26.
—Tom, en serio no lo recordaba —dije entre dientes. Eran cerca de las cinco, estaba un poco borracha, pero no más que él—. Perdón.
—Es tu cumpleaños, lo importante es que nosotros lo recordemos.
—Es que nunca se me había olvidado —murmuré mientras trataba de abrir la puerta.
Los brazos de Tom me rodeaban desde la cintura y cada vez lo sentía más apretado a mi cuerpo. Nos tambaleamos antes de entrar.
—Sí me di cuenta —se burló—. No entiendo quien se olvida de su propio cumpleaños. Yo lo espero ansioso, incluso cuento los días que faltan.
Soltó una carcajada cuando ingresamos y a duras penas cerró la puerta antes de perder el equilibrio hacia atrás y chocar contra mí. Yo lo sostuve desde los hombros y de inmediato se dio media vuelta para abrazarme de nuevo y darme un beso torpe y apresurado.
Mi cabeza me daba vueltas, pero sentía la adrenalina por todo mi cuerpo. Habíamos bebido y bailado hasta el cansancio, y pese a todos los inconvenientes del comienzo, había sido una muy buena celebración de cumpleaños.
Mis amigos realmente debían tenerme mucho aprecio para tolerarme la mayor parte del tiempo.
Me quejé cuando mi trasero dio contra el borde duro de la mesa, y me aferré con brazos y piernas al cuerpo de Tom, que aunque no era el mejor soporte, era el único que tenía y quería en esos momentos.
Su aliento con olor al alcohol se mezcló con el mío y me besó tan bruscamente que me temblaron las piernas. Me sentí como si fuese a explotar, y con mis manos sostuve sus mejillas antes de sentir como todo su peso se recargaba encima de mí y la parte baja de mi espalda quedaba apoyada sobre la superficie. Tom estaba borracho, pero de un momento a otro pareció más lúcido que yo.
Me reí de su insistencia, y levanté las caderas al notar que trataba de bajarme los pantalones.
—Tom, es la mesa —le advertí.
Tironeó de mi ropa como si no me hubiese oído. Yo sentía mi corazón latir a mil por minuto, así que pese a lo descabellado que me parecía la situación, no insistí más en tratar de llamar su atención. Tom estaba ciego y sordo, y me estaba contagiando de toda esa energía que parecía tener acumulada en su interior.
La luz estaba apagada, así que busqué a duras penas su rostro en la oscuridad.
Con mis dedos acaricié sus labios y noté como sonreía antes de abrir la boca para besarme los dedos y la palma de mi mano.
Contuve la respiración, y a medida que sentía sus besos bajando por mi brazo, traté de reacomodarme para sacudir mis piernas y lanzar al suelo mis pantalones arrollados.
Lo atrapé entre nis muslos nuevamente, y lo esperé paciente cuando sentí como me abandonaba y escuchaba el sonido que hacía al tratar de quitarse el cinturón.
—¿Estás bien? —le pregunté cuando noté que estaba demorando demasiado.
—Sí, sí, es que no veo nada.
Me reí y traté de ver su silueta en la oscuridad. Podía identificar su rostro cuando lo alzaba para intentar verme. Su risa se oyó ronca, y cuando de nuevo me tomó desde los muslos para acercarme hasta su cuerpo, me eché hacia atrás por completo encima de la mesa y cerré los ojos.
—¿No quieres ir a la cama mejor?
—Te vas a quedar dormido por el camino —me burlé.
Tom echó mi ropa interior al lado y se montó entre mis piernas. Sus manos estaban firmemente aferradas a la parte baja de mis gluteos, y tan solo escuché como jadeó fuertemente cuando estuvo enterrado dentro de mi cuerpo.
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Un Juego de amigos [Versión Extendida].
Novela JuvenilDeseando nunca haber permitido su separación, Vanesa estaba arrepentida por haber dejado que Tom se marchase con lo que ella más necesitaba. Sus sentimientos parecían haberse perdido hasta la noche en que su amigo regresó de París para devolvérselo...