Una mañana de mayo naciste
blanca azucena mía
tus mejillas sonrosadas y tus labios de rubí
arrancaron sonrisas tibias,
y en el fulgor de mi alegría
sentí por tí el alma henchida.A tus dulces dieciseis ya no eras una niña
pero seguías siendo para mí
blanca azucena mía,
mi pequeña flor, mi lirio, mi vida.Te hiciste una hermosa mujer
y el tiempo que a tí te embellecía
mi cabello encanecía,
pero siempre seguías siendo
blanca azucena mía.Hoy debo partir y jamás volveré
me llevo con migo el recuerdo
de tu risa, tu olor a amizcle,
tu amor de hija.No llores por mí blanca azucena mía
sólo guárdame en tu capullo
pues de tu corazón no me iré nunca,
por más que me vuelva polvo y cenizas.