17.
Me di una ducha corta porque Tom empezó a patear la puerta para que me diera prisa. Después de que me vestí, intenté ocultar con un poco con maquillaje mis oscuras ojeras. Al mirarme en el espejo, ya con mi pelo secado y peinado, noté que tenía la piel más pálida de lo normal.
Ese corto minuto en que analicé mi reflejo fue interrumpido nuevamente por Tom. Decidí salir antes de que me amenazara con echar la puerta abajo.
Al bajar, tomamos prestado el auto de papá y partimos.
—Tom, ¿cuándo entras a clases? —pregunté, mirando por la ventana las líneas en el pavimento.
—El lunes.
—¿En serio? —Revisé inmediatamente el calendario en mi celular. Me impresioné al darme cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo—. Quedan cinco días para el lunes —murmuré.
Miré a Tom y él suspiró antes de frenar cuando el semáforo se puso en rojo.
—Lo sé —dijo mirándome por fin, ahora que estaba detenido—. Honestamente no sé si quiero regresar aún. Tendré que ponerme al día con el semestre.
—Ya no tendrás tiempo para mí —susurré. Tom no dijo nada, así que cambié de tema—. ¿Ya te sientes bien?
—Sí, ya no tengo fiebre, es lo importante.
Me eché hacia atrás para cargar mi espalda contra el asiento. Cuando la universidad apareció frente a nuestros ojos me asusté porque pensé que algún día yo también tendría que entrar ahí y... no quería.
—Es enorme. ¿Ya has entrado?
—Sí, pero es muy diferente a la universidad en París.
—Me gustaría poder viajar —confesé.
—Podríamos ir algún día —dijo Tom, encogiendo los hombros despreocupadamente.
Lo hacía sonar demasiado fácil. Honestamente, ni siquiera lo había visto como una posibilidad.
—Eso suena bien... —murmuré, imaginándome en algún momento viajando con Tom. Era una idea demasiado tentadora, pero no se lo hice notar.
Cuando llegamos me subí bien arriba el cierre del polerón antes de bajarme y avancé agarrada de su brazo, intimidada por el lugar al cual le tenía más pánico que a muchas otras cosas más aterradoras que esa.
Había gente transitando por los pasillos, no demasiada, y ninguno tenía cara de estudiante universitario. Quizás uno que otro por ahí, pero era tenebroso, como un sanatorio mental y no una institución educativa.
Entramos a un pequeño salón y me senté tranquilamente en unos asientos aislados. De lejos vi como Tom se acercaba al mesón cargando un par de papeles y se ponía a conversar con la señora que estaba del otro lado.
Lo que sea que había hecho no le pregunté, tan solo me limité a levantarme cuando Tom estuvo listo después de unos veinte minutos y estiró el brazo para que me agarrara de el otra vez.
—¿Eso es todo? —Alcé las cejas levemente.
No quería decirle que era el paseo más aburrido que teníamos, y eso que nunca dábamos paseos.
—Sí, la caja ya está cerrada así que lo poco que me falta lo dejo para cuando entre a clases. Tienes cara de sueño.
—¿Qué hora es?
—Las tres —respondió inmediatamente—. Cambia esa cara. ¿Qué te parece si vamos al departamento para que lo conozcas? Está un poco más lejos de lo que esperábamos, pero no tuve opción.
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Un Juego de amigos [Versión Extendida].
Teen FictionDeseando nunca haber permitido su separación, Vanesa estaba arrepentida por haber dejado que Tom se marchase con lo que ella más necesitaba. Sus sentimientos parecían haberse perdido hasta la noche en que su amigo regresó de París para devolvérselo...