-¡Obvio que me caso contigo! -respondí.
Pensé "total si la Javiera pudo perdonarlo, yo también puedo".
Mi vestido blanco radiante fue espectacular en el matrimonio. Todos me miraban e incluso estaba la chabacana entre los invitados. Ibizo fue el padrino obviamente y los contactos turbios del Español se rajaron con la tremenda fiesta.
Así fue como nos casamos y vivimos felices nuestros últimos días en España con el Español.
No, mentira.
En realidad quedé en shock hipovolémico y casi me da una diarrea osmótica por el impacto. Muchos impactos en muy poco tiempo. Mi cuerpo no resistiría tantos shocks durante mucho tiempo más.
-¿Qué? ¡Ni siquiera te he dicho si te perdono haberme mentido a ese nivel! -respondí enojotraumatizada.
-Dejemos toda esta mierda atrás y empecemos de cero en Chile. Buscaré un trabajo normal, ¡te lo juro! Todo será diferente. Solo dime que sí.
-No sé, tengo que pensarlo -dije suavizando la voz-. ¿Me juras que no volverás a tener nada que ver con esa gente rara?
-Te lo juro Pepa. Allá en chile será una vida nueva -me sonrió con sonrisa sincera y ojitos de pena.
-Es muy sorpresivo esto -dije acongojada-, qué onda, tengo que procesar todo primero... ¿Cómo me pedís algo así después de la conversación que tuvimos?
-Pepa hazlo, piénsalo todo lo que quieras, pero no me dejes -suplicó.
-Bueno.
-¿Me dejarás?
-No -sanjé lacónicamente.
Seguimos comiendo y poco a poco su voz dejó de lado el nerviosismo y empezó a hablarme como si nada hubiera ocurrido. Yo, que siempre he sido buena para comer, con raja podía meter un par de papitas duquesa en mi boca. No podía ni tragar. Estaba verde por enviarle un Whatsapp al Ibizo, que seguía en la esquina con los brazos cruzados y mirando atentamente, pero cada vez que yo sacaba el teléfono, el Español me quedaba mirando y yo no hacía más que ver la hora y volver a guardarlo.
Al final, cuando terminamos de comer y el Español pagaba la cuenta con billetes sin yeso, me escabullí al baño y tipeé rapidito "ándate no más Ibizo, está todo bajo control, después te cuento". Luego me hice la loca y entré al auto como si nada... ¿me estaba acaso metiendo en el auto del enemigo?
-Me conoces Pepi -me dijo el Español mientras iba manejando de vuelta al departamento-, sabes que no soy una mala persona.
-Lo sé, pero dame tiempo. Esto es súper raro.
-Todo el tiempo que haga falta -con el dorso de su mano me tocó la cara y se me estrujó la guata de paso.***
Los últimos días en España fueron más raros que el principio. Aproveché de comer todo el pan de pipas que pude y me vestía un poco más ligera de ropa para sentir frío, porque tenía claro que en Córdoba me iba a recagar de calor.
Había vuelto a ser natural con el Español. Tiraba chistes y tallas para distender el ambiente, porque él estaba constantemente con cara de que yo me arrancaría en cualquier momento. No quería que pensara eso.
-¡Oye, tráeme un cable USB porfa! -le dije al día siguiente mientras pasaba el trapero por el piso, haciendo aseo- Bajé música en mi celu y quiero ponerla a todo chancho.
El Español, que andaba de short, chalas y una musculosa limpiando el wáter de rodillas, me trajo un cable y conecté mi celular a los parlantes. Había descargado una canción especialmente para esa ocasión.
«Sensual, un movimiento sensual
Sensual, un movimiento muy sexy
Sexy, un movimiento muy sexy
Sexy
Y aquí se viene Azul Azul con este baile
Que es una...»
-¡BOMBA! Para bailar esto es una ¡bomba! Para gozar esto es una ¡bomba! Para menear esto es una ¡bomba! -usé el escobillón de micrófono mientras cantaba y hacía movimientos sexys con la gracia y femineidad de un hipopótamo.
El Español se puso rojo mirándome con la boca abierta.
-¿Por qué haces tanto énfasis en la palabra bomba? -me preguntó con cara rara.
-Porque... para menear esto es una ¡BOMBA! Y las mujeres lo bailan así, así, así una mano en la cabeeeza -seguí bailando y el cachó la indirecta, bufó y entró al wáter y siguió limpiando.Al otro día aproveché una de sus salidas misteriosas y me junté con el Ibizo.
-¿Qué es esa mierda que me dijiste por Whatsapp? ¿Cómo es eso de que te ha pedido matrimonio? -me preguntó frunciendo el ceño.
-Me dijo que me case con él y que nos vayamos a chile y empecemos de cero.
-¿Estás de coña? -Ibizo impactado- Le has dicho que no, por supuesto, no creo que seas tan tonta.
-Me dio miedo decirle que no, así que le dije que lo iba a pensar -respondí con un dejo de angustia.
Ibizo, una vez más, miró al cielo buscando paciencia.
-Pepa, ese tío está haciendo contigo lo mismo que hizo con Javiera. El cabrón solo quiere la residencia definitiva para huir de acá. Es un manipulador de mierda.
-Lo sé Ibizo, no soy tan weona. Por eso me siento mal. Yo lo quería, lo amaba, mucho, y ahora ya no estoy segura de que siento respecto a él. Lo único que siento y tengo claro es miedo y decepción.
Los ojos pardos de Ibizo me atravesaron como bengalas cuando me miró y me dijo:
-No me importa si el tío quiere hacer estallar un ferrocarril, o Madrid entero, me importa que haga estallar algo mucho más importante: tu corazón.
Me quedé en silencio un rato sin saber bien qué decir, con el corazón palpitándome muy velozmente.
-A mi me preocupa más que haga explotar el avión si me arranco que mi corazón -dije al final, a modo de webeo-. Me quedan solo dos días acá pero quiero irme ahora mismo.
-¿Eso quiere decir que tienes claro que no te quedarás con él?
-No sé si tan claro, pero tengo miedo y eso no me gusta. Lo penca del Español, más incluso de sus vinculaciones terroristas, es que me haya ilusionado y me haya mentido.
-Sin confianza no hay amor, y si no confías en él entonces no lo amas. Y eso sin contar que te está usando para obtener nacionalidad -agregó Ibizo.
-De eso no estamos seguros.
-De eso yo sí estoy seguro.
-Quedo en las mismas. ¿Qué voy a hacer?
La cara de Ibizo se iluminó y casi pude ver la ampolleta flotando sobre su cabeza.
-¿Él sabe exactamente cuando viajas?
-No, no le he dado detalles sobre mi vuelo.
-¿Y te vas por la mañana o por la tarde?
-A primera hora.
-Bueno, pues últimamente estas de suerte porque se me acaba de ocurrir una forma en que no tengas que enfrentarlo, estés a salvo y termines con todo este rollo. Pero te lo diré solo si estás segura. Así que Pepi, dime, ¿estás segura que ya no quieres tener nada más con ese tío?
-No cien por ciento segura, pero lo suficientemente segura como para querer irme a la chucha.
-Entonces ahí vamos.