DÍA UNO.
PRIMERA PARTELa alarma suena. Odio ese sonidito en un día domingo. Se supone que los domingos son para descanzar y más cuando hay vacaciones.
¿Quién carajos no le dijo eso a la gente?
Tanteo sobre la mesa de noche por mi móvil, pero no hay nada. Lanzo un gruñido y escucho de nuevo, tanteo ahora sobre la cama, pero nada. Abro los ojos exasperada y vuelvo a escucharlo. Ojála fuera un gallo real, así podría estrangularlo hasta matarlo y no volvería a despertarme nunca más. Aun que eso suena exagerado, pero QUIERO SEGUIR DURMIENDO. Debajo de la cama. ¿Qué rayos hace mi teléfono debajo de la cama? Parece que este tiene patitas que se aleja de mí. Voto medio cuerpo fuera de la cama y miro. En la esquina una lucesita se enciende y un sonido horripilante sale de él. Grito y trato de alcanzarlo, pero no puedo, intento un poco más y cuando parece que lo alcanzo, siento el fuerte dolor de mi pecho contra el piso, el dolor intenso de mis caderas y el de mi cabeza.
Luego que el dolor empieza a cesar trato de tomar mi móvil, pero como tengo tan buena suerte. Nótese mi sarcasmo. Me golpeo la mano contra algo duro y helado. Muerdo mi labio y alcanzo mi teléfono, luego de comprobar que esta bien, me estiro hasta coger el objeto causante de mi dolor de nudillos y lo halo hasta mí. Es una caja metálica con tonos de negro, parece muy antigua y muy bien conservada. La coloco entre mis piernas tras sentarme en pose niño pequeño, estirando las piernas por todo el piso de madera de mi habitación. El corazón me late fuertemente mientras reviso el pequeño candado que cierra la caja metálica. Siento que esto es algo grande, pero no puedo decir cuán grande.
Una llave. Necesito una llave para poder abrir el candado.
-Ángel.... Ángel... Ángel. -Grito durante un rato para tratar de llamar su atención.
-Es que estás sordo o qué? -Murmuro.
-No. Pero también tengo cosas que hacer.
-Uhi. Lo siento. -Le muestro la caja.- Necesito una llave para abrir esto.
-Lo sé, pero eso debes conseguirlo tú sola. Tú debes saber donde está. -Le lanzo una mirada matadora- Lo que necesitas es un buen zumo de naranja para esa resaca.
Gruño. -No me lo recuerdes.
Ayer fue el último día de clases e hicieon una "pequeña tertulia" para festejar a los chicos de que se graduaban y fuimos invitados todos los semestres a su reunión que terminó siendo una fiesta de literatos a lo grande. No me arrepiento porque por primera vez lo disfrute aunque la presencia de Riden lo marcó un poco, pero sin prestar atención a cierto expectro todo era genial.
-Vamos.
Poniendome en pie lo sigo hacia la cocina. Me siento en el taburete de la isla y lo miro hacer mi zumo favorito.
-Sabes que mi nombre es Daniel. No sé porque insistes en llamarme ángel.
No sé si han escuchado sobre Daniel Grigori
-Es lo que eres, no?
Daniel simplemente me tuerce los ojos y pone dos vasos con zumo de naranja sobre la mesa. Tomo el vaso y me lo bebo todo. El silencio se hace presente entre nosotros pero es un silencio cómodo. Daniel se pone en pie y me sirve un par de tostadas y mi late frío favorito, se sirve lo mismo y desayunamos.
-Hasta ahora no entiendo como es que los ángeles pueden comer.
-Pues ya vez. Somos como ustedes.
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Escape Anormal
Fantasi¿Te das cuenta? ¿Alguna vez te has decidido por mirar a tu alrededor? Si lo haces y observar cada pulgada con nuevos ojos... No es necesario salir a conocer un mundo en el exterior, no es necesario tener miles de amigos para vivir una aventura o ser...