CAPÍTULO 6

103K 7.2K 784
                                    

Agarré un toallón blanco, que Sofía me dejó colgado en la puerta. Me sequé allí dentro y luego salí envuelta.

Varias chicas más andaban por ahí vistiéndose y peinándose. Todas tenían un conjunto diferente al mío: un short negro, pegado al cuerpo y una remera verde musgo lisa. Les pregunté por ello y me dijeron que a partir de las 8:30 teníamos que estar alistados para irnos a dormir a las 9:00. De paso pregunté por la cena, ya que mi estómago estaba pidiéndome algo con qué rellenarlo. La cena en la cafetería había empezado a las 7:00, después de volver de su entrenamiento y, de ahí, tenían hasta las 8:00 para comer lo que quisieran.

La tarde se había pasado volando.

Fui al casillero que me pertenecía y allí encontré el pijama. Me vestí y dejé la ropa sucia en un canasto para que la lavaran más tarde.

Sofía llegó a mi lado. Me pasó un cepillo de pelo para que desenredar mi cabello. Me acompañó hasta unas cápsulas transparentes que observé con desconfianza. Ella dijo que era seguro y que con el aire tibio que soplaban, iban a secar mi cabello. Me metí allí dentro y después de una pasada rápida, ya estaba seca.

—Siéntate sobre la mesada de allá, para que pueda curarte los cortes.

Sus manos se movían con delicadeza, mientras que sus ojos iban y venían, analizando las heridas. Según ella, el ardor en mi espalda era un músculo tenso que aparentaba ser un corte, por lo cual lo dejó pasar y se centró en mi pantorrilla.

—Listo —anunció finalmente. Quise levantarme, pero me retuvo con una mano en el pecho—. Puede que por fuera haya curado, pero por dentro aún no. ¿No quieres que te cure los nudillos? —Intentó agarrarme la mano, pero la aparté con gentileza.

—No, gracias. —Los miré con una sonrisa. La venda se había mojado un poco por la ducha—. Prefiero que la naturaleza haga lo suyo. Además, creo que Ares hizo un buen trabajo con las vendas. Dejaré que seque y cure a su tiempo.

—Como quieras. —Agarró su cofrecito de metal—. Salgamos de aquí.

Caminé hasta mi cama y allí me encontré con varias personas. Algunas conocidas y otras no.

—Scarlett, ellos son unos amigos míos; este es Luke. —Mila me señaló a un rubio de ojos verdes. Daba el aspecto de parecer simpático como también daba miedo, con sus grandes brazos musculosos—. Y ellos son Katherine Brown y Jayden West. Katherine era rubia, alta y de ojos rojos, con unas espesas cejas fruncidas; mientras que Jayden era de cabello un poco más oscuro y unos pequeños ojos violetas con grandes pómulos tapándolos. Y si mal no lo recordaba, él fue aquel chico que intentó ayudarme, antes de que Colin lo empujara.

—Me llamo Scarlett. —Traté de ser simpática.

—Si, hemos escuchado mucho sobre ti —dijo Jayden, mirándome expectante—. Desde que llegaste, la gente no ha dejado de hablar sobre tu... personalidad.

—¿Estás intentando ser sutil para ablandar las opiniones? —insinué cruzada de brazos.

—No. Pero llamas mucho la atención... varios hablan sobre tu cuchillo de vidrio.

—Es una daga de diamante —lo interrumpí para corregirlo.

—Lo que sea. Otros sobre tu habilidad en las artes marciales, varios se impresionan con tus ojos y la gran mayoría por lo hermosa que eres.

Nunca nadie se había molestado en decirme que era bonita. Jayden parecía estar haciéndome un cumplido, pero no sabía como aceptarlo.

—¿Qué te han hecho en los ojos? —Katherine retomó el tema y se acercó hacia mi, dejándome notar lo alta y esbelta que era—. Según lo previsto, tú tendrías que haber salido con el mismo color que yo.

No Soy una Falla ||LIBRO 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora