4.
Se supone que todo lo que pasa es por algo, pero aun así me costaba encontrarle el sentido a todo, y estaba más que claro que Tom y yo no podíamos quedarnos en su habitación sin que algo extraño e inesperado nos sucediera.
Había intentado buscar paz después de todo, pero era demasiado ingenua para haberlo si quiera pensado.
Gisela estaba provocando que mi cabeza diese vueltas, y no había dejado de hacerme preguntas durante toda la tarde acerca del misterioso y desconocido chico que había ido por mí a la ceremonia de fin de año.
Diciembre había llegado con tanta rapidez que no había alcanzado a darme cuenta de ello, y los días estaban lo suficientemente fríos para que de pronto comenzara a nevar. Siempre me había encantado la época de navidad.
Papá había regresado de un largo viaje para pasar junto a nosotras un mes, pero el tiempo en que él no se encontraba en casa había una soledad en ella que me fastidiaba.
—Así que se llama Tom...
Mientras asentía observé por la ventana del dormitorio. El día estaba perfecto.
—Hubiese sabido antes que tenías un amigo así, ya te hubiese obligado a que me lo presentaras.
—¿Qué quieres decir...? —pregunté soplando mis uñas recién pintadas de un bonito azul eléctrico que había encontrado entre las cosas de Gisela.
—Me refiero a que... bueno, si ustedes antes eran amigos —pareció pensar en qué decir un par de segundos antes de volver a abrir la boca para hablar—. Ustedes, no sé...
El hecho de que ella fuese demasiado complicada de entender hacía el trabajo mucho más difícil para mi lenta cabeza. Simplemente dejó su comentario en el aire, como esperando a que yo continuase hablando por ella.
—Si hablas de ser novios. No, Tom y yo nunca lo fuimos—. Mi prima frunció los labios—. Me gustaba mucho, sí. —Entonces recordé la vez en que se lo había hecho saber y luego había huido entre llantos cuando él no me había dicho nada—. Claro, yo en un comienzo tampoco sabía que también le gustaba...
—¿Le gustas?
—Corrección, él me gustaba, yo le gustaba. Son cosas de antes —intenté sonar seria—, no quiero hablar del tema.
—Soy tu prima, cuéntame qué pasó entre ustedes.
Pensé que la expresión emocionada de Gisela no tenía precio. Era como si yo estuviese contándole lo más extraño del mundo. Estaba desesperada por que yo le contara algo que realmente nunca había sucedido.
Simplemente Tom y yo habíamos sido algo más que simples amigos.
—Nunca tuvimos nada. Te diría que éramos muy inmaduros para eso, pero la verdad es que Tom está mucho peor que antes. No sé qué fue lo que le sucedió allá, pero cambió demasiado. Quizás alguien lo cambió demasiado.
—¿A qué te refieres? —Preguntó Gisela confundida.
—En la escuela todos se burlaban de Tom por ser un ñoño. Qué se yo.
—No te lo creo, ¿y a ti te gustaba?
Ella comenzó a carcajear como si estuviese contándole algo realmente gracioso. No me lo pareció, pero sabía que nadie nunca iba a poder entenderlo. Tom seguía siendo una persona, y por muy mal que pudiese haberse visto ante los ojos de otros, bajo aquella máscara de inseguridad, yo siempre había sabido que existía un chico hermoso. Tanto externa como internamente.
—Antes de irse él me prometió volver, pero yo no le creí. Estaba muy dolida por que iba a dejarme—. De pronto, una ola de melancolía me azotó. Recordar a veces me resultaba complicado—. Bueno, y aquí está. Me dijo que lo había hecho por mí, según él me extrañaba...
ESTÁS LEYENDO
Un Juego de amigos [Versión Extendida].
JugendliteraturDeseando nunca haber permitido su separación, Vanesa estaba arrepentida por haber dejado que Tom se marchase con lo que ella más necesitaba. Sus sentimientos parecían haberse perdido hasta la noche en que su amigo regresó de París para devolvérselo...