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La noche domina la ciudad y las estrellas iluminan perfectamente el cielo, los músicos tocan con una fina precisión la pieza "Serenade für Streicher Op. 22, B. 52: II Tempo di vals", ya casi por el final, los violines dominan el momento con una notable fiereza, los bajos y agudos resuenan por toda la gran además de muy bien iluminada habitación. Los invitados hablan animadamente sobre temas triviales, algunas cuantas personas se limitan a ver las pinturas tan hermosas en exhibición sobre la pared, nadie hace nada fuera de lo común, ninguno se dirige al balcón que tiene como puerta unas enormes cortinas de satín rojo con decoraciones doradas en los bordes. Todo marcha a la perfección en una de las reuniones sociales más importantes que se esta dando en todo el país, letrados y artistas de todas partes han querido entrar a la galería, sin embargo solo los más importantes han logrado acceder esta noche.

Hay un moreno de mirada altiva, fiera, dura, penetrante, hipnotizante, una mirada de un color marrón oscuro totalmente profundo, de aquellas que solo de verlas te quedas completamente sumida, sumisa y sin aire. Un aire dominante lo rodea, una sonrisa descarada y pícara ladeada para dar el un último toque de belleza adorna a la perfección su rostro. Usa un traje de dos piezas color negro, la camisa blanca al contraste con su piel trigueña, el pantalón negro casi pegado haciendo resaltar sus largas y formadas piernas, el saco hace que su espalda se vea más grande y sus hombros a complemento ideal. Se ve deseable, más, mucho más que eso. Sin embargo, por más que fuera uno de los hombres más atractivos ahí, a diferencia y para sorpresa, próximamente, de muchos de los invitados no tiene una pareja que lo acompañe esta noche.

-¡Horan, ya deja de soñar, se nos está haciendo tarde! - le dice el castaño a su compañero rubio.

El mencionado lo ve por un segundo y se voltea para cambiarse de ropa, escucha al castaño salir de la habitación. Remplaza el polo negro con un par de garabatos en el centro por una camisa blanca y planchada, se abotona rápidamente aquellos botones que están sueltos, se quita el jean azul, aunque casi se cae al hacerlo, y lo remplaza por un pantalón de vestir negro que hace ver sus piernas más estilizadas, además de más largas. Se mete la camisa dentro del pantalón y, desesperado, comienza a buscar la corbata de moño, aunque duda seriamente poder encontrarla dentro de tanto desorden. El castaño vuelve a apurar al rubio, al cual se le notan las raíces castañas pues él es un rubio, sí, un rubio teñido. Sin embargo eso lo hace ver irresistible. Se va de un lado a otro tratando de encontrar la bendita corbata, la próxima vez la guardo mejor piensa, pero sabe que si no la encuentra rápido no habrá una segunda vez.

-¿Qué es lo que estás haciendo aquí? - habla una voz suave, inocente, muy distinta a comparación del de cabellos azabaches - Se supone que deberías estar allá, no aquí, Malik.

El nombrado lo mira con escepticismo, frunce el ceño y se apoya de tal modo que su cintura esté contra el barandal de cemento pulido, mira al costado y luego vuelve a mirar a la persona frente a él, esa quien le da una pequeña y tímida sonrisa. Relaja su rostro y estira un poco sus labios a los costados. De su bolsillo saca una cajetilla, de ella saca un cigarrillo y se felicita mentalmente por no habersela olvidado en alguna parte de su casa, porque no sabe como podría resistir el resto de la noche hablando con tantas personas y teniendo que ser amable con todas ellas, pues él no quería, pero tenía que, entonces antes de todo eso prefería tener un poco de nicotina en su sistema. Se palpa el bolsillo izquierdo de su pantalón en busca de un encendedor, frunce el ceño cuando no lo encuentra, se palpa el otro bolsillo pero el resultado es el mismo, con una desesperación creciente busca en los bolsillos de su chaqueta, nada. Se frustra, lanza una maldición aún con el cigarrillo, para su mala suerte, sin prender.

-¡Si no sales en este mismo instante juro que te saco cargado! - Grita el castaño - ¡Y me importa poco si estas en ropa interior, soy capaz de sacarte rubio!

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