10.
Él lamió sus labios de una manera que pretendía ser sugerente, pero fallaba miserablemente porque a mí no me sugería absolutamente nada, y no porque no creyese que fuese atractivo, si no porque yo claramente solo tenía ojos para una persona... de momento.
Tom había ido a la cocina para buscarnos a ambos una lata de cerveza, y en ese preciso momento un rubio que yo ya había visto antes en casa de Georg se había sentado muy cerca de donde yo estaba.
Su cabello era corto y muy claro, al igual que sus ojos. Tenía rasgos extraños. Sus labios eran carnosos y sus mejillas estaban rellenitas, su espalda era grande y musculosa. No era como Tom, era lindo pero no era él, por eso no podía gustarme.
Me sonrió abiertamente y yo le devolví el gesto inconscientemente. Luego me arrepentí, porque se acercó extrañamente rápido y me tendió la mano amigablemente.
—¿Estás sola? —Su voz era profunda, no muy grave, linda.
—No, no la verdad.
—¿Cuál es tu nombre? —A él pareció no importarle mi advertencia y continuó hablándome animado.
No dejaba de sonreír y pude percatarme de que tenía una bonita dentadura.
Su acento sonó extraño, supuse que no sería alemán.
—Vanesa... ¿Tú eres?
—Soy Gustav.
—¿Eres de aquí? —Él se encogió de hombros sonriendo abiertamente y luego miró disimuladamente hacia una esquina. No supe qué o a quién, porque estaba muy oscuro.
—Mis padres son alemanes, pero yo nací en Italia. Llevo aquí un par de meses y pretendo quedarme e iniciar aquí mis estudios, buscar un trabajo antes, qué sé yo. ¿Qué hay de ti?
Yo no supe si contestarle o no. Ciertamente el chico era muy agradable, y que pareciera interesado en conversar conmigo y conocerme me agradaba. El problema era que yo no estaba sola, y dudaba que a Gustav le gustase hablar con Tom luego de la manera en la cual había estado mirándome.
—Bueno, nada, supongo. Siempre he vivido aquí, terminé la escuela el año pasado.
—¿De verdad? Pensé que eras mayor.
—No.
—Ese chico que estaba contigo...
—Tom.
—Sí, Tom, ¿es tu amigo o algo?
—Es mi novio—. Gustav fingió sorpresa.
Yo sabía que ya me había visto una vez antes con Tom, y habíamos estado lo suficientemente cerca como para que todos se dieran cuenta que entre él y yo había algo más que una simple relación de amistad.
De pronto me sentí nerviosa, y miré sorprendida hacia atrás cuando una mano se posó sobre mi hombro.
—¿Todo bien? —Tom me sonrió débilmente mientras yo asentía. Al alzar la mirada todo rastro de dulzura en su cara se borró.
Aniquiló a Gustav con la mirada, quien se levantó de su puesto y se puso a la estatura de Tom. Ambos parecían medir exactamente lo mismo, a pesar de que Tom fuese menor.
—Voy por donde llegué —murmuró Gustav más para mí que para otra persona. Las manos del rastas en mis hombros hicieron más presión, y cuando el rubio se inclinó para besarme en la mejilla tuve que sostenerme con fuerzas para no ser lanzada hacia atrás, contra en pecho del que era mi novio—. Adiós, nos vemos.
—Nos vemos.
Cuando Gustav estuvo lo suficientemente lejos, Tom me pasó la cerveza e hizo que volviera a sentarme sobre el sillón. Me miró con los ojos entrecerrados.
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Un Juego de amigos [Versión Extendida].
Novela JuvenilDeseando nunca haber permitido su separación, Vanesa estaba arrepentida por haber dejado que Tom se marchase con lo que ella más necesitaba. Sus sentimientos parecían haberse perdido hasta la noche en que su amigo regresó de París para devolvérselo...