Capitulo 25

33 9 1
                                    

-Vamos chicas no sean tan mojigatas.- Val dice esto gritando por lo alto de la música mientras va corriendo en busca de alcohol.

Eimi se acerca a mi oído y grita-Te dije que era mala idea.

Solo me encojo de hombros.

La casa está a reventar, miles de personas por todos lados, en el sofá, el jardín, la cochera hasta en las habitaciones, bebiendo licor como locos.

Sin duda alguna hay buen ambiente, lo aseguro porque ahora Val se encuentra en la sala arriba de una mesita, gritando "que buena fiesta" mientras intentaba bailar con esas enormes botas. Varios chicos se encuentran a su alrededor gritándole guarradas y otros tratando de manosearla.

Verla saltando y gritando me hace recordar a la abuela.

Como apenas una semana atrás estaba haciendo eso mismo en la cocina de mi casa, también recordé sus gritos y los portazos que dio al marcharse.

Lo admitiré eso hizo que se me bajaran los ánimos, pero vamos es sábado, fin de semana libre y sin tareas, vine a esta fiesta tratando de distraerme un poco, no como el día en que se fue la abuela que Eimi me dejo vestida y alborotada como novia de altar.

Después de un gran rato de estar sola y parada a un lado de la puerta de entrada sin hacer nada llega Eimi acompañada de Joss.

-Hey chica alta- saluda chocando su mano con la mía, algo característico de él es que solo te saluda de beso cuando trata de ligarte.

-Alice...-Eimi me codea entregándome un vaso azul rey, pero me niego a aceptarlo así que ella rueda los ojos y de un trago termina con el primer vaso.
La miro espantada, nunca la había visto beber con esa rapidez.

Con los cachetes inflados ella me regala una media sonrisa.

-Eso está helado- tiemblo de frio ya que Joss le pica la panza a Eimi y sale volando todo el líquido directo a mi blusa.

Les lanzo una mirada asesina estilo mi mamá.

-Necesito aire fresco, regreso en un rato.-paso por en medio de los, creo oír una pequeña risa, no veo lo gracioso del asunto.

Con tanta gente y humo de cigarrillos no logro dar con la salida al patio trasero, en vez de eso salgo a la cocina llevándome una pequeña sorpresa.

Val está besando a un chico y no es cualquier chico, es un chico idiota.

Él está recargado en la estufa y ella con una pierna enroscada sobre su cintura, no hace falta decir que están muy ocupados y entretenidos porque ni siquiera se han dado cuenta de que no están solos, los observo un poco perpleja.

Siento náuseas y eso que no he tomado más que agua, pero es que ver a mi nueva amiga besando a alguien que odio se siente como traición, existe la posibilidad de que ella no sepa que no lo puedo ver ni en pintura o tal vez tanto alcohol en el estómago le ha hecho daño y ve todo borroso.

Las náuseas aumentan cuando la mano de ese idiota desaparece bajo su mini-falda, ella se pega más a él y creo que comienzan a escucharse gemidos, si continuo mirando eso la cocina cambiara de olor, de cerveza a vómito, ningún olor es agradable pero no quiero ser responsable de ese olor.

Retroceso lentamente para no ser tan inoportuna pero la ley de Murphy sale a relucir.

El cesto de basura, que por cierto esta hasta el tope de latas de cerveza, cae armando un tremendo relajo. Ningún de los dos deja de hacer sus cosas, sus manos están trabajando al máximo por debajo de las prendas, la música opaca los gritos de placer que emite Val, eso me provoca más náuseas.

Al despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora