Capítulo 11

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- Leo.

- Oh Dios mío, ¿ya viene? - preguntó Fitz levantándose de un salto de la silla y corriendo hacia la otra punta del laboratorio donde se encontraba su mujer.

- Leo, cariño, cada vez que te llame no quiere decir que venga el bebé - explicó la bioquímica con dulzura. Su marido estaba mucho más nervioso que ella y cada vez que Jemma decía algo, ya pensaba que era el momento - Solo quería decirte que cuando termines con el centrifugador, me lo pases, que lo necesito para analizar una muestra.

- Ah, vale, vale - dijo Fitz un poco más tranquilo, aun respirando agitadamente. Se acercó a Jemma y le dio un cariñoso beso en la frente antes de volver a su sitio. Últimamente estaba de los nervios. No podía esperar a que naciera su hija y estaba muy agobiado por si no estaba preparado para cuando llegara el momento. Jemma ya estaba de ocho meses y medio y el nacimiento era inminente. El equipo entero estaba alerta.

Pero no había de qué preocuparse, todo estaba listo. La pequeña habitación contigua a la suya ya estaba preparada, pintada de color rosa con ayuda de Hunter y Mack, y llena de juguetes y diminuta ropita que Skye y Bobbi se habían encargado de comprar. Nada podría pillarlos por sorpresa.

- Leo.

- Ya voy, Jemma, un minuto - dijo Fitz terminando de apuntar los resultados obtenidos es su cuaderno. Desde que Skye había conocido a más como ella, el número de inhumanos que querían que analizasen su sangre para ver si eso les ayudaba a controlar sus poderes, aumentaba cada día.

- No, Leo... Creo que... - la voz le temblaba tanto de los nervios que era incapaz de articular palabra - He roto...

- ¡Aguas! - exclamó Fitz levantando la vista del papel. Se puso en pie de un brinco y acudió al lado de su mujer, que no había reaccionado del todo y seguía sentada en la silla - Vale, cariño, tranquila, todo va a ir bien - intentó calmarla. La tomó de la mano y ella le apretó con fuerza mientras intentaba respirar hondo. Una contracción le sobrevino sin previo aviso haciéndola inclinarse hacia delante - ¡Ay, Dios! Jemma, no pasa nad-

- ¡LEO FITZ! - Jemma pegó tal grito que casi tira a su marido hacia atrás - Ve a buscar a May - le pidió controlándose, con toda la dulzura que fue capaz, aún apretando los dientes por el dolor.

- ¿A May? ¡A May! Sí, claro, cielo, no te muevas vuelvo en un segundo - prometió saliendo por la puerta a toda prisa.

- Tranquilo, no voy a ninguna parte - suspiró Jemma un poco más aliviada. El dolor inicial había desaparecido y se sentía un poco mejor, aunque su instinto de mujer y científica le decía que aquello no había hecho más que empezar.

A penas un minuto después Fitz entraba al laboratorio seguido de May, que miraba a Jemma con serenidad, aunque la bioquímica pudo apreciar un atisbo de nervios en su mirada. Aquello no pasaba en una base secreta todos los días.

- ¿Todo bien? - le preguntó acercándose a ella para tomarla el pulso en la muñeca. Jemma asintió - ¿Estás respirando como ensayamos?

Jemma asintió de nuevo. Por loco que pareciera, May se había ofrecido a darle unas sesiones "pre-parto" que básicamente consistían en enseñarla e respirar y a relajarse en momentos de mucha tensión. Justo como aquel. Jemma inspiró y expiró varias veces intentando mantener a raya el dolor pero cuando pensó que ya lo tenía controlado, otra contracción sacudió su abdomen, haciendo que todo su cuerpo se retorciera de dolor.

- Nos vamos al hospital - sentenció Fitz con mayor seguridad de la que en realidad tenía. Las dos mujeres estuvieron de acuerdo.

-.-

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⏰ Última actualización: Sep 26, 2016 ⏰

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