La invitación de Madame R.

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Cómo cualquier mañana de sábado, para Brauch, se levanta de su cama matrimonial dejando aún lado las suaves sábanas de seda blancas, una joven albina de largos cabellos plateados, entró con los ojos cerrados.

—¿Puedo pasar?— pregunta la reconocible voz de una chica—. Ups, ya entré—

—Dann... ¿cuántas veces tienes que interrumpir mi momento de paz en las mañanas?— Mi voz en las mañanas al despertar no era precisamente a còmo suelo hablar estando totalmente consiente, logro abrir un párpado.

—Toda tu vida Brauch— respondió alargando la "o" mientras me mira y se sienta a lado de mi fabulosa cama.

—Eso no responde a mi pregunta... Ya verás pequeña... Hoy es... Sábado, uff, hoy puedo comer más calorías— Me dispongo a levantarme de la cama, motivado por la comida que tengo en mente, más la visita sorpresa de mi mejor amiga.

—¿Y se puede saber a donde iremos esta vez?— Danielle se toma el cabello enredandolo entre sus dedos.

—Esta vez puedes escoger tú, siempre y cuándo la crema de maní esté en el menú...— tomo mi ropa del cajón, un pantalón con la rodilla derecha rota, una camisa negra (Por supuesto, el negro es mi vida) y claro, bóxers, entro al baño dispuesto a darme una ducha para despertar al 100%

—Un lugar donde la crema de maní esté en el menú... ¿Qué eso no te hace engordar?— la escucho burlarse del otro lado de la puerta.

—¡Oye!, Para tu información respeto y hago la dieta al pie de la letra, mi figura y condición son lo que más me importa después del dinero—. Tras salir de la ducha paso la toalla por mi cuerpo y me visto, no me complico con el pelo, peinado hacia la izquierda, ¡Muack, hermoso! —¿Lista Dann?— pregunto una vez listo, al salir lo primero que veo es una cegadora pantalla de celular con el brillo al jodido 100%, una vez que finalmente mi vista se enfoca con éxito, logro ver el restaurante.

—¿Podemos ir?, por favor— su mirada claramente me decía que quería ir, ni de chiste me le negaría a la cara tierna de mi mejor amiga.

—Vale, vale, el restaurante se ve a simple vista bien, hay que darle un vistazo— Dann hace un saltito de emoción cuál niña emocionada, así ambos bajamos de mi habitación al Garage, así le entrego un casco a Dann y me pongo el mío, así ambos montamos de la motocicleta.

—El jefe te paga bien Brauch— dice y el ego llega a la punta de mi cabeza.

—Soy el mejor, ¿será por eso?— era inevitable no ponerme así.

—Vámonos, niño rico— su comentario sigue tirando leña haciendo crecer la llama de mi gran ego, así enciendo la motocicleta y me pongo en marcha para llegar a ese nuevo restaurante.

•|Lejos de ahí|•

—Jefe...— Un hombre alto de pelo rubio encurvado, arreglado con su traje, toca una gran puerta color chocolate oscuro con adornos de oro —... Soy Jerry señor, vengo con una nota... El asunto... Es complicado de explicar— la puerta se abre, dejando ver una niña de 12 años, rubia de ojos esmeraldas.

—Papá dice que pases Jerry— la niña sonríe tiernamente mirando al hombre.

—Gracias, Nina— el hombre acaricia su cabeza mientras entra a la habitación de juegos de la familia Rutenelli.

—¡Jerry! ¿deseas beber algo?— un hombre rubio, de vestuario casual y ojos color esmeraldas, deja a un lado un oso de felpa caminando a un mini bar.

—Ah... No señor gracias... Esto, es importante...— Jerry saca un sobre rojo y letras doradas con una rosa negra en el centro de esta

—¿Una invitación?... Jaja, ¿tan grave es?— el hombre rubio de ojos esmeralda se acerca y mira con detalle el sobre.

—... Madame Rosetta lo envío— el joven rubio dice con un tono preocupado, y el mayor toma la invitación.

—Si... La rosa se me hacía conocida— el mayor se dirige a la mesa del bar tomando una navaja para abrir sobres sacó la dicha invitación y comienza a leerla:

"Ha pasado tiempo Rutter, ¿dime como está Nina?, espero que bien, esta invitación es para que puedas asistir a mi fiesta de disfraces que se llevará a cabo el 24 de diciembre de este año, a 7 meses exactamente, espero y Brauch también vaya, no te imaginas lo mucho que lo extraño... Espero verlos a los tres en esta fiesta... Saludos.

~Madame R."

El rubio contiene su coraje, evitando explotar frente a su hija.

—Señor...— Jerry se acerca al mayor tomandole del hombro ligeramente cabizbajo.

—... Llama a Brauch—

—¿Qué mensaje le dejaré?— el rubio joven toma su celular desde el bolsillo de su saco.

—... Dile que lo veo en el parque central...— finalizó lanzando la invitación.

—Si, señor—

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Espero de corazón que les haya gustado.

(EDITADO)

Entre besos y mentiras (E D I T A N D O) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora