Capitulo 23

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-Esta rata- sujeta con una mano y sacude al cachorro, como si de un trapo se tratara. Maldito, me dan ganas de aventarlo encima del ciclista que pasa a su lado, pero el deportista no tiene la culpa de la tontes de otras personas.

-Serás cabron, es un cachorro, devuélvemelo que es mío.- camino más rápido para encararlo.

-¿Cómo era esa regla?- pone cara de pensamiento, no sé si sea mi imaginación pero creo que sale humo de su cabeza.- todo lo que encuentres en el piso es tuyo, así que...

-En donde diablos existe esa regla, en Idiotalandia.-le cortó de repente, comenzaba a fastidiarme, seguía maltratando a Cuchu, olvide mencionarlo le he nombre Cuchurrumino al cachorritoJ, este aullaba de dolor o eso creo, el vendaje de su patita se le había caído por tanta sacudida a lo bruto.

-No lo sé dímelo tu.- suelta una sonora carcajada.

Lo odio con odio jarocho.

No le respondí, me dejo sin palabras pero no lo iba a admitir al menos no en voz alta, así que solo extendí la mano en su dirección, quedando a medio metro de distancia, para que me entregara a mi nene.

El intento fue en vano, ya que el bacilo en dármelo o no, enserio estaba comenzando a cabrearme.

Le lance una mirada llena de veneno, no me importaría descargar con el todo el estrés que se había acumulado en mí en tan pocos días, pero no soy tan víbora él no tiene la culpa, en parte si pero no del todo.

Inhale: tranquila, ignóralo.

Exhale: me vale cacahuate.

Me relaje o al menos trate: cuenta hasta 10.

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-¿Te has cansado de jugar?- me cruzo de brazos, mi molestia comenzaba a notarse, no sé porque pero siempre mi temperatura aumentaba cuando me enojaba.

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-Pareces la hermana de esta rata, respirando así.- otra risa de su parte.

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¿Qué demonios?, ya, he llegado a mi limite, comencé a caminar como un toro en su dirección y la risa seso de pronto, estoy segura por su expresión que casi casi estoy soltando fuego por los ojos.

-Entrégamelo, ¡ahora!- le grite, este brinco del susto, me alejo con un solo brazo, con el otro aventó hacia arriba al cachorro.

Marica.

Corrí extendiendo los brazos al cielo, amortiguándole la caída, por suerte alcance a atraparlo, Adam continúo riendo mientras se alejaba corriendo en dirección opuesta, espantando a las palomas y casi tropezando con sus pies.

Me acerque rápidamente a la banca donde había dejado mis pertenencias, saque un desodorante en aerosol, si un desodorante, soy como dora la exploradora porque cargo todo en mi bolsa, lo lance hacia donde Adam corría.

Regresando con mi mala suerte, no le atine, pero paso por arriba de su cabeza y como él estaba volteando hacia atrás no se fijó y piso el bote de aerosol, ¿Cómo resultado? Se resbalo, cayendo de espaldas y soltando un alarido horrendo.

Para mis ojos eso fue lo más cómico que había visto alguna vez en mi corta vida, pero, para las demás personas fue una tragedia, creo que no fue para tanto porque nadie se molestó en ayudarle.

Al despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora