Desagrado.

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Le conté lo de Lexi, lo de la misteriosa chica que me aterrorizaba, lo del rechazo de todo el mundo hacia la homosexualidad u otras orientaciones que no fuesen la hetero. Ella escuchó y escuchó, incluso de vez en cuando me secaba alguna lágrima. Y llegó la gran pregunta.

-Dayanne, ¿pero la quieres?- Me chocó muchísimo, sabía que esa pregunta había rondado por mi cabeza, pero la había encerrado en una cajita en mi mente. Pero cuando me preguntó eso, la caja se abrió y de ella salieron fuegos artificiales, y muchas dudas.

-¿Yo? Que va. Si la odio.

-Dayanne...- Mi madre nunca había hablado conmigo de esta forma, ni sabía mucho cómo hablaban las madres. Pero creo que esto era lo más parecido, ese tono insistente.

-¿Puede? No tengo ni idea, Ruby. De todas formas da igual, está mal. Todo se opone a esto, por lo que no puede ser la decisión correcta.

Pasaron las dos horas siguientes y volví a casa. Iba con miedo de volver a toparme con esos llameantes ojos verdes o de Lexi. No quería verla, solo deseaba que mis sentimientos (si se podían definir así) se esfumasen.

Llegué a casa y tuve que abrir y cerrar los ojos un par de veces. No sé que hacían las hermanas Carton, el tal Eiden de la fiesta del sábado, y una pareja de unos 40 años en mi casa.

Mi madre salió de la cocina y me arrastro hacia ella antes de que pudiese saludar.

-Hija, esos son la familia Carton y más te vale comportarte. Sube a cambiarte y ponte algo más...femenino. Tu padre está haciendo negocios con ellos y tenemos que dar buena impresión. -Sonrió nerviosamente - Mira, si estoy intentando cocinar y todo.

Cabe destacar que mi madre no cocinaba nunca, era mi padre o yo. Y no entiendo por qué mi madre tenía que cocinar hoy si no le gustaba, mi padre podía hacerlo perfectamente. Solo querían dar la impresión de familia habitual, también por otra parte de familia machista.

-Deja mamá, que ya te ayudo. -Y me puse a preparar canelones, con una pinta deliciosa.

Subí a regañadientes a por un vestido "femenino" y para estas ocasiones. Era azul turquesa, por lo menos. Pero me sentía muy incómoda.

Bajé las escaleras y me senté a la mesa, las hermanas no paraban de mirarme con prepotencia y Eiden no me quitaba el ojo de encima.

Acabamos de comer y nos dijeron que fuésemos a dar una vuelta o a alguna de las habitaciones. Les conduje a la sala de estar, que tenía una televisión bastante grande y tres sofás.

Todo iba "bien" hasta que las gemelas fueron invitadas a una especie de fiesta de pijamas y se tuvieron que ir.

Eiden me miró como si fuese un caramelo y se sentó al lado mío. Cada vez estaba más cerca, hasta que puso una de sus manos sobre mi muslo, en ese momento me aparté.

-Así que es cierto que eres una asquerosa lesbiana.

-¿Qué?

-Lo sabe todo el mundo, que haces cosas lésbicas con Lexi. Pero yo te puedo curar y tampoco pongo pega a que te la traigas un día. - Se estaba acercando demasiado y su colonia me impedía respirar con facilidad. Todo olía a él, a su asqueroso olor.

-Eres un gilipollas. - E hice amago de irme, pero tenía ya su mano en mi espalda, bajando la cremallera del vestido y no podía zafarme de su agarre.

-Venga, cuéntame lo que te hace. Vamos a jugar un rato- Y sus labios acabaron sobre los míos, con violencia y como veía que yo no seguía su beso, mordió mi labio con fuerza. - Venga, no te cortes, que te gusta.

Me encontraba mal, muy mal. No podía seguir con esta situación, él no paraba de manosearme, de agarrarme con fuerza, no podía escapar, y cada vez subía más las manos. Las lágrimas recorrían mi rostro.

-Vamos a ver qué tienes aquí debajo...- Dijo señalando a mi ropa interior, la parte inferior. Pero fue interrumpido.

-EIDEN, NOS VAMOS. -Dijo su madre con voz cantarina.

-Me lo he pasado bien, ya lo retomaremos por donde lo hemos dejado la próxima vez. - Y me miró como si fuese un caramelo.

Se fueron y corrí hacia el baño. No podía evitar las arcadas y acabé vomitando en el váter. Después me di un baño en el que por más qué me echaba jabón y pasaba la esponja por mi piel, no me sentía limpia. No sabía a quién acudir, no sabía que hacer.

Don't go away.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora