"Es simple y fácil depender de alguien. Es doloroso e irónico cuando la variable independiente se espuma".
Volví a comprar pastillas al bajar del avión, los cólicos fueron horribles en las nubes, las personas me miraron de vez en cuando, deseando saber seguramente qué me tenía de tal manera. Afortunadamente nadie se había instalado a un lado de mi cuerpo y fue lo único bueno en esas largas diez horas.
No di por mirar una última vez la pista en Londres, y tampoco lo haría en el aeropuerto de Nueva York hasta encontrar una farmacia cerca de casa y alejada del centro. Tomé un tren a la casa, ya no tenía dinero y dudo que ella habría dejado algo. Un nudo llegó hasta lo más alejado de mi lengua.
Se iban a cumplir quince horas de puro shock en algunos minutos. Sorbí la nariz cerca de una puerta reconocida, mis ojos hinchados por el llorar en el césped a las dos de la mañana me daban ganas de solo acostarme en mi cama y dormir toda la vida.
El frio metal tocó mis manos, con ella el movimiento tambaleante para dejar a la vista una oscura estancia.
--¿Hola?-traté de hablar pero fue en vano, me quebré.
Nadie respondió y me pareció más que raro. Quise alumbrarme con el móvil pero este no ascendió. Sin batería.
Encontré el interruptor y una sala perfectamente arreglada de coló en mis ojos brillantes. Sorprendida caminé hasta el centro, verificando que todo esté perfecto, y lo estaba. Pasé mis dedos levemente por el barandal de la escalera, viendo a la nada y pensando en todo.
No podía estar pasando, ella era mi madre, la mujer que nos dio la vida, la misma que nos sonreía cuando éramos pequeños y nos retaba hace días.
Antes de volver a romperme, Nathan apareció en el pie de las escaleras con su cabello pegado a su frente y ropa holgada. De Harry.
--¿Allyson?-preguntó con su voz extremadamente obstruida.
Alejé la vista de él y empecé a llorar sin repudio, abrazando mi cuerpo helado. Segundos después lo tenía rodeándome entre sus brazos, poniendo su rostro en mi hombro. Le apreté fuerte, como si de alguna manera tenga algo a lo que aferrarme por unos minutos.
--N-no hay n-nadie aquí-i...--hipó-to-todos están en lo de la abuela...yo-yo...no pude-explicó acariciando mi cabello.
Asentí limpiando gotas que se remplazaron por las mismas, pero silenciosas y creo, más saladas.
--¿Puedes ayudarme a traer mis maletas? Están afuera.
--Sí.
Trajimos las cosas, y con ello cansancio.
--Iré a bañarme-mí voz estaba muy ronca.
--Te aré algo de comer-golpeó suave mi espalda.
Prendí la calefacción y tome un poco de ropa de la maleta, metiéndome al baño de la habitación de huéspedes. Esta estaba limpia, con la cama hecha de una forma excepcional, como lo hace mamá. En el suelo de madera se reflejaban las luces y nada se veía con polvo. Era extraño, pero menos atención a las cosas insignificantes no puedo darles.
El baño hizo su trabajo: limpiar mi cuerpo y dejarme en paz con mi lluvia interna, relajó mis músculos y eso fue todo. Mis párpados se cerraban con la luz. Aún no quería dormirme, pero tampoco hablar, o hacer algo. Valoré los recuerdos de la habitación con Harry, pero estos eran tan confusos culpa del extremo al que llegué.
Pasos chuecos, miradas borrosas y la misma iluminación que antes de ducharme.
--Te hice unas hamburguesas-mi hermano señaló el plato que se encontraba en frete de él, en la mesa de café.
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Reality |H.S| (Libro 2 Small Details)
Fiksi PenggemarHarry se sabe de memoria los nombres de las personas dentro de la casa, cada una de las habitaciones, el juego y sus dos caras. Aquellas personas saben que mirarse a los ojos es señal de destrucción. A ella se le destruye el corazón mirando puerta...