La soledad es una asesina silenciosa
Que se disfraza de virtud distinguida
Y en el momento de la vida angustiosa
Regala el amor de una mantis religiosa
En ese momento solo existen las palabras
Falsas como un billete de reyes majestuosos
Efímeras como el suspiro de los apasionados
Que entintan la irradiación de mi espíritu
Palabras como erupción ardiente que laceran,
Y cada reminiscencia de hiedras espinosas
Que me aprisionan a un pasado de penumbras
Y que me embriaga del vino amargo de roñas
Y la soledad desgraciada no te transporta a mí,
Te oculta en su penumbra maldita sin aguardos
Sin eufemismos me olvido de nuestros sueños
Y los días sin ti, siguen calando en mi alma