenalina recorría sus venas, y sus corazones palpitaban a la par. Sin duda, era un beso digno de recordar.
―George...― Balbuceó Liz, llevándose dos dedos a sus hinchados labios. Él sonrió.
―Sabes a eos de fresa.― Aclaró, logrando que la chica se pusiera colorada. De inmediato, la tristeza lo abrumó. No había sido el único que había probado el bálsamo de la chica aquella tarde.
George se hallaba ensimismado en sus pensamientos, cuando sin previo aviso Liz lo besó con fiereza. Y poco a poco, aquel beso dejo de ser suficiente. Sus manos exploraban sus cuerpos, a la par que George entraba y cerraba la puerta de una patada, tras de si. Rápidamente, se despojaron de sus ropas, quedando completamente desnudos uno frente al otro, contemplándose.
―Eres preciosa, Liz.― Pronunció con voz ronca por la excitación.
Se fusionaron, formando solo uno, definitivamente, no había forma de que estuvieran más juntos, tanto física como emocionalmente. Una vez acabado el acto, Liz añadió:
―Te amo, George. Y te prefiero a ti.
N/a: Les pegue un susto, ¿a que sí? Sip, ellos tuvieron sexo. ¡Oh! Crecen tan rápido. En fin, comenten que piensan de esto, yo estoy eufórica, ya quería enseñárselos.
Gracias por leer, votar y comentar. Los amo miles.
-N