- ¿Simmons? – preguntó alguien golpeando agitadamente su puerta.
- Adelante – respondió Jemma cerrando el libro que estaba leyendo e incorporándose de la cama. Se había encontrado un poco mal después del almuerzo y Fitz la había obligado a tumbarse un rato, sin posibilidad de discutirlo siquiera. Se había vuelto muy protector, pero a ella le encantaba.
Mac entró a la habitación con la mano en el costado, respiraba agitadamente, como si hubiese venido corriendo desde algún sitio.
- ¿Pasa algo? – preguntó Jemma extrañada. No es que no tuviera confianza con Mac, pero algo tenía que pasar para que irrumpiera de esa manera en su habitación.
- Es Fitz – respondió simplemente.
Sin necesidad de más explicaciones, Jemma se levantó y salió corriendo detrás de su compañero, que la guio hasta el laboratorio. Skye estaba en la puerta, mirando hacia el interior, con una expresión de profunda tristeza.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó Jemma cada vez más preocupada.
- No lo sé exactamente – respondió Skye – Mac y yo estábamos hablando fuera cuando hemos oído ruidos procedentes del laboratorio – comenzó a explicar – Cuando hemos llegado, bueno, Fitz estaba dando gritos y tirando todo por los suelos, diciendo que no encontraba algo. Y ahora... - en vez de acabar la frase se quedó mirando al interior del laboratorio.
Jemma se asomó y se quedó paralizada. Cajones abiertos, estanterías vacías, montones de papeles por el suelo, e incluso algún líquido derramado junto con cristales rotos. Fitz estaba en un rincón, sentado en el suelo con la espalda contra la pared y las rodillas semiflexionadas mientras se masajeaba las sienes con las manos.
- ¡Oh, Fitz! – exclamó Jemma mientras se abría paso entre los obstáculos a toda velocidad.
Cuando consiguió llegar hasta él, se agachó y le apartó las manos de la cara. Tenía los ojos rojos y estaba temblando.
- Fitz cariño, ¿estás bien? – preguntó acariciándole el rostro con infinita dulzura.
Él negó con la cabeza y a Jemma se le rompió el corazón. Hacía mucho que no le pasaba algo así.
- ¿Puedes contarme qué ha pasado? - le pidió despacio, sentándose a su lado.
- Los um... los informes del um... del Obelisco – empezó a explicar a duras penas – Las únicas um... las únicas muestras que teníamos. No um... - Jemma tomo sus manos entre las suyas intentando tranquilizarle – No las um... las encuentro. No sabía dónde um... dónde buscar y luego... - como no le salían las palabras miró a su alrededor, con ánimo de que ella le entendiese, como siempre.
- Luego te has puesto nervioso – terminó ella con una comprensiva sonrisa – No pasa nada, Fitz.
- Claro um... claro que pasa, Jemma – repuso él. Hacía mucho que no le costaba tanto hablar – Soy um... soy un inútil. No soy capaz de hacer um... hacer nada sólo. ¿Cómo voy a um... a cuidar, a proteger a nuestro um... nuestro hijo si ni siquiera puedo um... encontrar, si ni siquiera puedo um... hablar? – preguntó apretando los puños y dejando caer la cabeza contra la pared. La rabia se reflejaba en sus ojos vidriosos.
Era eso. Fitz no se creía capaz de poder proteger a su hijo. A Jemma no se le podía ocurrir mayor disparate.
- Shh – le tranquilizó sujetando su rostro entre las manos y obligándole a mirarla a los ojos – Mírame, Fitz. Quiero que me escuches atentamente, por favor – le pidió – No hay nadie en este mundo que vaya a proteger a nuestro hijo mejor que tú, ¿entiendes? – le preguntó. Sabía que no iba a contestar así que decidió seguir - Ni siquiera ha nacido y ya lo has hecho.
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Juntos
FanfictionCuando Hydra a puesto todo su mundo patas arriba sólo les queda apoyarse los unos en los otros. Antes de que sea demasiado tarde FitzSimmons se confiesan sus sentimientos en la piscina del pequeño motel y puede que eso cambie sus vidas para siempre.