Capítulo 7

455 23 1
                                    

- ¿Simmons? – preguntó alguien golpeando agitadamente su puerta.

- Adelante – respondió Jemma cerrando el libro que estaba leyendo e incorporándose de la cama. Se había encontrado un poco mal después del almuerzo y Fitz la había obligado a tumbarse un rato, sin posibilidad de discutirlo siquiera. Se había vuelto muy protector, pero a ella le encantaba.

Mac entró a la habitación con la mano en el costado, respiraba agitadamente, como si hubiese venido corriendo desde algún sitio.

- ¿Pasa algo? – preguntó Jemma extrañada. No es que no tuviera confianza con Mac, pero algo tenía que pasar para que irrumpiera de esa manera en su habitación.

- Es Fitz – respondió simplemente.

Sin necesidad de más explicaciones, Jemma se levantó y salió corriendo detrás de su compañero, que la guio hasta el laboratorio. Skye estaba en la puerta, mirando hacia el interior, con una expresión de profunda tristeza.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó Jemma cada vez más preocupada.

- No lo sé exactamente – respondió Skye – Mac y yo estábamos hablando fuera cuando hemos oído ruidos procedentes del laboratorio – comenzó a explicar – Cuando hemos llegado, bueno, Fitz estaba dando gritos y tirando todo por los suelos, diciendo que no encontraba algo. Y ahora... - en vez de acabar la frase se quedó mirando al interior del laboratorio.

Jemma se asomó y se quedó paralizada. Cajones abiertos, estanterías vacías, montones de papeles por el suelo, e incluso algún líquido derramado junto con cristales rotos. Fitz estaba en un rincón, sentado en el suelo con la espalda contra la pared y las rodillas semiflexionadas mientras se masajeaba las sienes con las manos.

- ¡Oh, Fitz! – exclamó Jemma mientras se abría paso entre los obstáculos a toda velocidad.

Cuando consiguió llegar hasta él, se agachó y le apartó las manos de la cara. Tenía los ojos rojos y estaba temblando.

- Fitz cariño, ¿estás bien? – preguntó acariciándole el rostro con infinita dulzura.

Él negó con la cabeza y a Jemma se le rompió el corazón. Hacía mucho que no le pasaba algo así.

- ¿Puedes contarme qué ha pasado? - le pidió despacio, sentándose a su lado.

- Los um... los informes del um... del Obelisco – empezó a explicar a duras penas – Las únicas um... las únicas muestras que teníamos. No um... - Jemma tomo sus manos entre las suyas intentando tranquilizarle – No las um... las encuentro. No sabía dónde um... dónde buscar y luego... - como no le salían las palabras miró a su alrededor, con ánimo de que ella le entendiese, como siempre.

- Luego te has puesto nervioso – terminó ella con una comprensiva sonrisa – No pasa nada, Fitz.

- Claro um... claro que pasa, Jemma – repuso él. Hacía mucho que no le costaba tanto hablar – Soy um... soy un inútil. No soy capaz de hacer um... hacer nada sólo. ¿Cómo voy a um... a cuidar, a proteger a nuestro um... nuestro hijo si ni siquiera puedo um... encontrar, si ni siquiera puedo um... hablar? – preguntó apretando los puños y dejando caer la cabeza contra la pared. La rabia se reflejaba en sus ojos vidriosos.

Era eso. Fitz no se creía capaz de poder proteger a su hijo. A Jemma no se le podía ocurrir mayor disparate.

- Shh – le tranquilizó sujetando su rostro entre las manos y obligándole a mirarla a los ojos – Mírame, Fitz. Quiero que me escuches atentamente, por favor – le pidió – No hay nadie en este mundo que vaya a proteger a nuestro hijo mejor que tú, ¿entiendes? – le preguntó. Sabía que no iba a contestar así que decidió seguir - Ni siquiera ha nacido y ya lo has hecho.

JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora