Prólogo

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*Aviso de utilidad pública: Originalmente esta historia en Wattpad tenía 80 capítulos, actualmente tendrá 25 aproximadamente (aún no estoy segura). Netamente es porque en un capítulo actual hay como 5 juntos. Simplemente tomé esa decisión para no extenderla tanto. Está terminada, pero quienes leyeron antiguamente sabrán que tiene muchas modificaciones en los diálogos. También debo señalar que hay escenas que eliminé, y en su lugar estaré publicando algunos capítulos que nadie ha leído y que en su momento no quise subir porque consideraba que la historia ya era lo suficientemente larga para hacerlo. Saludos a todas!*


Prólogo.

No podía soportarlo más. No comprendía qué estaba sucediéndome, pero sentía una desagradable molestia en mi pecho desde que había salido de casa, el problema es que de eso ya hacía más de dos horas y no encontraba una manera de atenuar esa terrible incomodidad. Era como un nudo, como si una mano estuviese aplastándome el tórax sin piedad. Durante todo el tiempo que fui retenida en el reducido espacio junto a la entrada del, contradictoriamente enorme local, un presentimiento asfixiante me había estado molestando.

No quería estar en ese lugar. Tenía que huir.

Nadie me había querido escuchar, y sabía lo que podían hacer unas simples palabras. Conocía de primera mano el arrepentimiento. Todavía me culpaba por haber abierto la boca cuando no debí haberlo hecho, pero era tan testaruda y tonta que ya tenía asimilado el hecho de que iba a quedarme así por siempre.

Había llegado el momento preciso en el que todo el tiempo que había contenido mis lágrimas de rabia estaban dispuestas a salir, esta vez, cargadas de desconsuelo y lamentaciones. Pero ya no era nadie para exigir algo. El tiempo había pasado tan lentamente que ni siquiera podía recordar aquel adiós que él había escrito y se suponía no debía ser el último. Ahora ni siquiera me dolía el hecho de que aquella pequeña esperanza que había tenido un tiempo atrás se hubiese esfumado. No dolía porque ya no me importaba, y sabía que era eso lo que me apretaba el pecho, el hecho de que ninguno de los dos hubiese podido mantener una simple promesa. Él la de regresar, yo la de esperarlo...

.

Cuando por fin abrieron las puertas y se dio inicio a un festejo que me era indiferente, Natalie y yo nos habíamos quedado juntas en una esquina al lado de los enormes ventanales. Había sido el momento más aburrido de todo el día, en que nos limitamos a cerrar la boca y oír todas esas vocecitas molestas de nuestras compañeras. Hablándose la una a la otra animadamente, parecían volverse primitivas mientras comentaban sobre lo bien que se le veía el trasero a Helen con los pantalones que estaba llevando.

Tenía envidia de todas. Odiaba sus risas, odiaba que se sintieran felices. No comprendía por qué todas deseaban lo mismo, por qué les emocionaba el saber que ahora, aunque hubiésemos terminado la escuela, iba a estarles esperando algo muchísimo peor.

Todas deseaban marcharse lejos. Todo el mundo quería vivir experiencias increíbles y yo no era más que un trapo sucio guardado en un rincón. No sabía qué me pasaba, pero más o menos me podía hacer una idea. Es solo que deseaba evitar pensar en ello.

Esa tarde ni siquiera hablé demasiado con Natalie. Agradecía que ella pudiese comprenderlo y no insistiera en preguntar. Era solo cosa de mirarme a la cara para entender que lo único que deseaba era regresar a casa para echarme a dormir.

No quería que mi vida fuese así, o quizás una parte de mí sí lo estaba buscando. Por algo yo no estaba haciendo cosas al respecto, por algo estaba ahí de manera obligada. Sabía que, de no cambiar mi comportamiento, iba a terminar sola y amargada.

Un Juego de amigos [Versión Extendida].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora